Efectos de la reforma fiscal de EE UU en la República Dominicana

Efectos de la reforma fiscal de EE UU en la República Dominicana

Estados Unidos acaba de aprobar la reforma fiscal más radical desde los años 80. La nueva estrategia fiscal de EEUU es reducir sustancialmente la tasa del impuesto sobre la renta (ISR) que pagan personas y empresas (y en adición, lograr la repatriación de capitales y radicar más negocios en territorio americano). Es un renacer de la denominada “economía de la oferta” (Supply Side).
Esta mayor disponibilidad de recursos estimulará el consumo y la inversión. Naturalmente, aumenta de inmediato el déficit fiscal y, por tanto, el nivel de endeudamiento de EE.UU. que de acuerdo al Financial Times, se estima aumentará entre US$1.2 a US$1.5 trillones en la próxima década, pero quienes apoyan la ley tienen la esperanza de que el impacto en el crecimiento económico sea de tal magnitud, que en el mediano plazo se reduzca el déficit.
No es el objetivo de este articulo analizar lo certero o no de esta estrategia fiscal. Tampoco lo es explicar en detalle esta nueva ley, harto compleja, por lo que me permito algunas simplificaciones en pro de la exposición.
En mi opinión, las desventajas- en ausencia de medidas a ser tomadas por nosotros – exceden a las ventajas. La economía norteamericana recibe un aumento en la demanda agregada generada por el mayor déficit fiscal. Esto acelera el crecimiento (se espera que el PIB crezca, aunque varían los estimados (2.2% -2.9% (estimado de la FED) a 4% (estimado más optimista). Sin embargo, el recorte de impuestos permanentes está concentrado en las corporaciones y las personas de mayores ingresos, por lo que el derrame a personas de ingresos medios / bajos de este crecimiento (trickle down), si ocurre, será en el mediano plazo. Los trabajadores reciben reducción temporal de impuestos, sólo hasta 2025. Este aumento en la demanda puede aumentar nuestras exportaciones (sobre todo porque el DR-CAFTA no está amenazado), pero no de forma significativa, dado que los beneficiados de inmediato por la reforma fiscal demandan bienes distintos a los que exportamos.
Las remesas también pueden crecer, pero no por esta reforma. Reiteramos que el impacto fiscal permanente está concentrado en las personas de mayores ingresos.
Desde el anuncio de la reforma fiscal, el valor de las acciones cotizadas en bolsa se ha disparado consolidando el nivel de riqueza pre crisis del americano medio, constituida por su vivienda (que ya ha recuperado el valor perdido durante la crisis de 2008-2010), y por su plan de retiro, que ha crecido con el mercado de valores. Mayor riqueza impulsa el consumo de turismo. Además, nos beneficia el deterioro de las relaciones entre EE.UU. y Cuba, que era una competencia. Sin embargo, el impacto en la demanda de inmuebles turísticos es dudosa dado que la ley ha limitado las deducciones fiscales de intereses por hipotecas, que ha sido la forma preferida de financiar la compra de inmuebles turísticos.
Nos afecta que la tasa de interés aumentará más rápido pues un estímulo fiscal, cuando el desempleo en EE.UU. se acerca a 4%, crea las presiones inflacionarias que mueven a que la FED actúe. The Economis estima que acabe el año 2018 un 0.5% más alta que en ausencia de la reforma fiscal.
La nueva ley baja la tasa corporativa de ISR. Es temprano para determinar cuánto baja la tasa efectiva, pero lo hace de forma sustancial. La tasa nominal baja de 35% a 21%, aunque se eliminan deducciones, entre ellas el crédito fiscal de impuestos pagados en el exterior.
Razones básicas argüidas para nuestra tasa nominal corporativa de 27%, más un 10% a los dividendos, es que los grandes contribuyentes son en su mayoría extranjeros y que gracias a los acuerdos tributarios establecidos con EE.UU. (y con otros países) el pago aquí de impuestos resultaba en una deducción similar en el país de origen de la inversión (Foreing Tax Credits). Esto cambia con la nueva legislación. Lo que las multinacionales paguen aquí de IRS es ahora, técnicamente, un impuesto no acreditable en EE.UU., que en términos económicos lo convierte en un gasto puro y simple.
Además, en un intento de repatriar capitales, los beneficios de corporaciones norteamericanas generados fuera de sus fronteras estarán gravados de inmediato con 15.5% (y no con 21%), sean o no remesados a EE.UU. Los dividendos que se reciban desde el resto del mundo están exentos en EE.UU. Todos los países han perdido la neutralidad fiscal que daba el régimen anterior y pierden atractivo de carácter fiscal tanto para la reinversión de utilidades como para nuevas inversiones extranjeras directas. El aumento en las tasas de interés y los incentivos al retorno de capitales también restan competitividad a las inversiones financieras en los países emergentes.
En ausencia de “foreing tax credits”, el país que menos grave la inversión extranjera tendrá una ventaja competitiva, por lo que es esperable una carrera entre países hacia la baja de tasas de impuestos sobre ISR.
Por prudencia, el país no parece tener alternativa a bajar la tasa de ISR. Esta decisión no debe de pasar de 2018. Tampoco nos es posible bajar el ratio Impuestos / PIB, por lo que se hace urgente un cambio en la estructura de cobro de impuestos, el manejo de las exenciones y cerrar el ciclo de la evasión, por ejemplo, universalizando el ITBIS. Además, se precisa avanzar con el proceso de ordenación patrimonial de capitales no declarados.
Estás son tareas desagradables para el gobierno, que debe liderar este proceso, pero son ineludibles.

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