Educar ¿para qué?

Educar ¿para qué?

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Pese a todo lo que se dice, la educación en nuestro país tiene un rumbo incierto.

En estos días dos acontecimientos llaman la atención:

– La última graduación de la Universidad Madre y Maestra que llenó de orgullo a su rector, según su discurso en el acto, y el inicio del año escolar.

Como todos los años, la vuelta a la escuela provoca los mismos titulares en los diarios: faltan aulas, pupitres, sanitarios y hay que reparar escuelas.

Aparentemente no hay suficiente dinero para atender las necesidades de las escuelas públicas.

Pocos se preguntan, de los millones de niños que asisten a las escuelas: – ¿cuál es el porcentaje de deserción escolar?; – ¿a qué edad desertan?; – ¿qué se hace para que regresen a clases?; – ¿aprenden algo en la educación primaria? – ¿cuántos pasan a la educación secundaria?

Para mí que ahora los niños que pasan a la secundaria tienen tantas deficiencias que hay que examinar y solucionar el problema.

Algo tan aparentemente elemental como las cuatro reglas de las matemáticas: sumar, restar, multiplicar y dividir es mal enseñado y peor aprendido por nadie sabe cuál porcentaje de estudiantes.

Los llenan de información basura que nunca utilizarán en la vida diaria, en las profesiones que estudiarán en el futuro y con las cuales servirán a la sociedad.

Lo básico, lo que se necesita para desenvolverse en la vida: el lenguaje y la lógica matemática, parece que no son las materias más importantes en la escuela de hoy.

No hablemos de la falta de conocimientos prácticos de los bachilleres ni mucho menos de las “reformas” al sistema escolar que tan costosas resultan, sin que los resultados sean satisfactorios. De las universidades salen egresados que desconocen los más simples rudimentos de la escritura y la elocución y ni hablar de las cuatro reglas de las matemáticas.

De ahí la frase que reza: él pasó por la universidad, pero la universidad no pasó por él.

Ante una situación, hace mucho que fue oportuno, y no se hizo, preguntarse: educar ¿para qué?

Primero: un programa serio, continuado y profundo de alfabetización real que permita a la gente formar parte de la sociedad.

Segundo: consolidar la asistencia a clases y disminuir o eliminar la deserción escolar.

Tercero: preparar maestros que conozcan las materias que van a enseñar y se conviertan en líderes de los estudiantes.

Cuarto: reorganizar el pensum de modo que la escuela enseñe a vivir y ponga en manos de los estudiantes los instrumentos para ello.

Quinto: la escuela debe ser, al mismo tiempo un lugar para transmitir conocimientos y un taller de enseñanza de labores manuales.

Luego, la respuesta a la pregunta fundamental: educar ¿para qué?

Millares de jóvenes reciben un diploma de graduación universitaria que no les garantiza que hallarán un lugar donde trabajar.

Muchos trabajan en campos que no estudiaron; otros se van al extranjero. La inversión pública en educación debe estar orientada a producir personal calificado para trabajar en su país en las tareas que el desarrollo nacional demanda, lo estamos echando agua salada al mar.

Para ello, debemos tener un plan nacional de desarrollo.

Y, de manera especial, la voluntad política de salir del atraso ancestral que continúa ahogándonos.

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