Por: Haivanjoe NG Cortiñas
La previsión realizada en 2019 de lo que iba a ser el comportamiento económico dominicano para el 2020, indicaba un panorama con resultados alentadores. Un PIB creciendo en un 5.0 %, una depreciación del tipo de cambio de un 4.5 %, una inflación baja de un 4.0 %, aumento moderado de la deuda y expectativas de avances en el combate a la pobreza.
El comienzo del 2020 para la economía fue bueno. El Indicador Mensual de la Actividad Económica (IMAE) situaba su comportamiento en enero en un 4.7 % y febrero en un 5.3 %, acumulando un crecimiento para el bimestre de un 5.0 %. La inflación por su parte en los primeros dos meses fue de un 0.20 % y la cotización del dólar por el peso pasó a inicio de año de RD$ 52.96 a RD$ 53.53, el promedio ponderado en el mercado spot.
Pero aconteció algo imprevisto para la salud pública internacional, la aparición del COVID-19, que pasó rápidamente de brote a finales de 2019 a pandemia el 11 de marzo de 2020 y lo ha marcado tal vez como a ningún otro, al tiempo que muchas decisiones tomadas comprometen el futuro de la economía.
La lista de consecuencias de corto y largo plazo sobre la salud de las personas que han padecido el COVID-19 es larga: tos, cansancio, fiebre, atrofia muscular, daños en el hígado, riñones, corazón, etc. y, otras aun por conocer. Lo propio le está aconteciendo a la economía, la lista de impactos en poco tiempo ha sido severo y su duración está por definirse.
Una combinación de resultados negativos, generado por un mismo motivo, tipifican al 2020, como el peor de los últimos 50 años de la historia económica dominicana. La causa, la epidemia por el COVID-19. Los impactos adversos: caída del PIB, del empleo, la inversión extranjera, las exportaciones, los ingresos por turismo y aumento de los precios, la pobreza, el déficit fiscal, la deuda pública. La excepción, las remesas.
Desde que se dispuso el estado de emergencia nacional el 19 de marzo de 2020, se produjo una paralización casi total de la economía. A partir de entonces, las actividades productivas y comerciales fueron afectadas, reflejándose luego en el desempeño de los indicadores económicos y sociales.
El Producto Interno Bruto (PIB), en su versión simplificada del IMAE, comenzó a registrar un comportamiento de fuerte caída desde marzo hasta la fecha, que lo sitúa en términos acumulados en un -7.7 %, llegando a alcanzar su punto máximo en abril con un -29.8 % y el menor en octubre con un -4.3 %. En la historia económica dominicana del último medio siglo, desde el 1970 al 2020, nunca antes la economía había colapsado al nivel de un -6.0 % que se proyecta concluirá en el presente año.
En los pasados 50 años la economía nacional solo se contrajo a tasas negativas en cuatro años, en 1985 con un 2.1 %, en 1990 con un 5.5 %, en tiempos más cercanos, en 2003 con un 1.9 % y ahora en 2020 que la previsión es también negativa de un 6.0 %, resultando los sectores más afectados, el turismo, la construcción, la manufactura y la minería.
Como complemento con lo que le aconteció a la oferta, otro de los resultados adversos que trajo el confinamiento de la economía, fue la caída en la demanda interna, que se sitúo en alrededor de un 9.0 %. Pese a la caída del consumo, la tasa de inflación superará el 5.0 %, mayor por primera vez desde hacen 8 años, al techo de la meta de inflación.
Por el lado del empleo, alrededor de unos 412 mil trabajadores perdieron sus empleos durante la epidemia por COVID-19 y el nivel de pobreza monetaria general aumentó -pese a los distintos programas sociales- de un 21.4 % a un 27.4 % y la pobreza extrema de un 3.0 % a un 5.1 %.
En lo relativo al tema presupuestario, las necesidades brutas de financiamiento se colocaron en alrededor de RD$ 600 mil millones, para un 13.3 % del PIB, la más alta de la historia presupuestaría y el déficit fiscal estaría superando el 6.0 % del PIB.
El resultado desfavorable del balance fiscal, trajo como consecuencia una expansión del endeudamiento en el sector público no financiero, elevándolo a no menos de US$ 43,293 millones en 2020, cuando al cierre de 2019 fue de US$ 35,942 millones, para un aumento de US$ 7,351 millones, equivalente en términos del PIB de una elevación de un 40.4 % a un 54.9 %, valores nada despreciables.
En cuanto a las exportaciones, el país durante el 2019 vendió productos en el mercado internacional por un valor de US$ 11,318 millones y a noviembre de 2020 por US$ 8,943 millones, lo que podría ser previsible que para el año que transcurre la disminución se sitúe cercano a los US$ 1,500 millones.
El comportamiento de la inversión extranjera directa a septiembre de 2020 presenta una caída de un 9.3 %, al disminuir en US$ 298 millones, cuando pasó de US$ 2,364 millones a US$ 2,066 millones.
Respecto al turismo -uno de los principales sectores de la economía, por su impacto en la generación de divisas y empleo-, a noviembre de 2020 habían ingresado al país por turismo no residente, 1,513,262, cuando en 2019 ascendió a 6,446,036, lo que equivale a decir, que la caída abrupta se acercará a los 5.0 millones.
Sobre el tipo de cambio, la depreciación del peso se sitúa en la actualidad en alrededor de un 10.0 %, muy superior al previsto en el presupuesto nacional, que lo estipuló con una pérdida de valor de un 4.5 %.
Las autoridades, tratando de mitigar los impactos negativos del cierre de la economía, dispusieron de medidas fiscales y monetarias, como la creación de programas sociales, con énfasis en la protección del empleo, dotando de ingresos monetarios a trabajadores de los sectores formales e informales de la economía y, en lo monetario, la reducción de las tasas de intereses de política monetaria, Repos y Overnight, facilitó liquidez a la banca, para canalizarlo a los sectores productivos y, la reducción del encaje legal, entre otras medidas.
La excepción han sido las remesas -pese a todos los pronósticos-, pues para el 2020 superará en al menos unos US$ 800.0 millones el nivel registrado en 2019, que fue de US$ 7,087.0 millones.
En términos de perspectivas, para el 2021 el panorama macroeconómico indica que, el PIB crecerá en un 5.0 %, la tasa de inflación en un 4.0 %, el tipo de cambio con una variación de un 9.0 % al finalizar el año y, una reducción de las necesidades brutas de financiamiento que permitirá situarlo en un 5.9 %, conforme a la política de financiamiento del presupuesto nacional.
El impacto imprevisto sobre la economía por la aparición del COVID-19 en todo el territorio nacional, ha provocado que el PIB dominicano retroceda cuatro años en su tamaño, lo que obliga al país a redoblar esfuerzos para impulsar la recuperación de la economía en el más breve tiempo posible.
Esta opinión de final de año, alberga la esperanza que el 2021 sea declarado como año de la recuperación económica. Bendecidas navidades amigos lectores.