Washington. EFE. Las autoridades estadounidenses, que hacen frente a una crisis humanitaria por la llegada de miles de niños indocumentados desde Centroamérica, continuaban ayer reubicándolos en albergues en espera de decidir sobre su destino.

La base militar de Fort Sill (Oklahoma), que espera a un grupo de 135 niños que fueron detenidos cuando entraban de manera ilegal en el país, es una de las instalaciones habilitadas para acoger estos menores.

Los centros de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) han rebasado su capacidad y están buscando lugares que cubran las necesidades de los menores que en algunos casos están recluidos en celdas repletas, recostados en el suelo y sin suficiente espacio ni higiene.

Miles de niños bajo custodia de la Patrulla Fronteriza partieron rumbo a un albergue en California desde Nogales (Arizona), donde se encontraban recluidos en un almacén, mientras varios refugios en Miami han ampliado su capacidad y se preparan para la acogida. En los últimos 7 meses 47 mil niños han cruzado solos la frontera, la mayoría procedentes de Guatemala, El Salvador y Honduras.

El Gobierno estadounidense se centró esta semana en insistir en el peligro que expone para los niños la inmigración ilegal y subrayó que los menores no podrán acogerse a la reforma migratoria que debate el Congreso, ni a la moratoria a las deportaciones de jóvenes indocumentados que llegaron antes de 2007.

Esta crisis, atribuida al incremento de la violencia en Centroamérica y la falsa percepción de que los menores puedan beneficiarse de alguno de los beneficios migratorios, pone un interrogante sobre cual será su futuro.