El “homenaje” envenenado

  El “homenaje” envenenado

No hay homenaje del tamaño de la hazaña que se pretende perpetuar. El Manifiesto de la Independencia, escrito por Tomás Bobadilla, no da señal sobre la conducta política de aquel hombre que se prestó a toda acción y gestión para desconocer lo que había prohijado.

El Manifiesto contiene los cimientos del inicio de una República donde la libertad, la solidaridad, el patriotismo y la independencia debían imperar.

Ese documento, aceptado por todos los actores de entonces, no ha sido debidamente estudiado para que sirva de enseñanza sobre el origen de la Patria.

Hay interés en ocultar los verdaderos valores patrios, en no enseñarlos a los niños para que las generaciones actuales y las por venir  carezcan de una guía espiritual y filosófica que permita apostar a que mañana ¡habrá Patria! Cada generación tiene, produce, construye, respeta sus propios héroes.

Nunca como ahora hubo en la historia nacional tanta orfandad como ahora, al momento de actuar a favor de la Patria.

Un inventario del personal que ocupa los tribunales superiores, de los integrantes del Congreso Nacional y del gabinete presidencial, arroja un resultado positivo al desconocimiento de los escalones, de los peldaños que llevan al poder para servir a la nación.

Dicen que la casualidad es una categoría histórica y siempre he pensado que la casualidad que supuestamente da la victoria, es fruto de la falta de organización y planeamiento del perdedor.

Indigna saber que Pedro Santana y Buenaventura Báez no están colocados en el lugar que les corresponde como traidores a la Patria.

Indigna saber que nuestra sociedad, históricamente, ha tratado con paños tibios y hasta con cierto respeto a quienes actúan al margen de la moral y las buenas costumbres.

Indigna saber que los truhanes, personajillos de la picaresca criolla, se montaron en el poder con ninguna experiencia para gobernar y con un hambre y una sed de riquezas sin límites.

En el batiburrillo organizado por ellos logran, una y otra vez, alzarse con el santo y la limosna y no ser castigados, sólo pierde el pueblo, al cual le roban hasta la memoria histórica. Duarte, Sánchez y Mella fueron declarados traidores a la Patria, poco después de consumada la independencia nacional. Báez fue Presidente de la República a poco de haber sido Mariscal del Ejército Español. El mayor premio a los traidores se produjo cuando el gobierno metió a Pedro Santana en el Panteón Nacional.

Este Congreso Nacional maquiavélicamente, pretende desviar la atención del pueblo, disminuir las protestas, con la sucia jugada de intentar embarrar al Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó llevándolo al Panteón Nacional. Esa es otra jugada de distracción para intentar tapar los robos de Leonel Fernández y su cohorte de tígueres convertidos en millonarios de la noche a la mañana.

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