BUENOS AIRES (EFE).- La venta callejera del popular choripán, un emparedado de chorizo y pan, vuelve a tener en Buenos Aires a un vendedor habilitado para esa especialidad gastronómica, luego de casi cuatro décadas de una prohibición nunca respetada. Roque García, con su carrito luciendo el cartel La Frontera, marcó un hito en la historia del choripán callejero al cumplir todos los requisitos legales para su venta, destaca hoy el diario La Nación.
El comerciante ambulante se instaló en una avenida que corre paralela al río de La Plata, un lugar de paseo donde abundan los carritos donde se venden choripanes.
Luego de aprobar los exámenes sanitarios, García inauguró su carrito, adornado con guirnaldas y una bandera argentina, el fin de semana pasado, durante un acto en el que se cortó una cita y al que asistieron 130 miembros del Sindicato de Vendedores Ambulantes.
Quise ponerle un nombre que significara el límite entre lo legal y lo ilegal, apuntó García sobre La Frontera.
Espero que el resto de mis compañeros obtenga la misma calidad de legalidad, agregó el comerciante, quien además de cumplir los requisitos sanitarios e impositivos deberá pagar 250 pesos (unos 83 dólares) mensuales al municipio de Buenos Aires por derechos de explotación.
Otros 2.553 vendedores ambulantes han seguido el ejemplo de García para lograr autorización para la venta tanto de choripanes como de otros alimentos, luego de que las autoridades de Buenos Aires decidieran normalizar de una vez por todas esta actividad.
Roque García dijo que hace 20 años que vende choripanes y se decidió entrar en la legalidad después de sufrir toda clase de persecuciones y hasta ir preso.
Comentó que tiene clientes de todo tipo, desde camioneros y automovilistas hasta pescadores, artistas y turistas.
En los últimos años, las dudas sobre la higiene y procedencia de los chorizos y panes hizo que las autoridades de Buenos Aires llevaran a cabo, sin mayor éxito, múltiples campañas de erradicación de los vendedores callejeros de choripanes.
Se calcula que actualmente en la capital argentina se consumen unos 30.000 choripanes a diario, indicó La Nación.
Los argentinos se consideran inventores del choripán desde que a mediados del siglo XIX la costumbre de comer chorizo dentro de un pan en los asados de gauchos y campesinos se trasladó a los centros urbanos del país.
Sostienen además que el bocadillo no vale la pena si no se lo acompaña con chimichurri, un aderezo elaborado con ajo, orégano, ají molido, pimienta, aceite y vinagre, según la receta tradicional.
Desde 1930, la venta callejera de choripanes forma parte del folklore que rodea a los partidos de fútbol en las ligas argentinas y es también muy popular en centros turísticos y paseos.
En Buenos Aires, esa actividad fue prohibida en 1966, durante el régimen militar del general Juan Carlos Onganía (1966-1970), medida que sólo se cumplió en sus primeros años.