Efemérides del carnaval y de la politiquería

Efemérides del carnaval y de la politiquería

La fecha de mañana se ha convertido para los dominicanos en un paradigma de la gozadera del carnaval y de los que destutanan de sus cargos públicos, a la par de lo que dirá el Presidente de la ocasión en su demagógico mensaje ante la reunión conjunta de las cámaras legislativas.

Los sacrificios de nuestros antepasados, que se sacudieron de una ignominiosa ocupación de 22 años por parte de los vecinos occidentales, ya son ignorados por las actuales generaciones, que embebidos en su gozadera y en sus afanes del disfrute de una prosperidad de pies de barro, nos arroja en un torbellino del olvido, destinado a desviarnos de los senderos patrióticos y sentimientos que hubiesen fortalecido la nacionalidad.

Ahora nos preocupamos de que si el carnaval coincide con las fiestas patrias o con la Cuaresma, de la separación de esos eventos en que la importancia de esas actividades carnavalescas están por encima, no solo de las fiestas religiosas de la ocasión, sino del recuerdo de una hazaña de nuestros antepasados, que se enfrentaron con ingenuidad, improvisaciones militares y a fe ciega de su valentía a fuerzas mejor equipadas, que no querían ceder lo que ya habían ocupado con propósitos de permanencia en 1822.

El que el 167 aniversario de la Separación vaya quedando relegado y opacado por la vistosidad de las comparsas, de las carrozas y de los costosos disfraces; y por igual, las demostraciones de fe relacionadas con las festividades de Cuaresma, se desvanecen para quedar en manos de los ancianos y de las mujeres, confirman la tendencia de la sociedad hacia una acelerada secularización, en que el temor al fuego eterno, o de ser ejemplares ciudadanos, ha quedado supeditado a la obtención de los valores más tangibles de las riquezas.

Y esas riquezas se alcanzan ya sea por el trabajo tesonero, o el obtenido con facilidad en el desfalco de los fondos públicos, o por el auge de los negocios del tráfico de drogas, contrabandos de mercancías, lavado de dinero, tráfico de blancas, falsificación de edades para los atletas, negocios turbios con las autoridades de turno, etcétera.

De esta manera la significación de lo que fue la hazaña de jóvenes, en su mayoría soñando con la gloria para sacudirse del yugo haitiano, se diluye en las páginas de una historia acomodada y temerosa de quien la cuente, en donde no se atreven poner los hechos en blanco y negro, acomodándola a los intereses políticos de la época. Ahora son más importantes las urgencias del momento, que añorar y enaltecer las glorias y dificultades del pasado de nuestros ancestros que llevaron a cabo sus campañas bélicas separatistas a “mano pelá”.

Esta celebración encuentra a un país asediado por las amenazas de los amigos de Haití, para que no nos atrevamos a tocar ni siquiera con el pétalo de una rosa a uno de esos infelices haitianos, que desde el 12 enero del pasado año han venido invadiendo en masa a nuestro territorio, buscando salvarse de la muerte y empobrecimiento acelerado de su territorio; aquí al menos, con solo mendigar, obtienen lo necesario para sobrevivir a sus penurias, enfermedades y propósitos firmes de radicarse definitivamente en Dominicana, aun cuando sea como unos parias.

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