Ejemplo cívico democrático

Ejemplo cívico democrático

No obstante los malos augurios que presagiaban un funesto desenlace de las elecciones del 16 de mayo de 2004, el pueblo dominicano dio una muestra de civismo que le ha merecido amplios elogios, no sólo de los observadores internacionales que monitorearon los comicios, sino de la prensa universal que siempre ha tratado de tergiversar la situación política social sobre todo cuando se trata de hacernos daño en el turismo, por países vecinos que envidian nuestro constante crecimiento.

Hubo muchos ciudadanos que pensaron, que las amenazas que profirieron grupos de partidarios, que sabiéndose que habían abrazado una causa con muchas probabilidades de perder, quisieron amedrentar una población que ha alcanzado una madurez política increíble para los pocos años que tiene el pluralismo logrado tras la decapitación de la tiranía de Trujillo. Por eso, nos sorprende la actitud de protagonismo que han exhibido algunos de los denominados «mediadores» y de la vorágine que pretenden decir que nos han librado. (Qué ilusos!

Debo confesar, que sentí una gran pena cuando mi amigo Hipólito Mejía reconoció, apenas en el segundo boletín emitido por la Junta Central Electoral (JCE), su derrota. Esta bizarría enaltece la figura de este político atípico, como él se definiera, que quizás mal aconsejado por personas que quisieron mantener los privilegios hasta ahora disfrutados, le indujeron a buscar una reelección que las numerosas encuestas que se realizaron, daban como una aventura desaconsejable. Hay que reconocerle, que ese franco gesto evitó que sus partidarios tratasen de efectuar movilizaciones peligrosas, a pesar de ellos haber observado lo diáfano que resultó el proceso electoral.

Los que en pasadas elecciones habían promovido y logrado imponer el concepto de colegios cerrados, en el cual dividieron la votaciones en mujeres en la mañana y hombres en la tarde, no tenían la más mínima idea, de lo fácil, armonioso y expedito, que resultó votar sin aquella inoperante traba. En las elecciones generales del 2000, permanecí en el colegio cerrado unas tres horas, en estas, apenas llegué y ubiqué mi mesa, en un santiamén cumplí con mi derecho al voto. Ojalá la JCE asimile esta experiencia para que saque de su programación los funestos colegios cerrados.

Debemos insistir, en que es hora ya que se le ponga coto a la proliferación de partidos políticos que en la mayoría lo que buscan es los fondos que le asigna la JCE para los comicios. Así como fueron eliminados los colegios cerrados, así debe ponérsele fin a esa vagabundería de reconocer «aventureros políticos» que en busca de una asignación electoral la mínima fue de 4.5 millones de pesos logran, por manipulación y faltas de control, engañar y buscar las cien mil firmas necesarias para su legalización. Los contribuyentes debemos solicitar a la JCE que realice un plebiscito en el cual se vote a favor o en contra de mantener ese «parasitismo político». Resulta denigrante y hasta burlesco, lo ofrecido por un candidato de uno de esos seudo partidos que expresara «tengo una máquina de hacer dinero para regalarle a los que voten por mí». En un país que se respete, una charlatanería así debió haber sido castigada con su exclusión del padrón.

La JCE debe abocarse a eliminar todas estas lacras que invocando principios democráticos, se cuelan cual garrapatas en los procesos electorales. Cuando la JCE emita el boletín final, en la cual, el conjunto de los partidos minoritarios no alcanzaron siquiera el uno por ciento del sufragio, la pregunta obligada sería )Cuánto costó al contribuyente el voto logrado por cada uno de estos mini partidos? )Es justificable que unos cuantos dirigentes políticos se embolsen una cantidad tan grande de dinero sin que se le pida cuenta como lo gastaron?

Somos de opinión, que si la JCE no está en disposición, o no cree que sus atribuciones le permitan fiscalizar los fondos suministrados a los partidos, al menos debería solicitar a la Cámara de Cuentas que lo haga. Pero insistimos, la JCE electoral debe convocar un plebiscito en el cual la población dominicana de un veredicto final si aprueba este dispendio cada cuatro años.

Asimismo, felicitamos al Dr. Leonel Fernández que no obstante su aplastante triunfo en estas elecciones ha mostrado una posición humilde y hasta discreta, la cual hace gala de la madurez y civismo político que ya antes mencionamos.

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