Educación, la clave

Educación, la clave

BERNARDO KLIKSBERG
El 43% de las niñas del mundo no está en el colegio secundario. Ello incide en las altísimas tasas de mortalidad materna, y mortalidad infantil en los pobres. Setenta y siete millones de niños desertan anualmente en primaria; no tendrán chance de salir de la pobreza.

¿Estas realidades son inevitables? De ningún modo. Varios proyectos coincidentes presentados en USA en los últimos días muestran preocupación por el papel que los países ricos deberían cumplir.

La senadora Clinton presentó al Congreso con dos representantes republicanos un proyecto para que EE.UU. aporte en los próximos cinco años, 10,000 millones de dólares para construir escuelas, entrenar maestros y bajar la deserción en países en desarrollo. El senador Obama propuso crear un fondo de 2,000 millones de dólares para educación, y duplicar la ayuda. Edwards, 15,000 millones de dólares para educar 23 millones de niños en los países pobres.

Las últimas investigaciones en USA sobre educación son terminantes. Una persona que no completa el secundario vive 9.2 años menos que un egresado. El estado de salud de un desertor del nivel secundario a los 45 años de edad, es peor que el de un graduado del mismo de 65 años. Un año más de educación en desertores escolares, reduciría la tasa de homicidios y asaltos en un 30%, y la de robo de carros en un 20%. Bastaría aumentar la graduación en secundaria en un 1% para que el sistema de justicia criminal se ahorre 1,400 millones de dólares por año.

La participación en pre-escolar genera descenso de la deserción escolar, baja del embarazo adolescente, del uso de drogas y de la criminalidad. Un dólar en pre-escolar tiene una tasa de retorno sobre la inversión, de 7 dólares.

No bastarán las buenas intenciones, hacen falta hechos concretos. La ayuda para el desarrollo de todo el mundo rico se redujo el año pasado en lugar de subir, y sigue a gran distancia del 0.7% del Producto Bruto aprobado por la ONU.

En América Latina con progresos importantes, no caben actitudes triunfalistas en educación. Sólo cuatro de cada diez jóvenes termina la secundaria. El 80% de niños de padres que no terminaron la primaria no logran completarla. Sólo el 1% de los jóvenes del 20% más pobre termina la Universidad. Continúan las pronunciadas inequidades en la calidad de la educación. Claramente, según los estudios, las mejoras en educación tendrían como uno de sus impactos, reducciones en las alarmantes tasas de criminalidad juvenil.

En el discurso público latinoamericano hay unanimidad en la prioridad de la educación. Ella debería expresarse en las inversiones concretas, que siguen en muchos países distantes de las necesarias, en un gran esfuerzo por la democratización de la calidad, y en amplios pactos nacionales entre gobiernos, empresa y sociedad civil, que protejan y fortalezcan a largo plazo los sistemas educativos, pilares estratégicos de un desarrollo sostenible e inclusivo.

El autor es Asesor Principal de la Dirección para América Latina del PNUD y de la ONU.

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