Edwin Espinal
Un apasionado de la historia

Edwin Espinal <BR><STRONG>Un apasionado de la historia</STRONG>

POR CLARA SILVESTRE
Aunque su rostro refleja una gran juventud, su personalidad madura y sentido de la responsabilidad social le han permitido publicar siete libros relativos a la historia, mereciendo el Premio Nacional de la Feria del Libro por su última edición Historia Social de Santiago de los Caballeros (1900 – 1930).

Para Edwin Espinal  fue una sorpresa recibir el premio, ya que cuando sometió el libro a concurso nunca espero que ganara, aunque dice que sí tenía un presentimiento positivo, porque al leer las bases sintió que el libro cumplía con los requisitos.

Así fue que sencillamente el premio resultó un gran estímulo para que este joven escritor continuara produciendo y escribiendo fundamentalmente en el aspecto de la historia, rama a la cual ha dedicado la mayoría de sus producciones.

En este sentido trabaja constantemente, y de hecho explica que está pendiente una segunda parte del libro, y para julio espera presentar otro título, “Manuel de Jesús Tavárez Portes (1906 – 2006), en el centenario de su fallecimiento”.

Comparte el ejercicio de escribir con su profesión de abogado, “durante la investigación que desarrollé se dividía entre las audiencias en los tribunales, las consultas en la oficina, bibliotecas, archivos y oficinas de colegas donde se encontraban los protocolos notariales que fueron fundamentales como base bibliográfica para realizar este trabajo”.

Sobre esta investigación dijo: “ha sido tal vez la más provechosa para conocer la evolución de la ciudad de Santiago, y ver como una población que había sido destruida por un incendio en 1963, tiene la decisión de variar ese estado de pobreza y vencer la desaparición total de sus bienes para seguir adelante y echar las bases de la ciudad sobre nuevos elementos, tanto en el aspecto urbano como en el en aspecto social y económico. Esa es la gran enseñanza de las investigaciones de este libro”.

Asegura que esta investigación constituyó un reto, porque del período que se aborda en el libro no existía nada escrito, es decir que todo estaba en sus fuentes primarias, por lo que tuvo que estudiar los boletines, la prensa y protocolos notariales de los abogados de la época, y luego armar y darle forma a toda esa información resultó un trabajo bastante complejo. Piensa que precisamente son esas experiencias retadoras las únicas que ayudan a crecer.

El área de investigación la ha desarrollado desde aproximadamente el año 1987, cuando colabora con el doctor Campillo Pérez en la elaboración de sus obras: “Francisco Espaillat y el desarrollo del Cibao”, y “Francisco Espaillat y su familia”, dos investigaciones de genealogía. Pero ese interés por la historia viene desde mucho antes, estando en 5to. grado se leyó el libro de texto de historia antes de iniciar las clases.

Hoy confirma que lo hizo porque le interesaba el tema de algunos capítulos, y porque desde muy pequeño tuvo esa inclinación por la historia, aunque cuando llegó el momento de estudiar en la universidad se decidió por la carrera de Derecho.

Confiesa que nunca pensó convertirse en historiador: “Fue una carrera que se hizo paso a paso, con tiempo, con dedicación, y que ha tenido el reconocimiento de la sociedad, lo cual me enaltece bastante. Quizás el mayor de esos reconocimientos fue la designación en el año 2003, como académico de la Academia Dominicana de la Historia”.

Su primer artículo en la prensa lo escribió cuando tenía 15 años. Ese inicio temprano en la escritura y el hecho de haber participado en dos investigaciones históricas de importancia, logrando entrar en contacto con  historiadores, significó la señalización del camino que sigue.

El joven escritor, quien dirigiera por dos años la Oficina Nacional de Derecho de Autor, considera que el estudio del derecho se complementa muy bien con su afición por la historia, porque tienen herramientas similares, como el cotejo de la información, el estudio de documentación, la búsqueda de la verdad a través de esa información, los cuales son elementos que se pueden encontrar también en la práctica jurídica.

Sus grandes intereses: la historia y la genealogía, y no está fuera de posibilidad que produzca algún texto sobre derecho de autor.

Destaca que su desempeño como director de la Oficina Nacional de Derecho de Autor fue una experiencia enriquecedora desde el punto de vista jurídico, porque tuvo un contacto con la materia y los principales doctrinarios a nivel latinoamericano, y asimismo, estableció vínculos y relaciones de amistad con los abogados del país, y se ha motivado a seguir cultivando esa área del derecho dentro de su carrera profesional.

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