El gesto, espontáneo, generoso, humano del actual administrador de Banco de Reservas de la República Dominicana, licenciado Samuel Pereyra, a quien personalmente no conozco, me conmovió.
El espíritu navideño tiene la virtud de contagiarnos y expandirse derramando bendiciones, buenos deseos y regalos por doquier que nos hace sentir como seres humanos que todos somos iguales y debemos querernos, respetarnos, ayudarnos mutuamente cada vez con mayor empeño para cerrar ese enorme abismo cuando impotente vemos tanta desigualdad, injusticia social y económica, política y religiosa que nos separa cuando el poder y la riqueza quedan en pocas manos y son tantos pocos los valientes que luchan por superar esa barrera.
No solo en nuestro medio, altamente contaminados vemos no sin asombro cómo altos funcionarios del Gobierno y de empresas públicas gozan de sueldo, dietas y concesiones nada despreciables, además, “gratificaciones anuales sin mencionar la asignación de pensiones vitalicias a la llegado del retiro, que lo libera de toda preocupación mundana, sin que nadie pregunte por sus méritos, los sacrificios para darnos una ejemplar conducta que nos permita recordarlos para siempre.
El administrador del Banco de Reservas, sin esa pretensión si lo ha hecho: renunciar de manera espontánea y sin ostentación alguna al beneficio de una multimillonaria bonificación que legalmente le corresponde por el simple desempeño de su cargo y sienta con ello un hermoso precedente cuando dispone, porque no todo lo legal es justo o legítimo con un gratificante ejemplo de sobriedad, integridad y conciencia ética y ciudadana sin ostentación alguna que esa cuantiosa gratificación sea en justicia distribuida equitativamente entre el personal de bajo salario de la extensa a nómina del Banco de Reservas y dona una parte a instituciones de auxilio a los menesterosos, en un gesto humano de solidaridad, sencillez, de moral social y cívica que le enaltece.
Me viene a la memoria, y pido disculpa, el recuerdo de mi padre, Dr. Luis Scheker Hane, quien fuera por 38 años empleado público, iniciándose en 1927 en el modesto puesto de auxiliar de estadísticas de la Receptoría de Aduanas y Puertos (entonces intervenida) para retornar, 30 años después, como director general por 5 años, ascendiendo escalón por escalón, distintas funciones importantes entre otras vicegobernador del Banco Central (1962-1965) siendo destituido por el presidente golpista, Dr. Donald Read Cabral, habiendo declinado el cargo de gobernador ofertado por el profesor Juan Bosch, presidente electo, “por ser un cargo político” para aceptarlo gustoso cuando el presidente constitucional del pueblo en armas, coronel Francisco Alberto Caamaño, por sugerencia de Bosch, lo designó en ese elevado cargo.
Papá murió como vivió, de su trabajo, una mezquina pensión de RD$300.00 que serviría para saldar una deuda con el Banco Agrícola. A su fallecimiento, 1985, una enorme multitud le acompañó al lugar donde descansan sus restos mortales. Cada editorial periodístico exaltó sus virtudes ciudadanas, su probidad, su sencillez, su generosidad: “Una calle de la capital, la Biblioteca de la Universidad O&M, la bóveda del Central de Banco de Reservas, le honran con su nombre. Cada día su sonrisa matinal florece: ejemplo para el ejemplo.