El acuerdo climático de Cancún cierra en positivo un año difícil para la ONU

El acuerdo climático de Cancún cierra en positivo un año difícil para la ONU

Joaquim Utset Naciones Unidas, (EFE).- El acuerdo alcanzado en la reciente Cumbre del Cambio Climático de Cancún permite a la ONU cerrar con buenas noticias un año particularmente complicado, en que perdió un centenar de su personal en el sismo de Haití y se volvió a cuestionar el liderazgo de su secretario general, Ban Ki-moon.

El resultado de la cita en la ciudad mexicana, en la que se superaron las expectativas pese a lograr un acuerdo de mínimos, es un paso adelante en uno de los retos globales que Ban ha convertido en bandera de su gestión desde su llegada a la ONU en 2007.

Entre otras cosas, por primera vez se colocaron bajo el paraguas de Naciones Unidas los esfuerzos de todos los países contaminadores para reducir las emisiones de gases y se logró el compromiso de incrementar estos objetivos de mitigación si nuevos estudios científicos lo estiman necesario.

«Es un triunfo y una validación del multilateralismo y el papel de Naciones Unidas», aseguró Ban en una intervención ante la Asamblea General de Naciones Unidas tras la cumbre, ya que se «reparó» el fiasco de la anterior reunión en Copenhague. Estas buenas noticias permiten al secretario general afrontar con mejores perspectivas el nuevo año, después de que 2010 empezara con un duro mazazo para el organismo mundial.

El terremoto que asoló Haití el 12 de enero derrumbó el Hotel Cristopher, sede de la misión de la ONU en el país (Minustah), así como de otras instalaciones de los «cascos azules» en ese país. De entre los escombros se recuperaron los cadáveres de 101 miembros de la misión, entre civiles, policías y militares, incluidos los del jefe de la Minustah, el tunecino Hédi Annabi, y su adjunto, el brasileño Luiz Carlos da Costa. La elevada cifra de fallecidos convierte al terremoto en Haití en la peor tragedia sufrida por la ONU desde su fundación, en 1945.

Naciones Unidas ha encabezado desde entonces los esfuerzos de la comunidad internacional para reconstruir el país caribeño después del terremoto, que dejó 300.000 muertos y 1,3 millones de desplazados, así como para proteger su estabilidad.

El año que termina también ha sido difícil en lo personal para Ban, que ha visto como se cuestionaba de nuevo su capacidad para liderar Naciones Unidas. Su tímida reacción a la concesión del Premio Nobel de la Paz al disidente chino encarcelado chino Liu Xiaobo revivió el debate sobre su disposición a enfrentarse a los países poderosos en asuntos delicados como los derechos humanos.

 Las críticas arreciaron cuando se supo que no abordó la situación de los derechos humanos en China cuando se entrevistó con su presidente, Hu Jintao, durante una gira por la potencia asiática a finales de octubre y principios de noviembre.

Esa omisión le fue reprochada, entre otros muchos, por el influyente diario The New York Times, que en un duro editorial la calificó de «silencio vergonzoso» e insinuó que estaría vinculada al deseo de tener el respaldo de China para su reelección al cargo. Naciones Unidas rechazó esos señalamientos y resaltó que Ban sí había abordado el asunto en reuniones con otros altos cargos del país y en un discurso en la Escuela del Partido Comunista Chino.

Sus colaboradores afirman que este tipo de críticas no tienen en cuenta que Ban es partidario de conducir una diplomacia discreta, que, en su opinión, genera mayores resultados. Otro golpe fuerte al liderazgo de Ban fue la filtración en julio de un informe de la ex responsable de la lucha contra la corrupción en la ONU, Inga-Britt Ahlenius, que calificó de «deplorable» su gestión, le acusó de incumplir la promesa de reformar el organismo y dudó de su compromiso en la lucha contra la corrupción interna.

Las acusaciones dolieron a Ban, que en público las calificó de «injustas», y en privado se quejó de ellas porque cuestionaban su integridad. De todas formas, hasta ahora no hay indicios de que dañaran su relación con alguno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EEUU, Rusia, China, Francia y el Reino Unido), que son decisivos para prorrogar el mandato de Ban otros cinco años a finales de 2011.

Aunque el ex ministro de Exteriores de Corea asegura que no es un político, y que por tanto su prioridad no es la reelección, en los pasillos de la sede de Naciones Unidas en Nueva York se espera que a lo largo del próximo año trate de asegurarse un segundo mandato. Su nombre también apareció en los polémicos documentos filtrados por la web Wikileaks, en los que Washington daba instrucciones a su Misión ante la ONU para que recopilara información confidencial sobre el secretario general y sus principales asesores.

Pese a que este tipo de acciones son una aparente violación del derecho internacional, Ban echó tierra al asunto y aceptó las explicaciones que le dio la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Entre sus logros de este año está la puesta en marcha de una agencia especializada en la mujer (ONU Mujeres) con el nombramiento de la ex presidenta de Chile, Michele Bachelet, como su responsable. EFE

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