El “Partido de Dios” (2 de 2)

El “Partido de Dios” (2 de 2)

JOSÉ B. GAUTIER
Desde que fue firmado el Concordato entre el Estado dominicano y la Iglesia Católica hace más de cincuenta años, gran parte de la educación y de la formación del pueblo dominicano, en universidades, liceos, centros de enseñanzas, institutos, escuelas, centros agrícolas, iglesias de evangelización y por medio de la misma misa, cientos de miles de jóvenes, muchos de los cuales hoy son abuelos, padres y nietos, han recibido el pan de la enseñanza y de la evangelización de manos de sacerdotes y monjas, bajo la influencia cristiana.

¿Por qué el comportamiento desobediente, indócil, rebelde de la sociedad dominicana con tanta influencia religiosa cristiana en sus raíces (el famoso debate en Sevilla para determinar si los indios en América eran animales irracionales o tenían alma); en su formación (la evangelización de los indios y negros esclavizados, la sincretización religiosa con los amos europeos), las iglesias llenas de creyentes, cometiendo una vez fuera de los templos, tantas tropelías, crímenes, robos, usura, explotación humana, adición a drogas, latrocinios, asaltos, contrabandos, prostitución, violación de menores?

¿Dónde han fallado las enseñanzas cristianas, los ejemplos y las predicas de la Iglesia Católica y sus sacerdotes para evitar en el tiempo tanta delincuencia social y política, tanta depravación moral y ética?

¿En que acaso no penetran en la sociedad? ¿Es que el dogma de la infalibilidad pontificia rechaza la autocrítica? Se puede asegurar que toda la clase dirigencial del país de diferentes estratos sociales, de abajo, del medio y de arriba, proviene de familias católicas o han pasado alguna vez por una escuela católica y Dios nos ampare de sus fechorías.

Pero hay casos de predicadores que dicen que es “pa’trá que vamos” sin antes mirarse en el espejo para ver si pueden tirar la piedra al techo ajeno, manteniendo su propia casa degenerada y sucia repleta de sacerdotes y de diáconos homosexuales condenados por la justicia civil por asesinatos, violaciones de menores además de convertir orfelinatos en prostíbulos.

¿Qué es el Centro para Refugiados y Migrantes Juan Montalvo con todas sus ramificaciones y colaterales que dirigen los Padres Jesuitas en la República Dominicana? ¿Es simplemente otra ONG? ¿Qué trabajo hace el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUUR) en el país?

¿Qué busca la Iglesia Católica en la nueva Ley de Migración No. 285-04 que utiliza al Centro para Refugiados y Migrantes Juan Montalvo como cabeza de lanza en un pedimento de inconstitucionalidad por ante la Suprema Corte de Justicia?

¿Qué relaciones tienen el padre Pedro Ruquay, del Batey 5 en Barahona; el cura de San José de Los Llanos, Christopher Hartley y el Padre de Dajabón con los padres jesuitas del Centro para Refugiados y Migrantes Juan Montalvo?

¿Qué se imaginan ustedes, amigos lectores?

Las autoridades gubernamentales dominicanas, muy ocupadas preparando el secretario de lo Interior y Policía el Plan Nacional de Regularización de los extranjeros ilegales radicados en el país como presidente del Consejo Nacional de Migración para la firma de decretos del Poder Ejecutivo; la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI) durmiendo sin poder descifrar las claves de los mensajes subversivos enviados por Internet de Batey 5 y el Centro Padre Juan Montalvo; los grupos intelectuales, las academias de historia y de ciencia cómodamente sentados en sus tronos, todos deberían conocer y estudiar la Doctrina Migratoria de la Iglesia Católica sustentada por el actual Papa Benedicto XVI (el mundo sin fronteras, todas las naciones que abran sus puertas a los emigrantes) y ver el impacto demoledor que recibe la nación dominicana a través de la labor de zapa de esas agrupaciones y esos sacerdotes católicos jesuitas subversivos, nativos y extranjeros, infiltrados como santos religiosos en nuestra sociedad que les brinda albergue buscando la destrucción del país con la entrada libre a territorio dominicano de todos los haitianos que quepan.

Nos gustaría ver abiertas las puertas de la Basílica de San Pedro, junto al Palacio del Vaticano, en Roma, inundada su plaza e iglesia de emigrantes del Maghreb que hoy tratan de penetrar a Europa por Ceuta. Viviendo. Durmiendo. Trabajando. España, Francia, Alemania, Inglaterra rompiendo sus fronteras para que los habitantes del Tercer Mundo gocen de las bondades que Dios les ha concedido. ¡Hipócritas! Abusando en los países pobres y débiles como el nuestro. ¿Por qué los jesuitas no establecen en Madrid, París, Londres, Roma, Berlín sus Centros para Refugiados y Migrantes? ¡Hipócritas!

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