Se nos vendió la idea de que era posible organizar mejor la sociedad
Muchas personas pertenecientes a una generación que se encuentra en las postrimerías de sus vidas, vivieron soñando con un mundo nuevo.
Con diferentes puntos de vista, colores y matices hacia una sociedad más justa y humana. Libre de ataduras. Donde reinara la justicia social y económica. Donde al pan se le llamara pan y al vino, vino. Donde no existieran grandes brechas entre los ricos y pobres.
Pretendiendo construir esos sueños, unos con mucho ahínco, algunos con timidez, otros con más deseos que posibilidades.
Pero de alguna manera, soñando con la ilusión de algo posible. Ignorando que muchos de esos sueños se quedarían sepultados por un pragmatismo que tal vez sin ser su propósito, se convirtió en la mejor forma de matar dichas ilusiones.
Más de 40 o 50 años aspirando a una sociedad donde los principios éticos y morales se impusieran. Más de la mitad de sus vidas útiles, aspirando a que los métodos generadores de la degradación moral y política desaparecieran.
Una generación decidida, de la que muchos incluso ofrendaron o expusieron sus vidas por un sueño o una ilusión capaz de crear nuevos ideales patrióticos. Por el establecimiento de un sistema puro e inmaculado.
Juventudes que se perdieron en el sueño. Sueños que chocaron con realidades. Realidades que se convirtieron en pesadilla de la negación del mundo nuevo. De la sociedad nueva y de la justicia social y económica, para despertar en realidades diferentes.
Sobre todo desde principios de la década de los 60, se nos vendió la idea y nos identificamos con ella, de que mediante el arte de bien gobernar se podría lograr la mejor y más pura manera de organizar una sociedad.
Convertirla, no en un mercado barato de mercancías sin mucho valor y calidad, sino creadora de un Estado promotor del bien común.
Hoy tenemos una sociedad diferente. La que algunos consideran que ha llegado a grados tales de degradación que no tiene solución.
Un pensamiento definitivamente negativo. Porque esta, como cualquier otra sociedad del mundo, desde el enfoque cristiano de la perfectibilidad, podemos mejorarla y podemos lograrlo.
Algunas cosas que en ocasiones vemos y estuchamos en diferentes aspectos y localidades, dando la idea de que la degradación moral nos arropa, no representan la verdadera sociedad dominicana.
Porque si bien es cierto que se han ampliado tanto los linderos éticos y morales que son capaces de confundir a cualquiera, no es menos cierto que con el esfuerzo y el ejemplo, sobre todo de los sectores de poder en todas sus manifestaciones, se puede encauzar. Comenzando con ejemplos. Evitando confusiones.
Para lograr la sociedad soñada. La que en ocasiones parió frutos de pesadilla que interrumpieron los sueños dorados de una juventud llena de entusiasmo, y enterró muchas ilusiones e ideales de patriotismo.
Es preciso abrir las tumbas para que surjan de nuevo los sueños y las ilusiones por una sociedad más justa y humana. Evitando, con prédicas y ejemplos, que el bello sueño por un mundo nuevo, enterrado por el pragmatismo materialista, no pueda ser sepultado jamás.