El aborto, moral de la hipocresía

El aborto, moral de la hipocresía

LUIS SCHEKER ORTIZ
Mal pensado y peor decidido la penalización del aborto. Cruelmente, sin distingo. Un “crimen legal”, más grave que el hecho que lo provoca… Por respeto a una vida por nacer, se condena la vida misma, sin juzgar sus causas. ¿De qué tipo de crímenes hablamos entonces? De la joven traumatizada que ve tronchada su carrera, su proyecto de vida, víctima de una violación. De la menor víctima de un incesto, seducida o chantajeada por el poder de su propio preceptor, o de un pervertido sexual.

De la mujer estuprada por un delincuente o un drogadicto que penetró en casa o por un chofer maniático que la asaltó en mitad del camino. De eso hablamos. ¿Las vamos  a condenar a ellas por abortar el producto de un crimen, de una maldición, de una monstruosidad? De un embarazo no buscado, no deseado? Más aún: ¿Somos capaces de condenar al médico que las asistió, a la enfermera, al psicólogo que la liberó de una culpa no cometida, al farmacéutico que inocente vendió una píldora abortiva, o al familiar que consintió liberarla de una estigma y evitarle sufrimientos mayores a la familia, para pudrirlos también a ellos en la cárcel, por 10, 20 o 30 años de prisión? ¿Somos tan moralistas y celosos de la Ley que estamos dispuestos a condenar como criminales y encerrarla por el resto de su juventud a la amante socialmente permitida por el cura que bautiza su hijo, el legislador que dictó la ley, el juez que habrá de aplicarla, o el funcionario político que la apoya, y que no están libres de pecado, cuando ésta sea obligada a abortar? O pensamos que ellas y las hijas de papá se liberarán de la pena porque “interrumpirán su embarazo, llegado el caso, en las playas extranjeras, para evitar el escándalo? ¿Se escapará de la pena o asistirá a ella la dama distinguida y a su digno consorte que dentro de su muy digno matrimonio “les falló el ritmo”, y por pura conveniencia decidieron desconocer por el momento el precepto bíblico “creced y multiplicaos”, precepto que, por lo contrario, en su ignorancia, práctican los desventurados de la tierra, a quienes se les tiene el Cielo prometido mientras aquí por masticar algo mastican sus males ancestrales o irremediables, orientados por una orden religiosa que a los suyos, impone el celibato, pero no detiene la pederastia y se opone al uso de preservativos, y a todo plan de regulación familiar, obligando a la mujer parir porque Dios, que ha descuidado otras funciones, así lo dispuso. ¿Qué moserga es ésa?.

El planeta tierra está en peligro. Su peor amenaza es la superpoblación. Agoniza por la incapacidad de suministrar el agua y los alimentos que la población precisa y que no puede suplir en las cantidades que demanda el incremento poblacional, aparte de la enorme desigualdad e iniquidad en su consumo y su distribución. El hambre mata, es el peor flagelo que azota la tierra. El mayor número de muertes son niños y niñas desvalidos, sin protección alguna. De ella no se escapan los nacidos en el país más rico de la tierra, USA, con el peor índice de mortandad de infantes menores de 5 años y el récord de hambre y pobreza infantil dentro de los países industrializados, según el Informe de UNICEF State of de Worlds Children, de 1997.

No hablemos de la población infantil de países tercermundista, del nuestro, los índices de familia en la línea de la pobreza y la pobreza extrema son alarmantes, y donde a nombre de un pretendido derecho de nacer, surgido de alguna telenovela, se le arruina y fastidia la vida a los “atrapados y sin salida”, cuyo fin proclaman los políticos en campaña y se olvidan los gobernantes olvidadizos. Todos. Hijos de la desgracia y la injusticia social deshumanizante, están condenados, desde antes de nacer a padecer y perecer por falta de sustento, sentenciados a morirse de hambre, o de cualquier enfermedad viral o endémica, sin protección o asistencia alguna. Los sobrevivientes, refugiados en las favelas, en los barrios marginados, en las calles a golpe de sol, sereno y agua, son carne de cañón, presa de redadas policiales, del escarnio, de los abusos; alquilados o abandonados por padres irresponsables e ignorantes, obligados a mendigar y a delinquir, víctimas de las drogas, de la violencia y la injusticia social. Los que superan el desempleo, son atrapados en la red empresarial del trabajo barato pero honesto que pagan los que pueden mantener su bienestar y estatus labrando fortunas y aumentando sus ganancias, sin estrechar la brecha.

No se podría afirmar, en este caso del aborto, como el recién aprobado Proyecto de la Isla Artificial y otros tantos, que para aprobar este desaguisado artículo 98, insertado en la Reforma del Código Penal, corrió el dinero corrupto. Más bien cundió el pánico. El temor irracional, e irresponsabilidad. La estulticia de nuestros congresistas. El poder feudal de la Iglesia que aún atemoriza a estos pobres pueblos del mundo.

Ante esta aberración cualquiera se pregunta ¿es que los legisladores no tienen hijas, expuestas a la violación de un desalmado? ¿Ninguno tiene una hija menor indefensa, que pudiera ser malograda por un maldito? Hijas nacidas de una buena amante a quien se ordenó cuidarse y no parir para no provocar la ira conyugal y de los hijos legítimos con la ruptura del vínculo sagrado. ¿De dónde vienen y dónde viven estos señores legisladores que afortunadamente terminan su mandato? ¿Serán distintos los otros? ¿Son todos igualmente “puros y castos” o son extra terrestres? ¿De qué ética o moralidad nos hablan, cual es su lenguaje que no distingue la perversidad de la hipocresía? No tienen un hermano, un familiar médico, un amigo consecuente, una humilde una enfermera a quienes han acudido o pueden acudir si la desgracia les asalta para “solucionar un problema”, que de no ser resuelto por una vía segura, lo sería por métodos burdos y personajes tortuosos! ¿Es que nada de esto los conturba? ¿O es que consideran que aprobando esta ley y complacida la santa iglesia que la apoya, será, como tantas otras, ley muerta e inaplicable por los jueces o simplemente observada por el Poder Ejecutivo, con facultad y deber de hacerlo por un interés superior, más allá de todo compromiso sectorial o grupal, como en el caso de la Isla Artificial y de tantos otros, que sacuden la conciencia nacional.

Los hijos del amor son siempre bienvenidos. Lo serán siempre si se quieren, si se puede y si convienen. Lo demás es pura hipocresía. El artículo 98 del nuevo Código como está concebido y redactado, debe desaparecer. Ser abolido. ¿O es que pretendemos con esta ley, en el Siglo XXI, reeditar la caza de brujas y restaurar la Santa Inquisición en nombre de una creencia religiosa que los demás ciudadanos y ciudadanas sólo tenemos el deber de respetar como demanda la Constitución.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas