La enseñanza nocturna en los planteles públicos se ejercita en condiciones extremadamente difíciles, que limitan dramáticamente el aprovechamiento de la docencia. El bullicio de los colmadones y otros negocios, los apagones, las infiltraciones de delincuentes en los recintos y la inseguridad del entorno son factores hostiles que se agravan cada vez más. La salida de clases coloca al estudiante ante riesgos de inseguridad por la abundante delincuencia.
En varias entregas, nuestra reportera Carmen Matos ha desmontado pieza por pieza las dificultades que afectan a la enseñanza nocturna. Los testimonios de profesores y estudiantes ilustran con bastante elocuencia la hostilidad en el entorno escolar y las limitaciones de aprovechamiento que, por fuerza, induce esa hostilidad en la relación enseñanza-aprendizaje.
El Ministerio de Educación y otras instancias oficiales deben trabajar unidos para llevar a las escuelas el ambiente adecuado para la enseñanza nocturna, que es vital para gente que tiene el día ocupado en la búsqueda del sustento diario. Se necesita un plan maestro que garantice estabilidad del suministro de electricidad, reducción de los ruidos del entorno, impedir las incursiones de intrusos a los recintos escolares, mejorar la seguridad y, en fin, rescatar la enseñanza pública nocturna de todas las hostilidades que la dificultan cada vea más.
Si tiene apuros no marque el 911
Llamar al 911 pretendiendo auxilio de emergencia podría ser la peor manera de perder el tiempo en momentos de apuros. La inutilidad de este servicio es historia sabida de viejo, pero refrescada ayer por el matutino El Día con una reseña sobre varios casos en que, de ser operante el servicio telefónico de emergencia, se hubiesen evitado algunas tragedias. A pesar de que en reiteradas oportunidades se ha hablado de adecuar este servicio, el mismo sigue siendo un culto a la inutilidad.
En la mayoría de los casos, el ciudadano que llama al 911 pretendiendo auxilio de emergencia queda frustrado. Las pocas veces que se logra que la autoridad acuda al llamado, lo hace bastante tarde. Es cierto que gente desaprensiva llama a este servicio para falsas emergencias, pero es la minoría. El país necesita que el servicio a través del 911 funcione con la agilidad que cada emergencia demanda.