El 21 de mayo de las
garrapatas del PRD

El 21 de mayo de las<BR>garrapatas del PRD

Hegel afirma que la historia se repite al menos dos veces. Marx, en “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”, corrige el dictum hegeliano y afirma que ello es cierto pero que la historia se repite “una vez como tragedia y la otra como farsa”.

Posteriormente, Herbert Marcuse, en prólogo a dicha obra, corrigió a Marx al señalar que cuando la historia se repite como farsa a veces es más terrorífica que la tragedia original, y más recientemente Slavoj Zizek le ha dedicado todo un libro al tema.

La idea marxiana de la repetición de la historia me ha venido a la mente tras leer un artículo de Juan TH sobre el “final de una carrera” política y en el que anuncia una purga que arrancará en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) el mismo 21 de mayo del año en curso. Según el periodista, ese día las bases del PRD le pasarán factura a quienes “les dieron la espalda”, a las “garrapatas”, que supuestamente traicionaron el partido y “se vendieron al enemigo”. El 21 de mayo, según Juan TH, “comenzará a escribirse otra historia en el PRD”.

No salgo todavía de mi asombro al leer tan insólito artículo. Y es que aún para el menos avezado de los observadores políticos resulta clarísimo que, en medio de una campaña electoral, es totalmente contraproducente azuzar el fantasma de la división y la persecución, cuando lo que se debe es propiciar la unidad de un partido que, como el PRD o cualquier otro, necesita de todas y cada una de sus fuerzas internas para poder ganar una contesta electoral.

Pero el apasionamiento muchas veces se impone sobre un sano pragmatismo y realismo político. Por eso, muchos no solo echan leña al fuego de las contradicciones internas sino que, además, apuestan por la loca idea de que le es posible al PRD ganar unas elecciones al margen de la necesaria unidad interna. Y lo que es peor: que es posible ganar unas elecciones atropellando todo el tiempo y de modo gratuito el liderazgo institucional del PRD encabezado por su Presidente, el Ing. Miguel Vargas Maldonado.

La realidad innegable es, sin embargo, que Vargas Maldonado, después de Peña Gómez, ha sido el único líder del PRD que ha tomado en serio la consolidación institucional del partido, cosa que no hizo ni Antonio Guzmán, ni Salvador Jorge Blanco, ni Jacobo Majluta ni Hipólito Mejía. De ahí que hoy el liderazgo de Vargas Maldonado se erige en factor de cohesión interna, elemento de continuidad institucional, garantía de renovación del liderazgo y firme catapulta de las legítimas ambiciones de los aspirantes a cargos electivos en las elecciones congresionales y municipales de 2016. Por eso, cuando se escriba la vergonzosa historia oculta del PRD en el período 2004-2012, se sabrá  quienes apostaron contra los candidatos a senador del PRD, para propiciar la hoy criticada supuesta “dictadura constitucional” del Partido de la Liberación Dominicana, y quienes, como Miguel Vargas, llevaron el PRD de un 33% de votación en 2004 a ser el partido que hoy ocupa el recuadro No. 1 en la boleta electoral.

 El último que habló de sacar las garrapatas al buey del PRD fue Juan Bosch en 1970. Y fue precisamente Bosch el que terminó abandonando el partido tres años después. Mientras tanto, las garrapatas condujeron, bajo el liderazgo de Peña Gómez, a que el PRD abandonara el patético  abstencionismo electoral, responsable de la perpetuación de Balaguer en el poder, llegando finalmente al poder en 1978. Esa fue la tragedia de entonces: tratar de condenar al PRD al ostracismo electoral y expulsar a todos quienes pretendiesen convertir al PRD en una opción real de poder y de alternativa a la “dictablanda” o “democradura” de Balaguer.

La farsa que hoy se pretende montar es todavía más descabellada pues busca aniquilar el natural relevo generacional al interior del PRD y decretar el final de una carrera política que apenas comienza el 21 de mayo, cuando Miguel Vargas Maldonado, en cualquier escenario poselectoral, se erigirá en sólido factor de unidad, conciliación, transparencia, institucionalidad, responsabilidad, gobernabilidad, renovación interna y consolidación de un gobierno democrático o de una oposición leal. 

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