Se señala con insistencia, y pertinencia, cómo la América Latina pudo sortear con éxito los embates de la última – y actual – crisis económica-financiera. Asimismo, se ha lanzado la alerta de que nos adentramos en un momento más crítico. El boom de la demanda de los productos básicos y los buenos precios de que disfrutó muestra una tendencia a aminorar. Aunque va a volver la región no puede acomodarse a depender del comercio de materias primas y debe ser capaz de producir cambios radicales en su estructura innovando para industrializar e introducir nuevos procesos de agregación de valor. Ahí está realmente el eje de su desarrollo. Hay que fomentar una economía competitiva.
Para lograr ello hay que contar con una fuerza de trabajo bien preparada, educada, técnicamente capacitada; capaz de aprovechar la tecnología mundial, adaptarla y generar una propia acorde con sus necesidades. Una buena educación es imprescindible para el desarrollo pero para ello hay que promover el desarrollo de la educación en calidad. No basta extender el alcance masivo de la educación, ni dotarla de la infraestructura imprescindible. Son, efectivamente, pasos prioritarios, y por ende correctos. Todos deben tener acceso a la educación, pero una educación de calidad debe alcanzar a todos. La calidad de la educación nunca será superior a la calidad de los educadores. Hay que prestar atención a la selección y preparación de los docentes; dignificar su trabajo, hacerlos conscientes de su enorme responsabilidad social; involucrar a los sindicatos en todo el proceso incluyendo el velar por la calidad, la evaluación del docente y el aprovechamiento de la jornada. El estudio del Banco Mundial mostró que como promedio los profesores dedican menos del 65% de su tiempo a la enseñanza y el aprendizaje y que en escuelas públicas se pierde hasta un día a la semana.
Relata Andrés Oppenheimer que Bill Gates le habría dicho: “Si los latinoamericanos están satisfechos con sus sistemas de educación pública –tal como lo revelan las encuestas– la región está en problemas. El secreto del éxito educativo y tecnológico de países como China e India es la humildad, y cierta dosis de paranoia…”
Un impresionante estudio del Banco Mundial que comprendió 15 mil aulas de 3 mil escuelas en 7 países de la región mostró las falencias en la calidad que impactan el resultado del proceso educativo. No es solo un problema de recursos; como promedio en la región se dedica 5% a la educación lo que supera el promedio mundial. Resuelto lo urgente el problema no es solo gastar más sino gastar mejor. Se ha ido alcanzando un buen nivel de escolarización pero llegó la hora de atender lo que realmente se aprende. Talón de Aquiles del sector en nuestros países. Además, – en una región tan desigual – hay que democratizar el proceso de enseñanza eliminando las diferencias entre la escuela pública y la privada, entre los niños ricos y los niños pobres. Que todos aprendan más y mejor. Con más calidad en la enseñanza, más calidad en el aprendizaje y un mejor país.