PUERTO PRINCIPE (AFP).- Los saqueos continuaron ayer sábado en Puerto Principe, en donde ocho personas aparecieron muertas en las calles pese a las exhortaciones a la calma del presidente haitiano Jean Betrand Aristide quien insistió en que no renunciará.
Estados Unidos, que fuera antiguo soporte de Aristide, expresó el sábado por la noche que el mandatario haitiano tiene la culpa de la crisis que amenaza con derrocarlo y cuestionó «su capacidad para continuar gobernando».
«Esta crisis cocida a fuego lento es en gran parte producto de Aristide», dijo el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan, en un comunicado de prensa.
«Su falta de adhesión a los principios democráticos ha contribuido a la profunda polarización y a los violentos disturbios que estamos viendo hoy en Haití» y «sus propias acciones cuestionan su capacidad para continuar gobernando», agregó.
Por lo menos ocho personas fueron ejecutadas de un disparo en la cabeza en Puerto Príncipe al cabo de los disturbios del viernes y el sábado yacían en las calles en donde un día antes bandas leales a Aristide tendieron barricadas y se enfrentaron a opositores.
Frente al principal hospital de Puerto Príncipe se podía ver en un charco de sangre el cuerpo de un hombre con los ojos vendados y las manos atadas a la espalda, luego de haber sido asesinado de un tiro en la cabeza.
Los cuerpos de cinco jóvenes fueron encontrados en el suburbio Carrefour y otros dos cerca del cementerio de la capital, en el barrio Petionville.
Esporádicos disparos se oyeron durante la noche del viernes al sábado y una radio independiente fue forzada a suspender su transmisión luego de que hombres armados tomaran la estación como blanco.
En un mensaje por televisión a primera hora del sábado, Aristide dijo que su renuncia -que Estados Unidos, Francia y Canadá le sugirieron considerar- está «descartada».
«Nada de irse, eso son rumores sin fundamentos que son originados por líderes de la oposición para provocar a la población y (generar) desórdenes en el país».
Aristide se unió a Estados Unidos y la ONU en su rechazo a la violencia y urgió a sus partidarios a no tomar la ley en sus manos, al tiempo que señaló a la fuerza de policía -de unos 4.000 miembros- que debe «asumir sus responsabilidades».
Los saqueos continuaron este sábado en el puerto de la capital haitiana. Centenares de personas, muchas armadas, se apoderaban de todo lo que podían transportar, constataron periodistas de la AFP. Algunos ponían a la venta su botín en cuanto salían del recinto portuario.
Washington, a través de su embajada en Puerto Príncipe, exhortó el viernes a los partidarios del presidente a cesar la violencia, y a los rebeldes que exigen la renuncia del mandatario a detener su avance hacia la capital.
Por su parte el secretario general de la ONU, Kofi Annan, instó a los haitianos a «evitar la violencia y arreglar sus diferencias a través de medios pacíficos», y advirtió que los líderes del país podrán ser responsabilizados por violaciones a los derechos humanos y a la ley internacional.
El ministro francés de relaciones exteriores Dominique de Villepin analizó telefónicamente la crisis con su colega estadounidense Colin Powell.
Los insurgentes armados de Guy Philippe tomaron el viernes una nueva ciudad, Mirabalais (57 km al norte de la capital), en su avance hacia Puerto Príncipe. Fuerzas leales a Aristide recuperaron Cayes, la tercera ciudad más importante de Haití, que había caído en manos de los rebeldes.
Mientras tanto, los militares estadounidenses evalúan planes de contingencia en relación a la crisis haitiana pero no tienen órdenes de despliegue, informaron oficiales de defensa.
Según informaciones de prensa, una de las opciones consideradas consistiría en enviar un grupo naval de tres barcos con 2.200 marines a bordo.
McClellan reiteró el sábado que su país continuará trabajando con la comunidad internacional para proveerle ayuda humanitaria a los haitianos, pero advirtió que no habrá intervención extranjera en el país «hasta que haya una solución política viable».
Más de 500 haitianos que intentaban huir de su país por mar fueron deportados por guardacostas estadounidenses, indicó el departamento de Estado.
Mientras tanto, continúa el éxodo de extranjeros de Haití. Un avión enviado por el gobierno brasileño para evacuar a sus ciudadanos desde la convulsionada Haití despegó de Puerto Príncipe con sólo cinco repatriados a bordo, informó el sábado la Cancillería, aunque en la nación caribeña viven 28 brasileños.
Canadá envió el sábado tres aviones militares al país para repatriar a sus ciudadanos que decidieran abandonarlo, informó el primer ministro canadiense Paul Martin.
Otro grupo de tres mexicanos, tres austríacos y varios taiwaneses también salió de Haití hacia Santo Domingo a bordo de helicópteros dominicanos enviados al vecino país para esas funciones.