Eficiencia, seriedad, honradez, respeto

Eficiencia, seriedad, honradez, respeto

Me encontré con el ingeniero José Miguel Mondesí, distinguido profesional de la construcción poco después de que terminara el barrio Honduras, construido junto con su socio de siempre el arquitecto Rafael Tomás Hernández.
Le hice un comentario-pregunta en el sentido de mis dudas sobre la solidez de casas y edificios de ese barrio, debido al escaso grosor de sus paredes. Mondesí me respondió dándome seguridad de las estructuras.
Ante el primer terremoto después de la construcción de la urbanización, creo que, en 1971, envié a los periodistas de El Sol, diario del cual era Jefe de Redacción, a recorrer Honduras para verificar los posibles daños a las estructuras.
No ocurrió nada, el terremoto no afectó ningún edificio ni vivienda unifamiliar en el barrio de Honduras, tal como me había asegurado el ingeniero Mondesí, años antes.
Alvarito Arvelo me dijo entonces, que un común amigo y colega que trabajaba en El Caribe se había lanzado desde el balcón de su casa por temor a que su edificio se viniera abajo con el terremoto.
En algunas de las carreteras secundarias del país hay estrechos puentes construidos durante el gobierno de Trujillo, que se mantienen intactos. ¿Qué ocurría entonces que no ocurre hoy? ¿Es que los ingenieros sabían más, es que ahora saben menos? ¿Es que, como digo con frecuencia, aquí los avances se convierten en retrocesos?
Ahora que se propone auditar las obras construidas por la célebre firma brasileña Odebretch me pregunto: ¿Con qué parámetros serán auditadas, con los de antes, con el de Honduras, con el de los puentes de los tiempos de Trujillo que han superado la barrera de los años?
¿Es que sólo las obras construidas por la ya célebre firma brasileña son las únicas que ameritan auditorías? ¿Y las carreteras y los caminos, y los muelles y los aeropuertos y los edificios escolares y los hospitales y sus reparaciones y los edificios públicos?
También deben ser auditados, los edificios multipisos construidos nadie sabe con dinero proveniente de dónde, ni tampoco las normas bajo las cuales fueron levantados.
Lamento decir que, a la luz de lo ocurrido hasta ahora, en el país no hay ninguna, absolutamente ninguna garantía, de que una construcción sin importar que sea edificio, carretera, puente, camino, cumple con los requisitos mínimos de seguridad.
Mientras le paguen dos centavos a las personas que inspeccionan, verifican y autorizan las construcciones de todo género, andamos auspiciando la corrupción y la impunidad.
Dentro de los muchos problemas que tenemos, el de la calidad de las construcciones es uno de los que debe ser resuelto con prioridad, debido a las dudas que generan la mañosería y la complicidad. Hace falta eficiencia, seriedad, honradez, respeto.

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