“Educación Inclusiva: De la teoría a la realidad”

“Educación Inclusiva: De la teoría a la realidad”

 

Poco más de un siglo después de que Nietzsche anunciara la muerte de Dios, un amigo teólogo me preguntó: ¿Cómo hablar de Dios en un mundo sin Dios? Lejos de toda intención de articular aquí una argumentación teológica, la pregunta de mi amigo me ha llevado a reflexionar sobre lo difícil que es tratar de persuadir a la gente sobre algo que para muchos no es valioso ni rentable, o que por el contrario es considerado peligroso. Tal es el caso de la inclusión en la diversidad, para la cual sería necesario desconstruir muchas barreras socio-históricas, culturales e ideológicas. Entonces, la pregunta que nos convoca es ¿cómo hacer posible una educación inclusiva en la diversidad en una sociedad que excluye en diversos grados y por diversas razones?

Según Minerva Perez (2005) “La escuela es un reflejo de la sociedad en que vivimos, caracterizada por ser heterogénea, por lo que en ella han de encontrarse niños y niñas de características diversas, esta diversidad se manifiesta en diferencias que pueden convertirse en barrera para el aprendizaje si no son tomadas en cuenta”. Como puede observarse, el hecho de que la escuela sea un reflejo de la sociedad tienen una doble implicación: por un lado implica que así como la sociedad es diversa, la escuela también debería estar abierta a la diversidad; por otro lado, implica que si la sociedad es excluyente, lo más probable es que en la escuela también haya exclusión. Obviamente se espera que la escuela sea la base de la transformación social, pero lamentablemente la historia nos ha mostrado como en muchas ocasiones ésta ha servido para justificar y perpetuar sistemas sociales de dominación y exclusión. Es que, a fin de cuentas escuela y educación son creaciones humanas que responden a intereses.

Quizás alguien se pueda preguntar ¿para qué hablar de esto si desde hace varios años en nuestro sistema educativo se habla de educación inclusiva y de la diversidad? Sin embargo, cuando uno observa fenómenos como el bullying; cuando vemos que un estudiante con cabello lacio puede dejar que su cabello crezca 5cm, pero un negro con cabello crespo no, porque a este se le queda levantado; cuando el problema de una adolescente embarazada es que se le vea la barriga crecida, pues antes de que se le vea nadie dice nada y después que da a luz tampoco, uno  se pregunta ¿qué está haciendo la educación inclusiva?

En nuestro sistema educativo se dan cosas curiosas. Durante la educación pre-universitaria, se motiva a los y las estudiantes a tener una fe religiosa (principalmente la cristiana, a veces sin respetar que algunos son de otras confesiones religiosas u otros no son creyentes); y luego, en la universidad aparecen docentes que hasta reprueban a quien se declara creyente o, en el mejor de los casos, los burlan o menosprecian. ¡Qué contradicción!

Y si nos preguntamos por el acceso a educación de calidad y a las tecnologías educativas que tienen las mayorías de escasos recursos económicos, nos damos cuenta del sistema de inequidad en el acceso a un sistema educativo de calidad. Desde luego, sería injusto no resaltar el hecho de que se han hecho muchos esfuerzos por mejorar la educación. Aun así, los progresos son minúsculos.

El tema de la inclusión se inicia en torno a las personas con alguna discapacidad. Sin embargo, las estructuras todavía no son compatibles con una educación inclusiva para todo para personas que condiciones físicas que le impiden accesar a ciertos lugares. Por ejemplo, cursos que sólo se ofrecen en un segundo o tercer piso en una escuela sin ascensor. La cuestión con todo esto es que una cosa es escribir sobre inclusión y otra es la realidad que se vive en la praxis de la cotidianeidad. Esto nos invita a una reflexión-acción diferente.

Por ello, hay que reiterar que sin un cambio en la consciencia social que nos permita valorar como enriquecedora la diversidad (a quien es diferente) y comprometernos con la inclusión; además del interés político y la invesión económica no es viable la inclusión educativa. Necesitamos educarnos como ciudadanía sobre la importancia de una educación inclusiva que atienda a la diversidad y comprometernos (identificarnos) con la misma.

 

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