El “Museo de la Era de Trujillo”

El “Museo de la Era de Trujillo”

Desde hace varias décadas nuestro ordenamiento educativo y cultural vive momentos difíciles. Los registros  de muchos grandes hechos de la historia moderna de nuestro país han sido borrados, retorcidos o manipulados. Aquí desde hace décadas se ha venido desarrollando todo un proyecto, rigurosamente planificado, que tiene por propósito central la destrucción de la memoria de nuestra sociedad.

Los arquitectos de ese propósito diabólico y antinacional, hay que expresarlo con franqueza, han disfrutado para su mejor implementación, de la asistencia de aliados poderosos extranjeros. Me estoy refiriendo a las fuerzas intervencionistas que lograron en abril de 1965 torcer el rumbo natural de nuestra historia, e imponer poco después, sobre la cima del poder político de nuestra nación a políticos y gobernantes que, con Balaguer como Presidente de la República, a causa de su complicidad con la dictadura de Trujillo, se dedicaron complacidos a la implementación de planes dirigidos a borrar la memoria histórica de los dominicanos.

La afirmación anterior, por su crudeza, puede resultar exagerada y no lo es. Durante varias décadas el sistema educativo nacional excluyó de los libros de texto usados en las escuelas elementales y secundarias, donde nuestra juventud podía nutrirse sobre el conocimiento de su pasado, toda referencia alusiva a las bestialidades ocurridas durante los treinta y un años de la tiranía de Trujillo.

Los resultados de esa política educativa de destrucción de la verdad histórica fueron para nuestro pueblo pavorosos: varias generaciones de dominicanos ignoran hoy los terribles sufrimientos que vivieron las generaciones anteriores, cuyas luchas, sacrificios y martirios, hicieron posible la creación del clima de libertades (con sus limitaciones) que hoy disfrutamos.

Y lo que ha sido peor: ese ocultamiento de la verdad histórica durante tantos años ha permitido que nos encontremos hoy, frente a un peligroso proceso de rehabilitación del trujillato, proyecto que no es fortuito, pues aquí –y en el extranjero- hay fuerzas económicas poderosas, comprometidas con aquel oprobioso pasado, que anhelan el retorno de un gobernante cuyas ejecutorias sean semejantes a las practicadas durante aquella horrible satrapía.

El proyecto de ley que examina hoy la Cámara de Diputados para la supuesta creación de un “Museo de la Era de Trujillo” forma parte de la rehabilitación del trujillato. Y es doloroso, y más que doloroso, vergonzoso, que el mismo haya sido elaborado y sometido a la Cámara de Diputados por un representante del Partido Revolucionario Dominicano, organización política fundada en el exilio en 1939 por un grupo de patriotas que conocieron en carne propia, en la desgraciadamente famosa ergástula de Nigua, (me estoy refiriendo a Juan Bosch, al Dr. Jimenes Grullón, a Mainardi Reyna, a don Ángel Miolán, al Dr. Leovigildo Cuello y otros) las terribles consecuencias que sufrieron quienes luchaban en favor del libre ejercicio de los derechos democráticos durante la tiranía de Trujillo.

Me expreso de esa manera porque no estamos examinando una cuestión banal. Ese proyecto de ley que su proponente presenta con aparente ingenuidad, argumentando que puede formar parte de los “atractivos turísticos” de la provincia de San Cristóbal, que incluye también el retorno a nuestro país de los restos de Trujillo, envuelve, en el fondo, dentro del proceso de rehabilitación de la satrapía, la estocada final a la conciencia histórica del pueblo dominicano.

¡Y óiganlo bien señoras y señores! no dudemos que de ser aprobado este desafortunado proyecto de ley, los verdaderos promotores que están detrás del mismo, tengan también preparada la maqueta para situar tan “honorables despojos” en un “Mausoleo Monumental”.

Y lo que resulta hasta simpático, por no decir desfachatado: para todo esto, el diputado proponente y promotores en estos momentos en que la crisis económica nacional está obligando al Gobierno a dolorosos recortes presupuestales, a que los dominicanos por la vía de los impuestos que pagamos, aportemos para comenzar, anualmente, ocho millones de pesos.

En síntesis, señores representantes del pueblo, este proyecto de ley  debe ser rechazado, pues acorde con los planes que llevan a efecto los rehabilitadores del trujillato, está dirigido también a contribuir a invertir los verdaderos paradigmas de la historia nacional,  a fin de convertir a los héroes en bandidos y a estos últimos en apóstoles.

¡Dios mío, ni siquiera Joaquín Balaguer se atrevió a tanto!

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