Hace 75 años, el arquitecto norteamericano Albert Kelsey, consejero técnico para los efectos del Concurso Internacional del Faro a Colón, contratado por la Unión Panamericana (entidad antecesora de la OEA), recibía en el hotel Ritz de Madrid, a los exclusivos invitados de un banquete con ocasión de la exitosa exposición que desde el 29 de abril, recogía los 2,400 dibujos de los 455 trabajos que se mostraban en la primera etapa de la confrontación del concurso, en los salones especialmente adecuados de los edificios situados en el recinto ferial del Parque del (Buen) Retiro, en la capital española.
En la exposición se hacían representar 48 naciones de 69 que aparecen registradas, en orden alfabético, en la lista de cierre de inscripciones fechada 5 de marzo de 1929. Los convidados habían recibido una protocolar invitación cursada para su puntual asistencia a partir de las nueve y media de la noche. Se requería a los hombres el uso de frac o smoking.
El menú ofrecía vinos Poully, Chateau Moulin d(Isan, Champagne Mumm Cordon Rouge y licores sin especifar marcas. La comida fue un verdadero derroche de gastronomía de la época: «Caldo de Ave en Taza, Filete de Lenguado Cardenal, Sillas de Ternera Demidoff, Patatas Laura, Guizantes a la Inglesa, Cappones asados, Ensalada Rachel, Helado Sorpresa, Frivolidades, Fresas a la Andaluza y Café» (sic). Un salutación previa especificaba que el banquete era en «honor del Comité Permanente para la organización en España» del señalado concurso internacional. Creado «por real orden del 11 de diciembre de 1928 por su Majestad, Alfonso XIII», el Comité estaba presidido por el Duque de Veragua, Don Cristóbal Colón, descendiente directo del navegante genovés.
El 17 de enero de 1929, este pedía al propio Kesley, mediante correspondencia con membrete del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, con asiento en Madrid, una relación de la cantidad de posibles concursantes para la correcta adecuación de los espacios de exposición.
En el concurso se habían registrado 1,926 inscripciones. 240 eran latinoamericanos. Estados Unidos tenía 519, seguido por 199 alemanes, 169 franceses, 145 italianos y 73 españoles. Sorprendentemente Rusia, ya roja y en plena efervescencia revolucionaria registró 71 inscritos que se enfrentarían ideológica y conceptualmente a una solicitud del concurso eminentemente cristiana, tal cual como lo atestiguan las Bases y Reglamentos editados en 1928.
No todos los países se hicieron representar porque del total de interesados inscritos se abstuvieron de participar 1,471. Todavía se ignorancian las reales causas de tan abismal diferencia numérica entre participantes y abstencionistas.
En la abrumadora colección de informaciones no obstante las notorias pérdidas por deterioro y evidentes sustracciones que existe sobre el particular en la Biblioteca Colombina de la OEA, en Washington (como es obvio), República Dominicana aparece registrada con 5 inscritos pero ninguno participó.
Hay uno que siempre nos ha llamado la atención porque nos ha resultado imposible obtener alguna información sobre él: Valentín R. Lavín del Noval que aparece en la lista como residente en España.
Los otros que figuran como dominicanos aparecen con sus fichas y una de ellas corresponde, extrañamente, al puertorriqueño Benigno De Trueba (Suárez) que se registró como dominicano domiciliado en el Edificio «La Opera» con P.O. Box 921, Santo Domingo, R.D.
Los restantes dominicanos fueron Luis F. Piña con domicilio en «Obras Públicas»; J. C. Alfonseca C. con domicilio en 3 rue Jules Liegfried Havra de una ciudad francesa que no identificó y Ernesto Paradas también desde Francia.
No sabemos si estos señores, pudieron asistir al encumbrado banquete de honor del 16 de mayo de 1929.