El aborto es un crimen:
la vida es un don de Dios

El aborto es un crimen:<BR>la vida es un don de Dios

ALIRO PAULINO SEGURA
Releyendo los discursos del fenecido Pontífice Juan Pablo II, reafirmando la doctrina de Jesucristo: «que antes de nacer, la persona humana tiene dignidad que debe respetarse».

La Ley de Dios es santa y eterna. Los mártires del cristianismo son la Gloria de nuestra fe católica, porque constituyen el testimonio invito de que la Gracia de Dios anima las almas con su infinito amor, hasta la fidelidad extrema: la de dar la vida por quien se ama.

Cuando Su Santidad Juan Pablo II, habla sobre el tema del aborto para condenarlo, no hizo más que cumplir con el mandato del Divino Maestro, y como lo ha planteado en su viaje a Brasil Su Santidad Benedicto XVI, con tanta responsabilidad en una de sus históricas homilías.

Entresacando algunos conceptos de Juan Pablo II, cuya voz era la del mismo Cristo que asiste a su Iglesia, debemos obedecer la Ley de Dios ante las necias normas humanas que tratan de matar a un ser concebido y en gestación de una vida humana.

La transmisión y defensa de la vida es una voluntad divina confiada expresamente como misión reproductiva a la pareja humana, desde el principio de aparición del ser humano sobre la tierra.

¡Millares de víctimas inocentes e indefensas, son sacrificadas en el seno materno! Ese oscurantismo es una verdadera desgracia para la continuación de la especie.

Aunque la oposición a esta nefasta insensibilidad oscureciendo el sentido de la vida de parte de la Santa Sede, la Iglesia es inaceptable entre diversas actividades de la sociedad actual, recordemos a Juan Pablo II en la alocución a los cardenales, prelados, religiosos y seglares de la Curia Romana y de la ciudad del Vaticano, el 22 de diciembre de 1981 (ver edición semanal del L’Observatore Romano, año XIV, No. 1-679- del Domingo 3 de enero del 1982) que dijo:

 En el «Butzweiler Hof» de Colonia, Alemania, el sábado 15 de noviembre de 1980. (L’Observatore Romano año XII, No. 47, en lengua Española) Juan Pablo II nos dijo:

«El respeto a la vida humana desde antes del nacimiento. Si se rompe el derecho del hombre a la vida en el momento en que comienza a ser concebido dentro del seno materno, se ataca indirectamente todo el orden moral que sirve para asegurar los bienes inviolables del hombre… La Iglesia defiende el derecho a la vida no solo en consideración a la Magestad del Creador, que es el primer Dador de la vida, sino también esencial del hombre…(8 de junio de 1979).

La vida humana que nace en el concepto del matrimonio y por la que el matrimonio y el amor recíproco de los padres deben de estar caracterizados por la generosidad de entregarse.

Todos los seres humanos deberían valorar la individualidad de cada una de las personas como criaturas de Dios, llamado a ser hermano o hermana de Cristo en virtud de la encarnación y redención universal.

¿Si la persona existente sobre la tierra hubiera sido sometida al aborto cuando fue concebida, estuviera disfrutando en el plano en que le ha tocado desenvolverse hoy en día?

De ninguna manera. Ese crimen cometido conscientemente a una vida humana en el vientre materno, es un asesinato como otro cualquiera sin importar la edad, porque cada niño es don único e irrepetible de Dios, que tiene derecho a una familia unida por el amor.

El Papa Juan Pablo II, en la Homilía durante la misa en el Capitol Mall de Washington el 7 de octubre de 1979, (L’Observatore Romano, en español, año XI, No. 44 (566) del 4 de noviembre de 1979, expresó: «La vida humana es sagrada desde el momento de la concepción hasta el último instante de la existencia natural».

Interpretando así a Su Santidad Juan Pablo II, podemos entender que la vida humana es sagrada, es decir, que está inmune de todo poder arbitrario que pretendiera atentar contra ella, herirla o incluso suprimirla. La vida es digna de respeto, atención y esfuerzos en orden a salvaguardar sus derechos y elevar su calidad.

Para finalizar este trabajo vamos a traer uno de los párrafos de la Alocución del 22 de diciembre de 1979, a los cardenales de la Curia Romana. (L’Obsevatore Romano, en español, año XI, No. 52 (574), del 30 de diciembre de 1979). Su Santidad Juan Pablo II, se expresa así:

«El aborto, hecatombe oscura que amenaza envolver en la muerte al futuro del hombre».

Es una hecatombe silenciosa, que no puede dejar indiferentes, no digo a nosotros los cristianos del mundo entero, sino también a los responsables de la cosa pública, a las personas que piensan en el porvenir de todas las naciones.

Jesús fue viviente en María, pero nació en Belén donde se negaron a acogerlo y en el palacio del rey Herodes se tramó su muerte acabado de nacer que hoy conocemos como el asesinato de los «Santos Inocentes».

Alcemos nuestras voces cristianas, si es que los somos todavía y tomemos una posición seria y digna como humanos nacidos que somos, para que este oscuro período que amenaza con envolver en tinieblas la conciencia humana pueda ser superado definitivamente.

A los que practican el aborto científicamente hay que recordarles «que la Ley de Dios no es baratija que se pueda regatear por unos pesos, matando una vida humana sin nacer en el seno materno.

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