Educación es piedra angular en una agenda de gobierno

Educación es piedra angular en una agenda de gobierno

POR CLAUDIO CABRERA
Desde hace años, cada vez que la carestía del petróleo alcanza topes inalcanzables para los países en vías de desarrollo, sobre todo, en aquellos no productores de hidrocarburos, los gobiernos anuncian planes para el ahorro de energía.

 La mayoría de estas propuestas de ahorro no pasan de ser palabras sin que alcancen a concretar sus objetivos.

Pero el problema parece ser la última luz que se vislumbra luego de múltiples ensayos fallidos y que condujeron al presidente Leonel Fernández a señalar que tras varios intentos por resolver el problema eléctrico, todos han fracasado ante la contingencia de situaciones internas y externas al país.

En el caso de la República Dominicana, la situación no ha escapado a esta realidad. De aquí que al pasar revista a las propuestas, tanto el presidente de la Refinería de Petróleo (Refidomsa), como el superintendente de Electricidad, coincidan en la necesidad de que cualquier campaña de ahorro de energía debe tomar en cuenta el problema de la conciencia de los ciudadanos.

En gran medida es un problema en el que hay que educar a los ciudadanos por todos los medios asequibles, considera el presidente de Refidomsa, ingeniero Eduardo Rodríguez.

Expone que se hace necesario un plan de ahorro de energía, para lo cual todos los ciudadanos deben colaborar en forma consciente, lo que implica que el componente educativo haga presencia para poder diseñar con éxito un plan de esta magnitud y con las características multisectoriales que ello implica.

En este orden, el ingeniero Francisco Méndez, superintendente de Electricidad, propone igualmente hacer mayor énfasis en un programa integral de educación ciudadana que se realice tanto a nivel formal desde las escuelas como a nivel informal, para que alcance a toda la ciudadanía en todas las regiones del país.

La cuestión de la necesidad de establecer un plan de ahorro de energía se convirtió en un proyecto de emergencia luego que el problema energético alcanzó niveles críticos cuando el huracán Katrina afectó a las plataformas petroleras en el sur de los Estados Unidos, por lo cual el gobierno empezó por tomar más en serio este objetivo, habida cuenta que el país no puede seguir soportando un creciente incremento en los precios de este importante insumo energético.

Entre las drásticas medidas adoptadas por el gobierno para manejarse en el contexto de la actual coyuntura, figuró la controvertida decisión de regular las ventas de combustibles en las empresas gasolineras, lo cual arrojó un ahorro sustancial de dólares que fueron dejados de gastar para traer estas importaciones.

Si bien los ahorros fueron sustanciales, el efecto, entre otros, se hace sentir en las disponibilidades de combustibles a tiempo para que algunas empresas, sobre todo pequeñas y medianas, puedan suplirse del combustible necesario para efectuar sus operaciones. Por tanto, el primer sector constreñido lo es el sector productivo privado.

No obstante, tan indeseado efecto, por el momento se lograron los objetivos de corto plazo, lo cual ha revelado a las autoridades sobre la necesidad de poner en marcha rápidamente un programa real de ahorro de energía, el cual conlleve un compromiso multisectorial para que éste sea realmente sostenible.

En la misma medida en que la preocupación ha ido en crecimiento en el seno del gobierno, los técnicos del Secretariado Técnico de la Presidencia han considerado que cualquier programa de ahorro de energía tendrá que disponer de dos elementos básicos indispensables: Un aspecto tecnológico dirigido a reconvertir las fuentes tradicionales de suministro de energía y, en segundo lugar, un elemento de no menos importancia como lo es la educación de todos los usuarios en torno a la necesidad de efectuar estos ahorros.

Un plan con educación

Acorde con estas preocupaciones, el superintendente de Electricidad, ingeniero Francisco Méndez, plantea que en cuanto al diseño de un plan de ahorro de energía, en el caso del sector eléctrico, la estrategia gubernamental se ha basado más en el criterio de mantener constante el suministro para que las personas tengan que apelar lo menos posible a los generadores individuales “porque sus resultados eran y son contraproducentes para los fines del ahorro de energía”.

“La población tiene que hacer conciencia de que la energía eléctrica en la República Dominicana es un bien importado -expone el funcionario-, porque nosotros, tanto en lo que atañe al carbón mineral, como al gas natural y a los combustibles fósiles y derivados del petróleo, los importamos con dólares y tenemos que producir esos dólares”.

Cuando los precios de los combustibles suben, independientemente de que se mantenga estable el mismo volumen de importaciones, la factura y la balanza comercial se deterioran, por lo cual habría que generar mayor cantidad de dólares.

El gran problema, en cierta medida, reside en que el país no dispone de una capacidad tal que súbitamente le permita para lo inmediato producir una cantidad de mayores recursos en divisas.

De ello se considera que la única alternativa viable para países que como República Dominicana son importadores netos de combustibles, sólo les queda ahorrar combustibles “y usarlos de una manera eficiente y racional”.

Méndez pondera la necesidad de que un programa de ahorro de energía para un uso eficiente y racional de los energéticos, es un asunto tan complicado como la educación y aún se trata de un ejercicio de colaboración en el que participen todos los sectores.

Para eso debe haber una conciencia clara entre la población, “de que es su dinero”, de que es el dinero de la sociedad y que se benefician y perjudican todos en la medida en que colaboran o contribuyen a ese proceso.

Al referirse a planes de ahorro de energía que en algunos países de la región han tenido el éxito esperado sostiene que “se debe a que hay una buena y efectiva campaña de promoción que educa a la ciudadanía, que siembra semillas tanto desde la infancia para que crezcan con esa cultura, se transmitan en las escuelas y se establezcan programas específicos para que los estudiantes crezcan con esas actitudes.

De esta manera se puede crear una forma de vida en que cuando la persona sepa que el apagar un bombillo cuando no lo utilizas, de colocar un equipo de acondicionador de aire a una temperatura de confort y no de un “igloo” (tipos de casas para ambientes bajo cero, hechas con cubos de hielo en el Polo Norte), es algo de conciencia y de sentido común”. Se trata, a su juicio, de un problema de conciencia y desentido común.

Cuando se efectúan campañas de educación se logran resultados positivos, pues de otra manera no hay resultados importantes a esperar.

Si se emplea la coerción, a través de los gobiernos, eso siempre tiene aristas y permite mucha evasión, por lo cual solamente funcionan cuando hay mucha y efectiva campaña de educación, que es donde hay que hacer hincapié.

El superintendente de Electricidad refiere que en el reciente programa de ahorro de combustibles, se lograron ahorros sustanciales, acorde a las cifras, pues hubo reducciones en el consumo en los últimos meses.

Aunque no están disponibles las cifras de estos ahorros, las cifras revelan que el plan dio sus resultados.

Entre otras medidas, se aplicaron políticas para ahorrar a través de la política de transporte, de vehículos alternados, de la reducción de las ventas, que tuvieron su impacto necesariamente en el sector turístico, puesto que nadie estaba saliendo a lejanas poblaciones los fines de semanas, porque no tenían donde abastecerse de combustibles.

En este mismo orden, además del ahorro de energía se realizan en estos momentos, proyectos dirigidos a generación hidráulica, como son el proyecto nuevo de “Palomino” que acaba de aprobar el Senado con un financiamiento de US$15.0 millones, y hay otros proyectos en ejecución, ya que se están explorando muchas alternativas como son energía eólica, biocombustible, biomasa y todas las que puedan ser factibles para disminuir la dependencia de energéticos.

Con el plan recién diseñado cuando la crisis alcanzó su mayor apogeo a partir del huracán “Katrina”, el gobierno había establecido una reducción de más del 20% del consumo en todas sus instituciones, lo cual se ha venido cumpliendo.   

Brecha tecnología energética

En cuanto se refiere a cambios tecnológicos para desembarazar al país de una tecnología vinculada a la generación de energía con modalidades obsoletas y con alta dependencia de los hidrocarburos y carbón, se mantienen muy retrasados, a pesar de los esfuerzos por colocar al país al nivel en el cual la oferta de energía demandada equipare a la servida a empresas productivas y de servicios en todas las escalas, a hogares e instituciones públicas.

A pesar de que desde hace años el problema viene siendo estudiado por los diferentes gobiernos, organismos multilaterales y entidades asesoras locales e internacionales, las soluciones ofrecidas fueron coyunturales y de muy corto plazo, en tanto la demanda crecía en proporciones geométricas, colocando la demanda muy por encima de la capacidad de generación del parque energético tradicional, basado en la quema de petróleo y derivados, así como de carbón mineral.

En la medida en que tradicionalmente las autoridades fueron dejando a un lado encarar, mediante programas de alternativas energéticas que indujesen a conjurar la brecha oferta-demanda y a ahorrar energía, en los últimos 45 años este descuido conllevó a la adopción de medidas improvisadas y con visión inmediatista para en el corto plazo resolver la creciente deficiencia del servicio.

Con el abandono de alternativas tecnológicas más avanzadas y técnicamente ajustables a la realidad dominicana, la obsolescencia del parque energético del país se ha ido agudizando hasta que desde mediados y fines de los 80 la crisis “hizo aguas” con prolongados apagones originados por la falta de generación y dispositivos anticuados de respuestas a la creciente demanda.

Esto indujo al descuido de viejas plantas recicladas, de redes de generación y de transmisión que no responden a las necesidades, así como a ahondar el problema con la presencia de crisis económicas cíclicas que dejaron a los gobiernos desde esa década sin posibilidades de enfrentar a tiempo y con fondos disponibles los requerimientos de parques adicionales para generar electricidad, así como para efectuar programas asimilables por la población, dirigidos al cambio de fuentes tradicionales y al ahorro de energía.

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