EE.UU.: turbulencias capitalistas

EE.UU.: turbulencias capitalistas

Estados Unidos enfrenta actualmente una difícil situación económica. Algunos de sus principales bancos de inversión colapsaron, otros fueron intervenidos por el gobierno, algunos se fusionaron y otros están en lista de próximas bancarrotas. Los precios de las viviendas se han desplomado, el desempleo va en aumento y el déficit fiscal se ha disparado. Es un país endeudado dentro y fuera.

República Dominicana, que depende para su bienestar de lo que ocurra en la economía norteamericana, debe prestar mucha atención a lo que acontece. La mayor parte de las exportaciones dominicanas van a territorio norteamericano, muchas remesas provienen de allá, y también muchos turistas.

En las últimas décadas, el crecimiento de la economía mundial ha tenido como uno de sus pilares el consumo en Estados Unidos.

En los últimos años, sin embargo, el consumismo norteamericano se ha sostenido en un excesivo endeudamiento del gobierno, las empresas y la población.

Para las familias norteamericanas, el fácil acceso a préstamos hipotecarios y el vertiginoso aumento en los precios de las viviendas, generó una prosperidad ficticia que ahora se torna contra muchos que prestaron y tomaron prestado.

El problema es de tal magnitud que amenaza con desestabilizar la economía global.

El asunto es que la creencia de que el precio de las viviendas aumentaría siempre ocasionó dos serios problemas.

El primero es que muchas personas tomaron dinero prestado con la idea de que en poco tiempo el valor de sus propiedades sobrepasaría por mucho el monto de los préstamos.

Las entidades financieras, por su parte, prestaron irresponsablemente para ganar en comisiones e intereses. Ofrecieron incluso bajas tasas durante los primeros años del préstamo.

Sin adecuada supervisión gubernamental o empresarial, muchos compradores de viviendas recibieron préstamos sin la calificación adecuada y ahora no pueden o no quieren pagar.

El otro problema es que muchas personas que vieron la apreciación de sus viviendas, tomaron hipotecas con el propósito de cubrir otros gastos, como la compra de una segunda vivienda o un vehículo, unas vacaciones, o el pago de la universidad de los hijos.

Todo esto contribuyó a aumentar el consumo porque las viviendas sobrevaluadas creaban una ilusión de riqueza.

Cuando la cantidad de personas que no podía pagar sus préstamos aumentó, el valor de las viviendas comenzó a desplomarse. Muchos entonces encontraron que sus préstamos eran mayores que el valor de sus casas.

Hasta hace poco predominó la idea de que el problema de esas llamadas “hipotecas basuras” tendría un efecto negativo limitado en la economía.

Pero la reciente caída de grandes entidades financieras como Merryl Lynch y Lehman Brothers mostró la magnitud del problema.

La crisis afecta todo el sistema económico y muy directamente a la clase media que se acostumbró a vivir más allá de sus medios, y a muchos jóvenes ilusionados con la idea de que a los 30 años podían devengar salarios exorbitantes en el sector financiero.

Durante la administración de George Bush, Estados Unidos ha captado mucha inversión extranjera, sobre todo de los países asiáticos, para cubrir el déficit fiscal que ha generado la guerra en Irak.

Ahora, el gobierno planea endeudarse más con un subsidio masivo al sector financiero mediante la compra a los bancos de “hipotecas basura”. El objetivo es devolver liquidez y fluidez crediticia al sistema capitalista.

Los ultra conservadores neoliberales del Partido Republicano, que han predicado por décadas la libertad de mercado, critican el plan por considerarlo socializante.

Los demócratas muestran disposición pragmática de abrazarlo porque si ganan en noviembre no quieren esta decisión exclusivamente en sus manos.

Bush, por su parte, pasará a la historia como el presidente que abandonó la vieja doctrina económica conservadora de disciplina fiscal. Endeudó el país para pelear guerras imperiales y para proteger el capitalismo de su auto-destrucción.

El resultado es que mientras en la época de prosperidad las ganancias se privatizaron, en la época de dificultades las pérdidas se están estatizando. Injusticia sobre injusticia.

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