Los pasados 13 meses de la administración del presidente Medina, le ha permitido al país constatar que, mientras el jefe de Estado se mueve con urgencia para resolver los problemas acumulados por años que perjudican a los dominicanos, la mayoría de sus principales subalternos no ha captado esa franca señal de la urgencia de la época y pretenden, con su parsimonia, neutralizar esos esfuerzos, trabajando al acostumbrado paso de la burocracia tradicional.
Con honrosas excepciones de algunos ministerios, conscientes de esa urgencia, hay otras áreas que su accionar de realizaciones solo se recogen en el papel o en fílmicas televisivas con abundancia por los esfuerzos de los relacionadores públicos, reseñando los trabajos, que no son tales, y la verdad aflora con la realidad de los males estallando por doquier.
La situación de por sí es preocupante, ya que el ritmo que llevaba el presidente Medina en tratar de cumplir con su programa de gobierno, el cual desea llevarlo al pie de la letra, se resiente. De repente se produce un estancamiento que ya se ha visto con el retraso en la construcción de las diez mil aulas escolares y con la precipitada medida de eliminar la cuota que se cobraba en los hospitales, dejando indefensos a la administración de los centros que no pueden confiar en los subsidios oficiales que se tardan varios meses en llegar y los enfermos sufren las consecuencias.
La realidad de las costumbres de la burocracia criolla se convierte en una barrera infranqueable con tantas medidas de acelere que se tratan de aplicar, como si fuera una inyección de impacto para revivir a un enfermo grave, ya que el caso más patético es la carencia de combustibles en los organismos oficiales para llevar a cabo tareas de patrullaje ya sea aéreo, naval o terrestre. Incluso con el patrullaje intenso del programa de seguridad ciudadana por las calles capitaleñas para frenar la delincuencia, se observa que los militares andan a pie, sufriéndola penuria del hambre y de sed, horarios extendidos por carecer de una logística para el abastecimiento de los cientos de soldados en un golpe de efecto insostenible para la misma economía de la nación.
El acelere presidencial era más compatible en una sociedad con una masa culta y con conciencia de sus responsabilidades con su país, pero en el nuestro eso no existe por el habitual elevado grado de corrupción ya que, todo el que llega a ocupar una posición en la administración pública, va con su mente preparada para buscarse lo mío y ver de qué manera se recupera su devoción al partido y a su líder, e interviniendo en los medios de comunicación con entrevistas o escritos en los medios para exhibirse frente a su jefe político.
De todas maneras, ese estilo tan peculiar del presidente ha impactado en el país y ha estimulado un elevado grado de simpatías que le ha permitido dirigir a la nación sin percances. Y es que no existe una oposición organizada y coherente, muy inmadura e infantil, ya que tan solo sobresalen las ambiciones de dos dirigentes con la única meta de ser el candidato presidencial del PRD. Este es de una mayoritaria aceptación popular, sin importar que en sus terquedades encarriladas por un solo sendero del yo o nadie, debiliten a su partido y lo dejen fuera de la opción de poder a que tiene derecho a aspirar en una sociedad democrática.
Con la remoción y paso a retiro la pasada semana de decenas de altos oficiales de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, es posible que el presidente Medina se encamine por un nuevo sendero, que era esperado por la población para la depuración de la administración pública y poder darle el sesgo que necesita su gobierno para adecuarlo a sus planes, ya que de otras maneras, si se mantiene con la actual estructura burocrática sus planes no se llevarían a cabo como él lo ha concebido junto a sus leales colaboradores.