El 27 de febrero de Ercilia y Petronila

El 27 de febrero de Ercilia y Petronila

Elvira Lora

Descrito como la “HAZAÑA GRANDE” por la educadora Ercilia Pepín, así como la máxima “EPOPEYA MORAL” por la maestra normalista Petronila Angélica Gómez Brea, el Día de la Patria Dominicana se convierte en la fecha propicia para detallar las reformas nacionales que ambas deseaban concretar -y con ellas sus coetáneas- una vez alcanzaran la ciudadanía.

Así, la educadora y la maestra dedican sus artículos, editoriales y versos de este día para motivar la rendición de cuentas que urgía de los hombres políticos de las primeras dos décadas del siglo XX, mientras recordaban que las dominicanas estaban dispuestas asumir los desafíos que conllevan la soberanía, de acuerdo a los hallazgos hemerocríticos aplicados a 17 años continuos de la revista Fémina, de Gómez Brea.

Encontrar que para 1920 Ercilia Pepín escribe el verso estrofa homónimo a la gesta independentista, resitúa la conciencia política de nuestras madres espirituales, que desde los albores de los años 20 mostraban su crítica intelectualidad, conciencia ciudadana y deber cívico.

“(El 27 de Febrero) no es día de papiro ni de plumas, es un día magno. Es día de trompa áurea, de flauta encantada, de orquesta sinfónica, de cincel mágico, de lienzos rafaelinos, donde la LEYENDA de las BATALLAS fuera presentando sus páginas entre cuadros y cuadros… Allá SANTOMÉ. Acá… SABANA LARGA!… Sobre el dorado de la Sierra Sur, las pirámides de EL NÚMERO; donde se muere el sol, tras la cuenca del Yaque: la obra de BELER inimitable”…

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La fundadora de Fémina rescata este entrañable escrito de su maestra guía y lo comienza a publicar cada Día de la Patria, desde 1923, a siete meses del primer número de Fémina -recordamos aquella tarde del 15 de julio de 1922, en San Pedro de Macorís-.

Entre 1923 a 1928, Petronila editorializa cada año para rememorar “la obra máxima de los Trinitarios”, permitiéndose hacer hincapié en las situaciones políticas que agobiaban al país, que oprimían a las mujeres, de modo que en las amplias descripciones discursivas late el interés mayor de concretar la “gloriosa obra nuestros antepasados”.

Uno de los primeros planes de nación que escribe data, precisamente, del 27 de febrero de 1923, en el cual solicita a quienes tenían en sus manos el poder aprovecharlo para proveer al país de progreso. “Se inicia una nueva era de reconstrucción política, al aligerarse el peso de la extraña intervención que nos agobiaba es propicio meditar sobre el esfuerzo de la epopeya de quienes se adelantaron a su época en pensamiento y acción”. Es cuando propone fomentar la producción agrícola y favorecer el establecimiento de industrias nacionales.

Pero, poco influyó aquel plan de nación, por eso un año después, para 1924, se escribe sobre la carencia de honor y dignidad ante la Patria. “Desgraciadamente, la ambición de poder ha envenenado la conciencia ciudadana y mientras se pierde la fe en el ideal de progreso material y perfeccionamiento moral e intelectual, nos confundimos en el inmenso torbellino que forman las pasiones desencadenadas de la política, y desacierto en desacierto hemos ido acercándonos al abismo insondable que solapadamente ha abierto nuestros pies la perfidia del dólar”.

Cuatro años después, en 1928, declara la inmortalidad de la Trinitaria, ante la carencia sus valores en quienes llevaban las riendas políticas. “¿En nuestras últimas épocas ha habido hombres que hayan sentido en sus corazones el amor patrio, en la forma en que lo sintieron los iluminados del 44? Y es que al pasar del tiempo se ha perdido mucho de las virtudes que a ellos asistían: sinceridad, discreción, amor propio, energía, conciencia moral y talento”.

¿Cómo podría solucionarse este olvido a la “OBRA MAGNA” independentista? En aquel artículo de 1924, en el cual añora las celebraciones patrias previo a la intervención estadounidense, se publica: “Yo creo en la suma de fuerzas morales acumuladas en ese vigoroso movimiento del feminismo, dentro del que la mujer va perfilándose definitivamente en el campo de las actividades (…) Una ayuda efectiva cuanto mayor sea el sacrificio que nos exija el cumplimiento del deber con la Patria”.