Educación y empleos

Educación y empleos

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
El presidente Leonel Fernández dijo el 27 de febrero que se hará un programa de créditos educativos que llegará a 100 mil estudiantes. La idea es excelente y ojalá que la ejecución sea buena y no se disponga algo similar a lo que se hizo en el 2000 cuando se privilegió a un grupo de hijos de altos funcionarios del gobierno y del Partido de la Liberación Dominicana con becas para estudios en el extranjero. Porque no se hable de ese asunto no significa que ha sido olvidado.

La inversión en educación, lo dice todo el mundo, es la mejor que puede hacer cualquier pueblo.

Recuerdo que en la época del deshielo soviético mejor conocido como «perestroika» y «glasnot» el mismo Mikhail Gorvachov se quejaba de que la Unión Soviética tenía menos computadoras por estudiantes, que Estados Unidos y los países de Europa Occidental.

Pero también recuerda aquella lección de mecanografía con una frase que dice:

«Al alemán le sucedía lo que a la mayoría de los jóvenes de su país, que después de pasar largos y agotadores años en las universidades de su Patria, tenían que ejercer un oficio cualquiera».

Hubo un tiempo en que en Argentina, para sólo citar un ejemplo, médicos, ingenieros y otros profesionales liberales ganaban más dinero como taxistas que si ejercieran su profesión.

Profesionales dominicanos graduados en medicina, ingeniería civil, química, informática, agrónomos, veterinarios, abogados, trabajan en Nueva York y otros destinos como obreros no especializados.

Imagino que como mi amigo el doctor Leonel Fernández es tan dado a los estudios y a las investigaciones, el programa que anunció ha sido desmenuzado para determinar hacia dónde va, qué se quiere con ello y cómo se va a lograr.

Ninguna inversión en educación es suficiente, en eso hay que estar claros.

Pero ¿para qué se va hacer la inversión?

Supongamos que en diez años tenemos 100 mil nuevos profesionales en distintas ramas ¿habrá puestos de trabajo, decentes, estables y bien remunerados para ellos?

Apena que ningún gobierno se haya propuesto, planeado, comenzado y dado seguimiento a un programa nacional de autoabastecimiento de alimentos.

Tampoco hemos explotado toda la tierra que tenemos para los distintos usos que tienen vocación.

Las aguas de la mayoría de nuestros ríos bajan hacia el mar sin que se obtenga de ellas todo el beneficio que se puede.

En una palabra: no hay un plan nacional de desarrollo que sea respetado por los distintos gobiernos independientemente del color de la bandera que maneje el Poder Ejecutivo. Ese es uno de nuestros problemas fundamentales.

La intención del presidente Fernández es buena, nadie lo puede negar porque la inversión en educación tiene el respaldo de todos, pero ¿hacia dónde va el plan?

¿Dónde trabajarán en cinco, diez años 50 ó 100 mil nuevos profesionales?

Sin desmedro de la buena idea y esperamos que mejor ejecución, explotemos la tierra, las aguas y produzcamos alimentos, leche, calzados, cueros, que podemos y lo sabemos hacer.

Mientras, producir miles de profesionales sin un plan que permita avizorar dónde trabajarían, es trabajar para que haya una fuga de cerebros peor que la que padecemos en la actualidad.

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