EE.UU. tiene un favorito en Afganistán,
eso es un problema

EE.UU. tiene un favorito en Afganistán, <BR data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2004/09/284D4B0A-2D5E-4CD9-ADB1-D5713C0862F7.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=460 data-eio-rheight=327><noscript><img
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POR DAVID RHODE Y CARLOTTA GALL
KABUL, Afganistán.- Dejando de lado los ataques del Talibán, un enorme interrogante se vislumbra sobre la primera elección presidencial de Afganistán el 9 de octubre. ¿El esperanzado electorado del país lo verá como un ejercicio de democracia, o un ejercicio en el teatro político estadounidense?

El Presidente Hamid Karzai, a quien apoya Estados Unidos, es por mucho el político mejor conocido en Afganistán y se espera ampliamente que gane. Su plataforma goza de apoyo popular abrumador en sondeos de opinión pública. Después de un cuarto de siglo de guerra civil, sus llamados a la unidad nacional, la resolución pacífica de las disputas y la reconstrucción repercute claramente en toda la sociedad expectante.

Pero los afganos siguen poco familiarizados con el proceso democrático, acostumbrados a los rumores y a la desconfiazna de los rivales y los forasteros. Miembros de su élite, algunos comandantes militares y los rivales de Karzai están advirtiendo que funcionarios estadounidenses están poniendo en peligro la credibilidad de la elección al tratar con demasiado esfuerzo de lograr una demostración de amplio apoyo a Karzai y haciendo poco por asegurar a los afganos que el campo de juego electoral está nivelado.

Algunos importantes rivales de Karzai dicen que el embajador estadounidense Zalmay Khalilzad, y otros funcionarios occidentales los han exhortado a renunciar a la contienda y respaldar a Karzai días antes de la votación. Funcionarios estadounidenses niegan terminantemente las denuncias, pero los informes continúan alimentando sospechas más profundas. «¿Cómo lo arreglarán los estadounidenses?», preguntó un colaborador cercano a uno de los principales contendientes de Karzai.

Abdul Latif Pedram, un escritor que es uno de 17 candidatos que contienden contra Karzai, dice que un proceso electoral afgano trunco está diseñado para beneficiar a dos presidentes en funciones, Karzai y el Presidente George W. Bush. Un triunfo cómodo de Karzai en una elección cuidadosamente controlada impulsaría las posibilidades de reelección de Bush y esa es la razón de que exista un campo de juego electoral disparejo en Afganistán, dice.

De hecho, los contendientes operan en desventaja. Pedram señaló que no les han proporcionado recursos para visitar las 34 provincias del paí, mientras que Karzai está siendo transportado en aeronaves de las fuerzas armadas estadounidenses. «El señor Karzai puede ir con helicópteros estadounidenses y guardaespaldas estadounidenses a 10 provincias en un día», dijo. «¿Qué podemos hacer?»

Aunque esa desigualdad podría parecer inevitable para los estadounidenses ansiosos e evitar que Karzai sea asesinado. Pedram no está solo cuando critica los preparativos para la votación en sí. Analistas afganos y occidentales dicen que la presión de parte de Estados Unidos y Karzai ha obligado a funcionarios de Naciones Unidas, que están organizando la votación, a crear una forma de democracia instantánea que toma atajos.

«Es difícil no concluir que con esto se trató de lograr un resultado final y no tener un proceso significativo», dijo Andrew Wilder, jefe de la Unidad de Investigación y Evaluación Afgana, un grupo de investigación independiente aquí.

Funcionarios de la ONU que organizan la votación dicen que el esfuerzo aquí es una mera sombra de esfuerzos pasados en Camboya y Timor Oriental. «Esto es muchi más grande, mucho más peligroso, con mucho menos dinero», dijo un funcionario.

La falta de fondos, combinada con problemas de seguridad, han dejado al país con sólo entre 100 y 200 observadores internacionales para una elección en la cual habrá 5,000 centros de votación.

Wilder y otros advierten que los miembros de la élite educada del país, la columna vertebral del esfuerzo para reformar al país, son cínicos sobre las elecciones, llamándolas un «trato hecho» en favor de Karzai.

Esos críticos señalan cifras que demuestran que aun cuando Afganistán recibió sólo un mafro financiamiento de reconstrucción en los años fiscales 2002 y 2003, el gobierno de Bush ha inyectado 1,760 millones de dólares adicionales en fondos de reconstrucción para el país en el año fiscal 2004. Hablando en privado, funcionarios estadounidenses dicen que el esfuerzo para construir rápidamente carreteras, escuelas y clínicas ha sido diseñado para incrementar la confianza de los afganos en Occidente, y en Karzai.

Los críticos de los preparativos electorales dicen que los problemas van más allá del sesgo hacia Karzai. Fuera de Kabul, se espera que caciques locales y ancianos tribales ordenen a comunidades enteras que voten por su candidato de elección.

En un ensayo en julio pasado, Nancy Hatch Dupree, experta en la herencia cultural de Afganistán, predijo que los afganos votarán como se les diga, no como piensen.

«La mayoría por lo tanto continuará siguiendo las directivas tribales, comunitarias o familiares, como lo hicieron en el pasado», escribió. «O serán intimidados por nuevas fuentes de influencia basadas en luchas locales por el poder y la riqueza».

Karzai y Bush han elogiado un aumento en el registro de votantes en agosto como un signo de la ansiedad por votar entre los afganos. Mientras que 1.8 millones de afganos se registraron durante los meses invernales, el número creció durante el verano a más de 10 millones.

Pero en algunas provincias esto produjo cifras de registro que eran tan altas -hasta 140 por ciento de la cifra estimada de votantes elegibles- que despertó temores de que pudiera haber un fraude electoral masivo el día de la votación. Al final, si los sondeos de opinión pública actuales son precisos, Karzai obtendrá un triunfo abrumador que reflejaría precisamente el amplio apoyo que existe para él, o al menos su agenda.

Pero analistas advierten que si los contendientes renuncian al último momento y el proceso es visto como un teatro político dirigido por los estadounidenses diseñado para impresionar a los votantes estadounidenses en vez de a los afganos, un triunfo abrumador socavaría la legitimidad de Karzai en vez de realzarla.

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