El abrigo raído de Primo de Rivera

El abrigo raído de Primo de Rivera

FEDERICO HENRIQUEZ GRATEREAUX
Señor Henríquez: Ayer mi madre ha puesto en pantalla la edición digital del periódico Hoy de Santo Domingo y he podido leer el escrito que apareció bajo su firma el pasado miércoles 2 de febrero. Descubro horrorizado que no se trata de un articulo suyo, redactado por usted, sino de la reproducción de un mensaje dirigido a su dirección electrónica por el señor Angélico Zulueta.

 Ese señor, un ruso hijo de españoles, es mi vecino y, además, compañero de trabajo en la emisora de TV donde ambos servimos como traductores en el departamento de noticias.

No es verdad que yo practique el español hablando con él todas las semanas. Es un mentiroso descarado, pues sabe muy bien que mi madre habla perfectamente el español; hablo español a diario; yo vivo con ella en un apartamento, en el mismo edificio donde reside el señor Zulueta. Como está casado con una mujer de Odesa, en su casa solo se habla el ruso; su esposa ni siquiera entiende las letras latinas. Es una mujer sin educación. Quien necesita practicar el español es él. Su madre, hija también de españoles, nació en Volgogrado y no llegó a aprender bien el español. Su padre murió hace tiempo; era un hombre malhumorado de aspecto fúnebre, que bebía todas las noches, cada día en una taberna distinta. Repetía viejas historias y chistes soeces pasados de moda, como hacen con frecuencia los ancianos frustrados y resentidos.

El señor Zulueta me tiene ojeriza porque en la oficina prefieren las traducciones mías, directas y sin floreteos verbales barrocos. El español de Zulueta es del siglo pasado. Ese desgraciado le dice a usted que mi español es «tosco» porque soy dominicano e hijo de un negro. Lo que pasa es que este hombre habla y escribe un español arcaico. Lo aprendió de su padre -que de niño sólo hablaba catalán- y por eso su elocución es «a la antigua». En la emisora se burlan de él todos los que trabajan en traducciones; le llaman Garcilaso el toledano. He sido yo quien le contó que un profesor de Petrogrado, muy amante del ballet, había traducido al ruso la novela Enriquillo, de Galván. Quizás quería entregar el texto a un coreógrafo ruso; no lo sé. Me vi obligado a explicarle quien fue ese indio americano y donde nació el autor del libro. Por eso sabe que mi padre es dominicano. Le mostré una foto que mi padre envió de Santo Domingo hace dos años. Miente Zulueta al decir que no se tienen noticias de mi padre desde hace diez años. Mi padre me escribe a menudo; enviaba dinero a mi madre cuando yo era niño y siguió haciéndolo hasta que conseguí trabajo en la Universidad, siendo un adolescente. Ahora mi padre trabaja en Paterson, New Jersey.

Este español, mal bañado y peor hablado, dice despectivamente que soy hijo de un negro. Mi padre, ciertamente, no es un blanco puro, de raza caucásica, como lo es mi madre. Soy un mulato y a orgullo lo tengo. Zulueta no puede ver con buenos ojos que la zorra de su hija se entienda conmigo. Muchas mujeres rusas prefieren salir con hombres negros o kirguisios. Creen que así podrían tener hijos más fuertes, con mas energía para el trabajo que los rusos, por lo general tan alcoholizados como el padre de Zulueta.

No publique usted los mensajes de este puerco racista, que odia a los negros, a los judíos y a los gitanos, mientras proclama ser socialista. Le aseguro que es un embustero de marca mayor. Lo he visto palear la nieve en la entrada de su casa muchísimas veces. En esas ocasiones se pone en la cabeza un gorro de lana y se cubre con un raído abrigo que saca siempre del desván. Él mismo me ha dicho que ese abrigo lo heredo de su padre; que lo reserva para trabajar en la nieve y así no ensucia el otro abrigo que usa para ir a la oficina. Lo único que es verdadero de todo cuanto le comunica Zulueta es que soy estudiante, de post-grado, en comunicación publicitaria. Los profesionales de esta nueva rama del conocimiento tendrán mas oportunidades, a medida que se amplié el mercado en Rusia.

Yo le pregunté a Zulueta -después de oír el programa Aparte y punto- si su padre había estado en Alicante en los tiempos de la Guerra Civil española. Por las diferencias de hora entre Rusia y RD no puedo precisar que día oí lo del fusilamiento del líder de la Falange Española. Pero ahí termina la cosa. Zulueta se atreve a escribir montones de inexactitudes y falsedades. Sin embargo, usted las publica en un diario que circula en esa isla y fuera de ella. Ya informé a usted que mi madre, que es rusa, ha visto el mensaje. Los hermanos de mi padre, seguramente, leerán el contenido de un correo electrónico privado; y se sentirán ofendidos doblemente: por Zulueta primero; por usted después. brazobanova@slavanet.ru Volveré a escribir, para más aclaraciones, el próximo sábado.
henriquezcaolo@hotmail.com

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