Nueva York. Un Estados Unidos congelado cerró anoche el baile de las celebraciones de Año Nuevo, marcadas por grandes espectáculos piroténicos en el resto de América, Europa y Asia-Pacífico.
América: frío en Nueva York, blanco en Rio
En Nueva York, unos dos millones de personas, muchas de ellas con ropa para la nieve, desafiaron una temperatura de -12,7 ºC, la más baja que se registra en Nochevieja en un siglo, para dar la bienvenida a 2018 en la emblemática Times Square.
Tan inusual como el frío polar, fue el operativo de seguridad impuesto tras dos recientes atentados inspirados por el grupo yihadista Estado Islámico.
El perímetro de seguridad fue el más amplio de la historia, y cada persona que entraba debía pasar por dos controles policiales y no podían llevar ningún bolso o cartera.
A medianoche, todos pudieron celebrar al son de «New York, New York» de Frank Sinatra. También con música y con unos deslumbrantes fuegos artificiales se recibió el año en RIO DE JANEIRO, donde las autoridades esperaban que unos tres millones de personas, muchas de ellas vestidas de blanco como manda la tradición, se congregaran en la playa de Copacabana.
La cantante Anitta, que logró fama mundial con su canción «Vai Malandra» fue otra gran estrella de esta velada en la que no faltaron los rituales para la buena suerte y la prosperidad.
En Europa, la gente ignoró como pudo al frío y salió a saludar al año nuevo como ya había ocurrido en las islas del Pacífico, Nueva Zelanda, Australia y Asia.
Europa: festejos y seguridad
En Europa, los festejos estuvieron acompañados de fuertes medidas de seguridad.
En PARÍS, a pesar de la llovizna y el viento, cientos de miles de personas se dieron cita en los Campos Elíseos para «enterrar 2017» y celebrar la llegada del Año Nuevo en medio de un fuerte dispositivo policial.
Locales y turistas se deleitaron con un espectáculo de luces y sonido antes de los tradicionales fuegos artificiales del Arco de Triunfo. Cerca de 140.000 policías, gendarmes y soldados fueron movilizados en toda Francia para hacer frente a la amenaza yihadista.
En LONDRES, más de 100.000 personas asistieron a los fuegos artificiales desde las orillas del Támesis. Para respetar la tradición, el Big Ben dio las 12 campanadas a medianoche.
Pero este año hizo falta reactivar el reloj, detenido por obras. Aunque la capital británica fue blanco de cuatro atentados en 2017, Scotland Yard dijo que movilizó a menos policías que el año pasado.
En MADRID, 20.000 personas tomaron las tradicionales uvas de la suerte al ritmo de las campanadas en la Puerta del Sol, cuyo aforo fue reducido este año en 5.000 personas por motivos de seguridad.
En MOSCÚ, las principales avenidas y plazas fueron decoradas y unos fuegos artificiales iluminaron 36 edificios de la capital rusa.
En BERLÍN, los organizadores de la fiesta de la San Silvestre en la puerta de Brandeburgo habilitaron zonas específicas para mujeres, en tiendas médicas de la Cruz Roja, después de la ola de agresiones sexuales a mujeres que se registró en la Nochevieja de 2015 en Colonia.
Trágico recuerdo en Estambul
La fiesta transcurrió con grandes medidas de seguridad en ESTAMBUL, bajo la sombra del trágico recuerdo de la Nochevieja de 2017, cuando un atentado dejó 39 muertos en la discoteca Reina, la más famosa de la ciudad.
Las autoridades turcas prohibieron además las concentraciones en la emblemática plaza Taksim de Estambul y en otros barrios animados.
Asia, Oriente Medio: boda colectiva y láser
HONG KONG organizó un impresionante espectáculo de diez minutos antes de la medianoche, con «estrellas fugaces» lanzadas desde los rascacielos que dominan Victoria Harbour.
En YAKARTA, medio millón de personas se dieron el «sí, quiero» en una gigantesca boda colectiva organizada por el gobierno indonesio.
En FILIPINAS, cerca de 200 personas resultaron heridas durante las celebraciones marcadas por una profusión de petardos.
Y en DUBÁI, un espectáculo con láser sustituyó este años los fuegos artificiales en la torre Burj Khalifa, el rascacielos más alto del mundo (828 metros), en el que se proyectaron los colores -verde, blanco, negro y rojo- de los Emiratos Árabes Unidos, así como un retrato del jeque Zayed bin Sultán al Nahyan, fundador de la federación.
En ABU DABI, el paso a 2018 se celebró con fuegos artificiales.
El Pacífico abre las celebraciones
SÍDNEY fue a las 13H00 GMT la primera ciudad en entrar en 2018, con 1,5 millones de personas al borde su emblemática bahía.
Una cascada arcoíris de fuegos artificiales desde el Puente de la Bahía, conmemoró en la calurosa noche de verano la reciente legalización del matrimonio homosexual.
Todo ello bajo un enorme dispositivo de seguridad, después del ataque con coche que se produjo la semana pasada en Melbourne.
«Alerta roja» para el planeta
Los dirigentes aprovecharon sus discursos de felicitación de Año Nuevo para recordar sus prioridades. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, lanzó «una alerta roja» para el mundo.
«Los temores provocados por las armas nucleares no han sido nunca tan fuertes desde el final de la Guerra Fría, (…) el cambio climático es más rápido que nosotros ¡y¿ las desigualdades siguen acentuándose», advirtió.
El dirigente norcoreano Kim Jong-Un instó a su país a aumentar la producción de cabezas nucleares y misiles balísticos, y aseguró que tiene el botón nuclear siempre al alcance de la mano.
«Devolvemos su grandeza a Estados Unidos, y más rápidamente de lo que nadie podía creer», tuiteó por su parte el presidente estadounidense Donald Trump. Su homólogo chino, Xi Jinping, prometió que su país cumpliría con su papel en el mantenimiento del orden internacional y en la lucha contra el cambio climático, y prometió sacar a toda la población de la pobreza en 2020.
El presidente ruso, Vladimir Putin, deseó a sus conciudadanos un «cambio para mejor» en 2018, dando las gracias a sus compatriotas que «creen en sí mismos y en su país».
La canciller alemana Angela Merkel insistió en el refuerzo de la cohesión de la Unión Europea, «la cuestión decisiva» de los próximos años.
El presidente francés, Emmanuel Macron pidió a «diseñar un gran proyecto» para Europa, a la vez que señaló la estrecha colaboración con Alemania como «una condición necesaria para cualquier avance» en el bloque europeo.