El 24 de junio del 1965 San Francisco se tiñó de sangre

El 24 de junio del 1965 San Francisco se tiñó de sangre

Hace 50 años, una mañana luminosa de verano, después de haber pasado el día de San Juan, y en plenas vacaciones, el tableteo de las ametralladoras despertó a todos los que dormíamos las últimas horas del sueño del día anterior.

El intenso tiroteo se produjo en el barrio San Martín, muy próximo al sector Capacito donde residíamos, concretamente en los transformadores de la electricidad donde operaba un puesto militar. Eran las 5:30 de la mañana cuando debimos bajar de la cama y tirarnos al suelo para protegernos de las balas que se sentían tan cerca como si se disparaban desde el patio de la vivienda.

Más de una hora de tensión reinó y todo el tiempo lo pasamos tirados en el suelo esperando el cese de fuego. Fue a las 8 de la mañana cuando empezaron a sacar la cabeza por las ventanas a ver qué había pasado.

Mientras cesaron las ametralladoras que disparaban en nuestra cercanía, se escucharon nuevos disparos en otras zonas de la ciudad donde más tarde nos enteramos que era el frente norte porque los insurrectos habían divido la ciudad en cuatro frentes, los cuales fueron penetrado por las fuerzas enemigas.

¿Quiénes peleaban? varios comandos revolucionarios que se había desplazado hacia el interior del país para fortalecer la guerra que se había enmarcado en Ciudad Nueva, en la capital, contra las fuerzas regulares del ejército que se fortalecieron tras la intervención norteamericana.

Pasadas las 9 de la mañana la ciudad fue tomada, muy pocas personas se atrevían a salir de sus hogares y quienes lo hicieron contaban algo de lo que vieron. A dos esquinas de la cuadra donde estaba ubicada nuestra casa habían matado a un panadero, pero todos y todas estábamos ansiosos para ver qué había pasado en Los Transformadores.

Los disparos se escucharon por toda la ciudad hasta cerca del medio día. Pensábamos que por la cantidad de disparos había o muchos muertos o alguna zona liberada.

Todo adulto que saliera, si era varón era apresado, solo los muy jóvenes y niños cruzábamos las tensas calles de la ciudad.

A las 5:00 de la tarde un grupo de amiguitas nos escapamos y fuimos al cementerio donde se había informado que los muertos fueron depositados en el campo santo. A esa hora estaban irreconocibles, algunos fueron identificados. Fue fácil reconocer a Franklin Delano Rosa, un joven del barrio con el que habíamos crecido y que fue de los comandantes que se formaron en la revolución que se efectuaba en la capital.

Otro de los muertos identificados fue Chepe Sánchez, también del barrio conocido como militante del 14 de Junio, Sostenes Peña Jáquez, Jimmy Vargas y Frank Sosa Duarte.

Hubo otros que ese día no fueron identificados, pero que luego sus familiares y compañeros de armas los nombraron, eran Pasito Polanco, Baldemiro Castro y Abrahansito Vargas, quien estudiaba en el Liceo Ercilia Pepín.

En fin, los que creíamos era una guerra y que la revolución de la capital se había trasladado a nuestra ciudad, se convirtió en una matanza y en los frentes que habían sido diseñados con el objetivo de ocupar la ciudad, fueron sorprendidos de tal manera que las bajas fueron de un solo lado.

A los insurgentes no se le permitió usar sus armas, fueron cazados como aves de corral porque algún traidor los vendió.

Se puede advertir que son cosas de la guerra, pero con guerra o sin ella los traidores de toda laya siempre aparecen aun en el más simple ejercicio de la política.

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