El 27 Concurso Eduardo León Jimenes

El 27 Concurso  Eduardo León Jimenes

En las últimas ediciones del Concurso de Arte Eduardo León Jimenes, uno de los
cambios, componente experimental e innovación, consistía en que el proceso de ejecución para proyectos podía ser “acompañado” hasta la entrega.
Ya el artista no está solo, dialogando consigo mismo, él vive una nueva manera de crear y gestar su obra, colaborando con un profesional –de más experiencia en principio–, confrontando la mirada de otro y dejándose guiar en pos de un mejor resultado. La iniciativa se ha cuestionado en nombre de la espontaneidad de la creación, y no dejamos de afirmar que también un artista podía resistirse…
Cuando participan artistas muy jóvenes, con una obra muy corta, no dudamos de que se convierte en una asesoría útil, no solo en la parte material y técnica, sino en el aspecto conceptual. Ahora bien, lo notamos anteriormente, hasta los emergentes ahora emitieron ideas muy claras y seguras, ¿tal vez fruto de aquel proceso a dúo?
Como en todos los certámenes, sean públicos o privados, aun en este concurso, definido, exigente y estricto, la percepción del espectador varía y no siempre accede al nivel de apreciación que ha manifestado un jurado de especialistas externos. Una fruición primaria puede preferir la estatuaria neoclásica a su desmitificación. O no comprender que un proceso de transformación culmine en deconstrucción y reciclaje arrevesado. O que una obra se disperse en varias, perdiendo una magia otrora flotante y en suspenso.
Obras sobresalientes. Si el visitante, lógicamente, entra y sale por dos accesos distintos, la circulación se abría al paseo sin delimitar secciones, orden o categorías… y algunas obras demandaban, por la multiplicidad espontánea de lecturas, demorarse y volver… gustosamente.
Es el caso de la extraordinaria instalación-video, gastronómica, sociológica, emocionante, tierna, “La isla dentro de la isla” de Karmadavis –más que video– artista sobresaliente, aquí también “el artista dentro de la obra”–. ¡Qué bueno que todavía se ame al próximo, se rinda honre a los débiles, se aniquilen los prejuicios! Es un verdadero deleite… y no solamente por sus manjares auténticos y la calidad de la imagen. Un aporte complejo y valiente, original y magistral, que celebra la(s) identidad(es).
La fotografía se convierte en instalación, “body-art” y cuestionamiento en “Ellxs, Nosotrxs y Todxs” de Eliazar Ortiz, nuevamente una propuesta totalizante que aúna técnica e investigación, cuerpo y naturaleza. Cubrir y atravesar los sujetos con signos, a la vez tatuaje, huella y escritura, lejos de desfigurar, exalta el “médium” y una estética sorprendente.
La imagen en movimiento triunfa en “Esperábamos a que anocheciera” de Wendy Muñiz y Guillermo Zouain. Nos parece que, por primera vez aquí, se presenta una “muestra” de cine-ensayo de tal categoría, que ha requerido mucho trabajo de investigación, edición, “collage”, montaje, que logra fascinar a un espectador, ¡dispuesto a ver aun más que sus 18 minutos de duración! Se juntan, local y universalmente, pasado, presente, post-modernidad, crítica social, dominio cultural.
Observamos cómo identidad y creación descartan límites en el arte de hoy y su apertura.
Es, por cierto, una característica definitoria del Concurso Eduardo León Jimenes que, integrando la región entre sus compromisos, explora los más diversos temas, su interpretación, sus variaciones, su vigencia en el tiempo y en el espacio. Esperamos la vigésima-octava edición de una esmerada manifestación de arte contemporáneo, única en el país, sino en el mismo Caribe, por los medios y las metas que despliega.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas