Los demócratas intentaron el martes recuperar su poder en capitales de todo el país logrando la gubernatura de varios estados clave, avanzando en su estrategia nacional para revertir años de dominio republicano en los capitolios estatales.
Sin embargo, sus triunfos en Illinois, Michigan, Nevada y Wisconsin, se vieron compensados por las victorias de los republicanas, que retuvieron uno de los puestos más codiciados, el de gobernador de Florida, además de los de Ohio y Arizona. Estos tres estados tendrán un papel destacado en el mapa presidencial en dos años.
Horas después del cierre del casillas, una de las carreras más disputadas del país, la que enfrentaba a la demócrata Stacey Abrams y al republicano Brian Kemp por la gubernatura de Georgia, estaba demasiado ajustada como para nombrar un vencedor. Lo mismo ocurría a última hora del martes en Connecticut entre el demócrata Ned Lamont y el republicano Bob Stefanowski y en Alaska entre el republicano Mike Dunleavy y el demócrata Mark Begich.
Los demócratas derrocaron al republicano Scott Walker en Wisconsin para completar su barrido en la región del alto Medio Oeste. Walker era uno de los principales objetivos del partido y una figura divisiva en su estado: llegó al cargo con la oleada de popularidad del Tea Party de 2010 y llamó la atención de todo el país por encabezar el retroceso de los derechos sindicales.
El triunfo de Tony Evers da al partido la oportunidad de deshacer algunos de los logros de Walker, como una estricta ley de identificación de votantes y una norma que acabó con la negociación colectiva para los funcionarios.
Del mismo modo, los demócratas esperan que sus victorias sean una señal de resurgimiento en el corazón del país, donde Donald Trump arrasó en 2016.
“Creo que el mensaje es simple. Un candidato con un tono moderado pero con un pensamiento progresista puede ganar” en esa región, explicó el exgobernador demócrata de Iowa, Tom Vilsack. “Ganar las gobernaciones es un paso enorme para comenzar el proceso de cambiar la dirección de nuestra política”.
Nuevo México cayó del lado demócrata, como Maine, donde la secretaria de Justicia estatal, Janet Mills, ganó la carrera para suceder al combativo Paul LePage, que tenía un mandato limitado tras ocho años en el cargo.
En Michigan, la demócrata Gretchen Whitmer se impuso al republicano Bill Schuette pese a los años de dominio conservador en el estado.
El gobernador republicano Bruce Rauner, por su parte, reconoció la derrota ante su rival demócrata, J.B. Pritzker. El multimillonario Pritzker parece haber capitalizado no solo la falta de popularidad de Rauner sino la insatisfacción generalizada con Trump. En Kansas, la legisladora estatal Laura Kelly venció al secretario de Estado Kris Kobach, un aliado cercano al presidente.
Los demócratas Andrew Cuomo en Nueva York y Tom Wolf en Pennsylvania lograron la reelección sin problemas, como los republicanos Larry Hogan en Maryland y Charlie Baker en Massachusetts, dos regiones tradicionalmente progresistas.
En total, los estadounidenses eligieron a 36 gobernadores y 6.089 legisladores estatales en comicios generales y especiales en las que grupos nacionales afiliados a ambos partidos invirtieron una cantidad de dinero sin precedentes.