EEUU se prepara para la era post Assad en Siria

EEUU se prepara para la era post Assad en Siria

WASHINGTON. AFP. En un momento en que el presidente sirio, Bashar al Assad, se encuentra enfrascado en una cruenta campaña por mantenerse en el poder, Estados Unidos ya se prepara para su caída, con las costosas lecciones aprendidas del vacío de poder en Irak.  

Las autoridades estadounidenses no saben cuánto tiempo Assad puede mantenerse en el poder ante los férreos ataques de la oposición pero insisten en que su caída es inevitable y que deben prepararse para un ineludible dolor de cabeza en el frente de la política exterior.  

Washington pide desde hace tiempo una transición en Damasco, pero la renuncia del primer ministro sirio, Riad Hijab, esta semana impulsó las crecientes esperanzas de que el régimen de Asad pueda ser derrotado.  

«Podemos empezar a hablar sobre el tema y planear más lo que viene, el día después de la caída del régimen», dijo el martes desde Sudáfrica la secretaria de Estado, Hillary Clinton. «Sé que va a ocurrir», agregó.  

Sin embargo, la era post Asad en Siria se caracteriza más por las interrogantes que por las respuestas. Existe el temor de que colapse el Estado, de que exista un baño de sangre entre tribus, consecuencias para la seguridad regional y una crisis humanitaria.  

Que el desenlace de este drama pueda acontecer en el clímax de la batalla por la reelección del presidente estadounidense, Barack Obama contra el republicano Mitt Romney, otorga a la Casa Blanca otro motivo para contemplar el peor de los escenarios y las soluciones posibles.  

Una de las lecciones dejadas por la Primavera Árabe es que las fuerzas históricas a menudo han desafiado los esfuerzos realizados por los gobiernos de occidente para dar una respuesta, dejando a las autoridades intentando encontrar un nuevo marco en el ínterin.  

Clinton y otras autoridades han recalcado la necesidad de que las instituciones sirias permanezcan intactas, para mantener la cohesión del país una vez que la plataforma política de Asad haya dejado el poder.  

Las autoridades afirman que las decisiones de Estados Unidos están parcialmente basadas en las lecciones sobre Irak, donde la estrategia de desmantelamiento del partido Baas, que tenía como objetivo purgar a los funcionarios del régimen de Sadam Hussein, ayudó a incubar las condiciones para el caos y la insurgencia.  

«Es acertado decir que ese precedente es útil», dijo el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, aunque señaló que en la Primavera Árabe se dieron otros patrones y que no todas las revoluciones regionales se ajustan al mismo molde.  

Reva Bhalla, de la consultora geopolítica Stratfor, también comparte la idea de que la dolorosa experiencia sufrida por Washington en Irak, otorga a las autoridades estadounidenses calma a la hora de afrontar el futuro de Siria.  

Para el experto, Estados Unidos es consciente de las consecuencias de su política contra el partido Baas en Irak.  

Si cae el régimen de Assad, las autoridades afirman que habrá una necesidad de mantener los servicios básicos como el agua y la electricidad, lo que va a requerir de tecnócratas vinculados a la cúpula gobernante.  

Pero a diferencia de Irak, el futuro de Siria no será exclusivamente responsabilidad de Estados Unidos, ya que Washington está en conversaciones con aliados clave como Turquía y Jordania, al igual que con otros poderes regionales para intentar mermar la influencia estratégica de Irán.  

Obama discutió la situación de la crisis siria en reiteradas ocasiones con el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, y con sus aliados europeos durante el fin de semana.  

La semana pasada, el secretario de Defensa, Leon Panetta, estuvo en Jordania para analizar la situación en Siria una vez que Asad caiga con el rey Abdalá II.   Pero los actores internacionales podrían enfrentar un futuro plagado de problemas en Siria, desde la localización de armas químicas a la fracturada oposición y el exilio, a cómo articular el futuro político de la nación.  

También existe la amenaza de que la caída de Assad pueda desatar la violencia entre los grupos étnicos y religiosos, lo que lleve a un vacío de poder que pueda ser aprovechado por grupos como Al Qaida.  

Una eclosión de este tipo, aprovechada tal vez por Irán, podría esparcir la inestabilidad en una región muy volátil, lo que amenazaría a Israel, Jordania y reflotaría la violencia religiosa en el Líbano.  

En este sentido, el rey Abdalá levantó las alarmas al plantear que Assad podría ejecutar un «Plan B» y retirarse a un enclave alauita dentro de Siria.  

«Este sería, en mi opinión, para nosotros, el peor escenario, ya que implica la desintegración de la Gran Siria», dijo Abdalá.

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