El 14 de julio “Libertad, Igualdad y Frate rnidad” en las artes y la cultura

El 14 de julio “Libertad, Igualdad y Frate rnidad” en las artes y la cultura

El 14 de julio marca en la educación y en la vida de todas y todos los franceses una fecha clave de orgullo nacional, un día especial de alegría y fiesta en todos los países y rincones del mundo donde haya presencia francesa.
La literatura, como las artes, manifestó en sus páginas y en sus telas imágenes inolvidables de ese día vestido de azul, blanco y rojo, colores que simbolizan la libertad y la democracia de Francia. Colores que ponen al movimiento del viento universal la grandeza histórica que convierte una fecha revolucionaria en fiesta nacional, como así se decidió en la Tercera República, precisamente en 1880, cien años después de la toma de la Bastille.
El 14 de julio marca el principio de la Revolución francesa de 1789, pues efectivamente “La toma de la Bastille responde a la indignación del pueblo parisino que se sublevó y arrancó desde el Barrio de los Inválidos en París, después de haber tomado las armas, en busca de la pólvora que estaba almacenada en la Fortaleza de la Bastille, donde se produjo un sangriento enfrentamiento. El rey Luis XVI no quiso escuchar las voces de los diputados reunidos en Versalles exigiendo más derechos y menos privilegios, esa falta de diálogo provocó la determinación de asumir una Revolución para establecer los principios republicanos y abolir la monarquía.
Esta gesta revolucionaria exalta los principios universales de los derechos humanos y le lleva al mundo una visión universal del respeto del ser humano, condición fundamental para los franceses y la Francia.
En Francia, desde la escuela primaria, el 14 de julio es el sentimiento universal de esos derechos y se enseñan bajo el principio de una visión abierta al mundo.
La tradición popular francesa acoge el 14 de julio como una expresión del pueblo por todas las calles de la ciudad más pequeña de Francia, hasta su misma capital, donde barrio por barrio se decoran las avenidas, las plazas, los mercados con los colores de la bandera, y se organizan tarimas desde la mañana, para oír los discursos del alcalde, de los notables del lugar y de las personalidades políticas, con un fondo de música de acordeón que anima el espíritu alegre del pueblo.
Muchos escritores exaltaron la expresión popular de alegría de las mayorías populares y otros temían desde su intimidad tener que responder a ese día con una jovialidad obligada. Así lo expresó Marcel Proust en su obra “La Búsqueda del tiempo perdido…, “no quisiera pensar que Albertine me arrojara en ese jolgorio del baile popular”. Guy de Maupassant, tampoco compartió esa felicidad colectiva y a igual que Flaubert se mantuvo al margen de toda manifestación de exaltación.
Son los maestros impresionistas Renoir y Monet que se lanzan a evidenciar ese flujo de fiesta y baile popular en las “guinguettes”, es decir, los ventorrillos improvisados a orillas del Sena y del río Marne. Los pintores encuentran la fuerza del color en los vuelos de los vestidos largos, en las cabelleras sueltas, en el movimiento de las parejas improvisando una polka, una mazurka o una java, danza típicamente popular y parisina.
Tanto Monet como Renoir, evidencian el movimiento y la pasión de las parejas en una celebración que animan la sensualidad y el amor que se desprende entre la muchedumbre…
En la obra “La rue Montorgueil, Monet despliega toda una gran habilidad en la composición espacial, casi de manera geométrica, la obra vista desde arriba nos precipita en el centro de una calle donde acude el pueblo, figurándolo con toques de negro y marrón, en una perspectiva de fondo. De cada lado los balcones y terrazas de los edificios parisinos lucen los colores azul blanco y rojo de las banderas como expresión de todo un pueblo por su día nacional y su sentimiento universal de libertad. La obra trata la improvisación de las familias de balcón a balcón, lo que sigue siendo hoy una manifestación por toda la ciudad. Las pinceladas de óleo son rápidas, cortas y agitadas como el mismo momento de vida que ofrece la calle.
Muchos son los artistas que han tomado el tema del 14 de julio para transmitir en sus telas ese sentimiento colectivo y a la vez individual, en facturas modernas el mismo Picasso se inspiró del acontecimiento que honró en una obra de juventud, de 1900, que es una joya razonada, pues su factura es totalmente impresionista y responde todavía a un Picasso en gestación y academia, catorce años antes de la “Señoritas de Aviñón”.
Michka, con sus personajes de sensualidad obesa, pone en primer plano a un hombre y a unas mujeres listas para deslizarse con la rítmica del acordeón.
Hoy día se celebra esta fecha en todas las embajadas francesas del mundo con un sentimiento de agrupar tanto a los franceses residentes en el extranjero como a las autoridades locales que viene a honrar los principios universales con su presencia. Las residencias de los embajadores y embajadoras se visten de azul rojo y blanco que queremos que más que una fiesta nacional sea un encuentro diplomático de fraternidad que permita pensar y valorar el aporte del pueblo de Francia para lograr el respeto de los valores ciudadanos y los derechos de los seres humanos.
El 14 de julio es más que una celebración nacional, es una invitación que año tras año evidencia el sentimiento de “libertad, igualdad y fraternidad”, que hemos compartido en Brooklyn, New York, con ciudadanos estadounidenses y emigrantes franceses que celebran por el mundo, con una copa de vino y un queso francés, ese ánimo y esa fuerza de indignación que caracterizó la Toma de la Bastilla.
Aquí, en República Dominicana, la noche del 14 de julio llamará al encuentro ciudadano y nos gustaría que algún día en algún espacio de la ciudad de Santo Domingo, el que podría ser en las Ruinas de San Francisco, o en el Barrio San Juan Bosco, y en Ciudad Nueva, se concentrara un baile popular, abierto a todos para compartir con tambora y acordeón ese blanco y rojo republicano que tiene que sellar año tras año el respeto universal del ser humano y la democracia. Si mencionamos estas zonas de la ciudad capital dominicana es porque Ciudad Nueva, los Barrios San Juan Bosco, San Antón, San Miguel y Santa Bárbara, se alzaron para defender valores cívicos y soberanos de República Dominicana.
En este 14 de julio que me toca plenamente como ciudadana francesa, expreso el sueño de un encuentro popular de alegría y confraternidad para todos, en Santo Domingo y en cualquier país del planeta.
Hoy día, tenemos una presencia francesa significativa en el país, y así como las autoridades diplomáticas celebran con altura y orgullo este día, nos toca abrir en la sociedad civil dominicana un espacio de “Libertad, Igualdad y Fraternidad” para celebrar esta gran fiesta francesa nacional, compatible con el mundo.

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