El aborto

El aborto

La interrupción provocada del embarazo tiene muchos enemigos que satanizan como jueces implacables a quienes intentan razonar, discutir, explicar su posición frente al aborto.

Son interesantes las descalificaciones contra quienes favorecen el aborto en determinadas y muy específicas condiciones.

Desde siempre se ha practicado el aborto por distintas causas y de distintas maneras y sus detractores han sido cómplices por omisión.

Recuerdo aquella dama amiga de mi madre que ingirió un té de epazote (apazote, decimos) para interrumpir un embarazo no deseado. La señora no deseaba tener ese nuevo hijo por razones de su único interés. Como era muy niño no supe sus motivaciones pero sé que no tenía ningún problema en su matrimonio.

En tiempos en que la virginidad constituía un valor único, un pasaporte de honestidad previo al matrimonio, las jóvenes que practicaron el sexo, alguna vez, no deseaban resultar embarazadas y forzaban el aborto por razones sociales.

Padres, hermanos, contribuían a que no continuara un embarazo no deseado por razones puramente de imagen familiar.

Después que el matrimonio se popularizó, no todas las mujeres se atrevían a tener hijos fuera de la unión consagrada por la religión.

Entonces se consideraba que los hijos extra matrimoniales nacían con una marca, una lacra que los hacía inferiores ante la sociedad.

Ahora hay madres que prefieren la soltería al yugo de un marido irrespetuoso de los derechos femeninos.

Nada es bueno y nada es malo. Somos los humanos quienes creamos leyes, costumbres y hábitos sociales mediante los cuales condenamos o santificamos actitudes, conductas, acciones.

La ciencia tiene medios para determinar la sanidad del feto, el género de la criatura engendrada, si el embarazo es de alto riesgo y pone en peligro la vida de la madre o del ser que lleva en su seno.  

No quisiera que ninguna persona de los que defienden a rajatablas, de manera totalizante y excluyente la continuidad del embarazo hasta la concepción, tenga una hija, una sobrina, una nieta, un familiar cercano que haya concebido mediante una relación incestuosa o fruto de una violación. No deseo que nadie se vea ante una situación tan desdichada, desagradable, indeseada.

Resulta difícil pensar que alguien quiera que un niño (a) nazca con defectos congénitos, por no dar su brazo a torcer sobre el aborto.

Sin ánimo de polemizar aunque la intolerancia me satanice digo: el aborto es necesario y deseado cuando hay violación sexual de por medio; cuando el embarazo es fruto de una relación incestuosa; cuando la criatura nacerá con defectos graves o cuando se pone en riesgo la vida de la madre.

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