Educación para la inclusión social

Educación para la inclusión social

Pese a los grandes avances que se han registrado en materia de educación en América Latina y el Caribe en la última década, aún hay 4.2 millones de niños y niñas en edad escolar que no asisten a la escuela.

Pero: ¿quiénes son estos excluidos del siglo XXI en una región que parece haber consolidado su democracia y logrado una mayor estabilidad económica que algunos países en Norteamérica y Europa?

Ciertamente no los vamos a encontrar en los promedios nacionales y menos aún en los regionales. Un promedio de escolarización primaria del 95 %, muy cercano al de los países desarrollados, no nos alerta sobre los varios millones de niños y niñas que no asisten a la escuela. Sin embargo, las brechas entre los más ricos y los más pobres son alarmantes, especialmente en la educación secundaria. En Guatemala y El Salvador, por ejemplo, sólo el 20% de la población más pobre tiene acceso al nivel secundario, frente a un 60% de los que tienen mayores ingresos.

Uno de los principales grupos excluidos, que constituye más del 30% de la población de la región, está conformado por los pueblos indígenas y los afro descendientes. Otro son las niñas. Aún en los países cuyos promedios en educación primaria indican paridad, se evidencia un rezago de las niñas en las zonas rurales e indígenas.

Tener alguna discapacidad es otro factor de exclusión: solo entre el 20 y 30 por ciento de los niños con discapacidades asisten a la escuela en nuestros países. Igualmente la escuela está aún cerrada para la mayoría de los niños, niñas y adolescentes que viven con VIH y SIDA.

Invertir en educación influye en el desarrollo humano y tiene un gran retorno para el individuo y para la sociedad. Cuanto más se invierte en educación tanto menos se gasta en curar enfermedades que son prevenibles y en reducir la violencia.

Pese a las evidencias, aún invertimos poco en educación. Para casi todos los países de la región la educación primaria y la secundaria media es gratuita. Sabemos, sin embargo, que en la práctica esto no es así. Aún cuando la matrícula es gratuita, los otros costos asociados a la educación pueden ser demasiado altos para las familias pobres.

A pesar de los problemas, los países de la región han avanzado mucho y han encontrado soluciones exitosas con potencial de replicación. Es por ello que UNICEF promueve espacios de intercambio entre los gobiernos de la región. Así lo hicimos ayer en Buenos Aires ante los Ministros, Ministras y Altos Responsables de la Infancia y de la Adolescencia reunidos en el marco de la XII Conferencia Iberoamericana.

Todos los Objetivos de Desarrollo del Milenio serán más fácilmente alcanzables si aseguramos más y mejor educación a todos y cada uno de los niños, niñas y adolescentes de nuestros países. En este sentido la educación es un derecho en si mismo y también la llave para la realización de los demás derechos universales.

La generación de los bicentenarios merece un mundo más inclusivo y más equitativo. Este mundo comienza en la escuela.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas