Cuando las autoridades colombianas explicaron al entonces presidente electo, Danilo Medina, el sistema de emergencia colombiano conocido como el 9-1-1, nunca me imaginé que fuera instalado tan rápido en República Dominicana. Y menos aún, que a los pocos meses de instalado, la demanda sería tan grande y que daría tan positivos resultados.
En ese entonces, era aún el embajador en Colombia y sabía de las necesidades que había en el país de ese sistema. Pero noté que el presidente electo mostró un gran interés porque le explicaran los detalles de cómo funcionaba el 9-1-1. Su estrecho colaborador, Gustavo Montalvo, a su derecha, hoy Ministro de la Presidencia, tomaba nota de todas las explicaciones y de todos los detalles.
Sin dudas, que ese encuentro sería un antecedente importante de lo que es hoy el 9-1-1 dominicano.
Cuando usted sale en un vehículo por las calles de Santo Domingo, en cualquier momento, tiene que echarse a un lado, porque hay una que otra ambulancia, motocicletas de Amet o del Cuerpo de Bombero, que andan a gran velocidad, atendiendo una llamada que se ha hecho por medio del sistema 9-1-1.
El 9-1-1 dominicano me recuerda la parábola del buen samaritano. A Jesús se le preguntó quién es mi prójimo. Y el maestro de los maestros, en el libro de Lucas 10, capítulos del 25 al 35, dijo que un hombre que iba camino a Jericó cayó en manos de ladrones que le despojaron y lo hirieron dejándolo medio muerto.
De manera que los casos de emergencia, de robo, de herida, de crimen o suicidio, no vienen de ahora. Pero sigamos con la parábola. Aconteció que pasó un sacerdote por el camino, vio al herido y siguió de largo. Pasó luego un levita, que también era otro religioso, que se decía se dedicaban a los asuntos de Dios, pero también pasó de largo.
Sin embargo, un samaritano, que era considerado como un extranjero entre los judíos en ese entonces, que no era muy devoto, pero dice Jesús, que fue movido a misericordia. (Lucas 10:33)
El samaritano, vendó las heridas, le echó aceite y vino, y lo puso sobre un caballo, y lo llevó a un lugar que le cuidara. Y al otro día, sacó dinero y pagó por el cuido del enfermo. Y hasta le dijo que todo lo que se gastara él se encargaría de eso.
Y entonces Jesús preguntó quién fue entonces el prójimo del que cayó en manos de los ladrones. Y la respuesta fue: el que usó de misericordia.
El 9-1-1, sin dudas, ha venido a ser un acto de misericordia para atender las emergencias de enfermos, heridos o personas con necesidades urgentes. Y es parte de los logros de la gestión del presidente Danilo Medina de estos dos años. Justo es reconocerlo. Enhorabuena.