El abuelo

El abuelo

RAFAEL DE JS. CAMPOS
Somos un país, estado o república, verdaderamente muy especial. El de la menta de guardia. Donde se come plátano verde del cual se hacen tostones. Al dirigirnos a los pueblos y ciudades del interior desde la ciudad de Santo Domingo, se dice que estamos bajando, y desde el interior hacia la capital, cuyo gentilicio aprobado por la Real Academia de la Lengua es «capitaleño», es pa»rriba que vamos, porque es donde se hacen los cheques. Donde un vendedor televisivo con apellido del tercer día de la semana, da sus teléfonos xxx rayita xxxx.

Nuestra Cámara de Diputados se anuncia en la TV como un grupo de extraterrestres angélicos que cantan por la paz, y que fruto de su esfuerzo han realizado cuchicientas cincuentas leyes, reconocimientos, etc. (Lo de cincuenta es por no tener cuenta). ¡Somos la voz de los que no tiene voz! ¿Y para qué es que le pagamos (con la bicota que devengan), sino es para eso? ¡Qué paisaje!

Aparte de los feriados oficiales: día de Duarte; independencia; restauración, etc. y las religiosas propias del cristianismo católico pirimigenio, tenemos días para casi todo. De la mujer; del estudiante; de la salud; del periodista; la secretaria; contador; agricultor; del café caña y cacao; del libro; de los abogados; ingenieros; del músico; exportador, maestro; la radio; madres, padres y del niño.

Pero se han olvidado del «Día de los Abuelos». Hasta los abuelos de Jesús se han relegado a un segundo plano. Los Santos Joaquín y Ana fueron los padres de la elegida para ser la madre de Dios hecho hombre. La de la más Alta Gracia y bendita entre las mujeres. Proponemos el 26 de julio, día escogido por nuestra madre iglesia universal para los abuelos de Jesús. Somos los padres de los padres de nuestros nietos.

A un compañero del Coro Nacional de la cuerda de bajos el Doctor en Derecho Pedro Castillo, ya abuelo, realizó los versos que componen el Himno del Abuelo, y el que suscribe, orgullosamente los revistió de la música. La última estrofa de las cuatro que la componen, dice así:

Como su propiedad, al Padre presento
mis retoños, y sus gemas le ofrezco;
igual que desde que engendrados fueron.

Gracias te doy, Señor. Por ti, abuelo(a) soy.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas