Washington. La Administración del presidente estadounidense, Barack Obama, prometió hoy reducir los inventarios de minas antipersonales de Estados Unidos, el paso más decisivo de este país para sumarse en el futuro al tratado que prohíbe el uso de estos explosivos que causan daños indiscriminados.
En la tercera conferencia de revisión del Tratado de Prohibición de Minas, que se celebró en Maputo (Mozambique) hasta hoy, los representantes estadounidenses dieron el paso más importante hasta la fecha para sumarse eventualmente a un tratado con 15 años de vigencia, firmado por 161 países, pero en el que no están incluidos Estados Unidos, Rusia, China o India. La portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Cailtlin Hayden, anunció en un comunicado que “Estados Unidos ha dado pasos para dejar de producir o adquirir minas terrestres antipersonales en el futuro, y para no reponer el inventario de las minas que expiren».
Hayden dijo que la delegación estadounidense ha dejado claro que está buscando soluciones que permitan a Estados Unidos unirse a la Convención de Ottawa de 1997, donde se acordó poner fin al uso y producción de minas terrestres, que matan anualmente a entre 15.000 y 20.000 personas en todo el mundo, la gran mayoría civiles. Se estima que Estados Unidos dispone de unos 9 millones de minas antipersonales, aunque el Pentágono se comprometió formalmente en 2011 a dejar de utilizar “minas persistentes”, que pueden seguir activas durante años tras el fin de un conflicto, tanto anticarro como contrapersonal.
Durante la conferencia de Maputo, la alta representante para los Asuntos de Desarme de las Naciones Unidas, Angela Kane, recordó que algunos de los países que no se han unido al tratado de Ottawa aún mantienen un considerable número de minas almacenadas. “Urjo a todos los estados que no han accedido a la Convención a hacerlo y que se adhieran a otros instrumentos legales relevantes”, aseveró Kane, que transmitió este mensaje en nombre del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. En un comunicado, Steve Goose, director de asuntos armamentísticos de Human Right Watch (HRW), dijo que “finalmente Estados Unidos ha salido de las sombras al indicar que tiene intención de unirse al tratado de minas terrestres. Esperemos que se muevan con rapidez para subirse a bordo”, agregó.
En opinión de Goose, con este paso Estados Unidos reconoce que el tratado es el mejor marco para que el mundo se vea libre algún día de las minas antipersonales, algo que podría ayudar a otros países a seguir el mismo camino. HRW considera que Estados Unidos debería fijarse una fecha límite para firmar el tratado de Ottawa. El presidente Bill Clinton prometió en 1997 que Estados Unidos tomaría medidas para poder unirse al tratado en 2006, pero la administración de George W. Bush suspendió esos avances en 2004, en el punto álgido de las guerras de Irak y Afganistán.
El presidente Barack Obama ordenó nada más llegar al poder, en 2009, revisar las políticas del Departamento de Defensa y Estado sobre el uso de minas antipersonales y las iniciativas de prevención y limpieza de campos minados. La Casa Blanca recordó hoy que Estados Unidos es el mayor contribuyente mundial a campañas humanitarias y de lucha contra las minas y que desde 1993 ha provisto 2.300 millones de dólares para financiar programas de destrucción de campos minados en 90 países.
Entre las iniciativas estadounidenses se incluyen programas de rehabilitación y prótesis para más de un cuarto millón de personas en 35 países heridas de gravedad por las minas, que siguen activas durante décadas después de un conflicto. Según el Servicio de las Naciones Unidas para Actividades relativas a las Minas (UNMAS), cada día muere una media de 10 personas por la detonación de minas, lo que además de limpiar los campos minados, requiere educar a la población de zonas de riesgo sobre los daños que suponen estos dispositivos de guerra. África, Centroamérica y países como Colombia, Vietnam, Laos, Camboya o Afganistán son los más afectados por el uso de minas antipersonales durante años de conflicto.