El día 5 de julio de mil novecientos sesenta y uno, tras el ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, una comisión del Partido Revolucionario Dominicano, compuesta por el profesor Ángel Miolán. Nicolás Silfa y Ramón A. Castillo arribó al país, luego de estar más de veinte años organizados en el exilio.
Desde su llegada, el pueblo comprendió que dicha organización era su instrumento de lucha para conquistar la Libertad e imponer la Justicia Social. Al instante de abordar el territorio, los dominicanos observaron que no se presentó con un jefe supremo, ni cacique, ni propietario en particular. Por lo que asumieron para sí la organización, formando comisiones de trabajo llamada la “Caravana de la Libertad”, y marchar desde Santo Domingo hacia los pueblos del interior a constituir su partido. Al llegar a los lugares se registraba el hecho de que de manera espontánea se habían estructurado los comités correspondientes.
Por la aplicación de una política certera, a los pocos meses de su llegada, el Partido alcanzó la Presidencia de la República, tras obtener el triunfo en las primeras Elecciones Presidenciales llevadas a cabo, luego de la desaparición del tirano Trujillo. Se acompañó de la Constitución del 1963, de carácter progresista y revolucionaria, la cual chocaba con los intereses de los sectores retardatarios y recalcitrantes, que dirigían la iglesia católica, la oligarquía criolla, los militares perversos y un sector del gobierno norteamericano.
Encabezado por el doctor José Francisco Peña Gómez, el PRD se opuso al régimen golpista, produciendo la acción política más importante del siglo pasado: El alzamiento armado constitucionalista, acción que surgió como un movimiento democrático revolucionario y se convirtió en una Guerra Patria y Nacionalista, al enfrentar la tropa interventora estadounidense.
La administración norteamericana decidió imponernos al doctor Joaquín Balaguer como Presidente de la República en las elecciones del 1966, quien duró doce años, que significaron dolor y luto para la familia dominicana. Expresado en represión, persecución política, allanamientos, encarcelamientos injustos, deportaciones, crímenes. En fin, violaciones a los más elementales derechos ciudadanos. Desgobierno éste que el PRD enfrentó bajo la línea táctica de Organización y Movilización permanente. La alianza con los sectores liberales de Estados Unidos y de la Internacional Socialista.
Esta táctica política permitió derrotar a la administración balaguerista en el mil novecientos setenta y ocho y colocar en el solio presidencial y vice-presidencial a los compañeros Don Antonio Guzmán Fernández y al licenciado Jacobo Majluta, quienes se constituyeron en ejemplo permanente de lo que debe ser una autoridad democrática.
El PRD al llegar al territorio nacional tenía el gran compromiso de implantar una sociedad de libertad y justicia social para todos, dentro del marco de un Estado de Bienestar General. Eso es solamente posible al cumplirse dos tareas fundamentales, que eran: 1ro. Establecer el orden democrático y 2do. El orden económico.
El gobierno del Partido que dirigió Don Antonio cumplió con la tarea primaria que le tocaba en ese entonces, la de establecer el orden democrático, abriéndole las puertas de par en par a los encarcelados y exiliados políticos. Permitiendo la sindicalización, el libre juego de las ideas y sus partidos correspondientes. La plena libertad de expresión, la de la asociación, la libre circulación de los ciudadanos, entre otras. Desde entonces, los presidentes que les han continuado se han sometido a ese orden.
Situaciones adversas, provocadas por malos perredeístas nos han llevado a mantenernos fuera del Estado lo que nos ha impedido cumplir con la segunda tarea, que es el establecer el orden económico.
En el presente, hemos tenido que tomar en cuenta las particularidades de la actualidad para determinar nuestro quehacer político e impedir que el partido no sucumba, como anhelan y trabajan para tales fines, aquellos ex compañeros.
La nueva característica del momento nos coloca en una coyuntura no deseada, la cual nos exige observarla con objetividad en pro de preservar la organización. Hay que comprender que la responsabilidad por la que atravesamos se debe al tiempo que gastamos en protegernos de las viles intenciones de aquellos ex compañeros. Dado este caso, no nos queda otro camino que acudir al paso posible que proteja la institución en pro del reforzamiento de su disciplina y su accionar programático; por el hecho que nadie está obligado a lo imposible.
Otro pudo ser el transitar que le gustaría emprender al compañero presidente ingeniero Miguel Vargas. Sin embargo se inclinó en tomar el camino de su sacrificio en aras de asegurar los espacios adquiridos por los compañeros y preservar el Partido. A la vez, influir en el presente gobierno, para que el pueblo mantenga en su goce las conquistas logradas, así como la profundización de las acciones sociales y el respeto a nuestra soberanía nacional.