El acuerdo con el FMI: logros y contradicciones

El acuerdo con el FMI: logros y contradicciones

No cabe duda que en el fondo el reactivado Stand by con el FMI, por todos los cambios en las metas cuantitativas, por la inclusión del sector energía y por su mayor rigor y control, representa, en realidad, un nuevo y más duro Acuerdo. El Gobierno ha logrado un acuerdo indispensable para comenzar a recuperar la confianza y la estabilidad interna y la ayuda financiera externa.

Sin embargo, por los errores del Gobierno en comprar las dos Distribuidoras (Edenorte y Edesur) sin consultar con el FMI y por no cumplir con más de ocho metas cuantitativas, este acuerdo es ahora más fuerte, más limitante y más interventor de la política económica nacional. Da lástima, que por el incumplimiento del acuerdo vigente en agosto, por un grupo pasarse de listos, este nuevo Stand by ha costado y le costará más, en sacrificios y dinero, a la economía, al empresariado y, sobre todo, al pueblo consumidor. No obstante, es el mejor entre los males, por eso lo apoyo y me alegro de su reactivación.

¿ Qué ha costado más?. Puede haber costado una fuga de divisas de octubre al presente de más de US$ 1,000 millones, una devaluación estrepitosa de RD$ 35 por US$ 1 en septiembre a RD$ 55 por US$ 1 hasta hace varios días, una inflación de 42 % en el 2003, impuestos adicionales a las importaciones y exportaciones y selectivos al consumo, el aumento de las tasas de interés internas a alrededor de 50 % anual para operaciones activas, que el país cayera en atrasos en los pagos externos, los prolongados apagones eléctricos y la acumulación de deudas del sector y que las agencias calificadoras de riesgos le bajaran tres o cuatro veces la clasificación del país. También se necesitarán más de US$ 1,000 millones en el 2004 en nuevos créditos internacionales para sostener la tambaleante economía, como establece el Acuerdo. En fin, un conjunto de calamidades producto de las ambiciones políticas desmedidas y esto no se debe olvidar. Hubo algunos que fueron sorprendidos, pero hay grandes culpables de este desastre innecesario.

En lo positivo, el país se debe sentir más tranquilo y confiado de que con este Acuerdo y todo el plan de disciplina fiscal, monetaria, topes al endeudamiento externo e interno, reformas y capitalización de la banca, mejoría y modificaciones en sistema regulador y de la Ley Monetaria, reformas en el sistema eléctrico y con los desembolsos de los organismos internacionales de alrededor de US$ 800 en el año y el diferimiento de pagos en el Club de París cerca de US$ 325 millones, el Gobierno y el país, en lo adelante, estarán más aliviados financieramente, pero también super enmarcados en una camisa de fuerza, en un estricto marco de control y disciplina en todas las áreas claves de la economía. El panel para estudiar y evaluar todo el proceso de los salvamentos bancarios es una gran noticia e igual que la comisión colegiada que se creará por la Junta Monetaria para administrar el mantenimiento y ventas de los activos recuperables de los bancos caídos.

El plan de fortalecimiento a todo el sistema bancario es muy bueno, aunque en algunos puntos será de difícil aplicación. Se debería incluir un saneamiento, auditoria y reforma del mismo Banco Central, porque tiene muchos años acumulando distorsiones y deudas. Todas estas medidas y reformas del programa le convendrán al país, a la economía y a todos los ciudadanos, aunque sea un trago amargo y duro por dos años, pero sin el FMI no había otra salida viable y el país hubiera llegado al incumplimiento de los créditos internacionales y a un tranque financiero interno. Así que, duro y fuerte, el Acuerdo es un paso hacia la lenta recuperación de la confianza y de la estabilidad macroeconómica perdida. Los tres años de errores de política económica y el colapso de tres bancos, uno de ellos muy politizado cercano al poder, llevó a este país estable y próspero, a terminar en este Acuerdo; lo llevó a la Unidad de Cuidados Intensivos del mundo: el FMI.

Los puntos más importantes de las metas cuantitativas, son: Se proyecta otro año de decrecimiento de la economía 1 %, una inflación del 14 %, que me parece sumamente optimista y seguro será el doble o más(no hay nada para creer lo contrario), la Cuenta Corriente con superávit de 4.5 % del PIB, pero el país necesita US$ 1,000 millones adicionales para cuadrar sus cuentas externas y pagar a sus acreedores y las reservas internacionales brutas se estiman que ascenderán a US$ 725 millones, pero las reservas netas serán cero (vaya éxito). Se admite que el servicio de la deuda interna y externa subirá al 57 % del PIB, cuando hace dos años los promotores de la deuda externa decían que éramos el país menos endeudado del Continente. La agresiva política de endeudamiento externo terminó en un fracaso. No previó la expansión fiscal que suponía, el alto servicio de la deuda externa y la indisciplina presupuestaria y afán de gasto público que fomentaba. Esto siempre lo denuncié desde el principio.

En el futuro, con un nuevo Gobierno y nuevos aires será indispensable renegociar voluntariamente áreas de la deuda externa bilateral, los bonos soberanos que se vencen en el 2006 y reconvertir la deuda interna de los Certificados Financieros, en Bonos de deuda pública en pesos (nunca en dólares), por escalas, de cinco a diez años. Hay que reconocer que no hay país que pueda mantener el cáncer financiero que son RD$ 61,000 millones en Certificados con elevadísimos intereses en el Banco Central, por tanto tiempo, que crea una emisión inorgánica automática de RD$ 2,200 millones mensuales que representan el déficit cuasi fiscal tan elevado de 3.9 % del PIB que se proyecta, a expensas de frenar drásticamente las inversiones públicas en infraestructura, en salud y educación y a la vez frenar también al sector privado, por la falta de liquidez para prestar de los bancos, por nuevos impuestos y por altos intereses de alrededor del 50 % anual que el Acuerdo implica. Es indudable que por uno o dos años se aplicará una política recesiva y de fuerte impacto social y sobre el costo de la vida.

Para el 2004 la meta fiscal es aumentar los ingresos del gobierno al 16.6 % del PIB, que parece realizable. Los gastos del gobierno deben bajar a 15.9 % del PIB, pero este compromiso no me parece que se va a cumplir, pues hay demasiadas fuerzas que presionan fuertemente por mayores inversiones en obras y gastos. Está por ver cómo aceptará la clase política y los intereses creados, este necesario objetivo de disciplina presupuestaria. El déficit combinado del sector público se proyecta en 3.8 % del PIB, que dependerá otra vez de la voluntad política, de lo contrario podrá ser mayor.

[b]NOMINAS SUPERFLUAS[/b]

En mi opinión no se ha hecho ningún esfuerzo para reducir las nóminas superfluas, los dobles y triples sueldos y las famosas nominillas de 125,000 personas, que tienen varios empleos y sueldos. Era necesario bajar el gasto corriente, porque no es cierto que todos son pobres empleados y compañeros sin opciones de trabajo. Esta tarea, pues, está pendiente.

Por último, después de leer la Carta de Intenciones dirigida al FMI, la cual es un rosario de mea culpas, ocho solicitudes de dispensas y de pedir disculpas por los incumplimientos, sólo quedan esperar que esta vez el Acuerdo y todas sus múltiples metas cuantitativas se cumplan y el Gobierno las respete y las haga cumplir. El país necesita que se honre la palabra empeñada en un convenio internacional. Frente a unas elecciones donde los ánimos están desbordados y el reeleccionismo es capaz de todo, quizás el Acuerdo se respete por unos meses, pero no pase la próxima revisión de abril marzo.

Finalmente, como dato curioso, me parece que esta es la primera vez en la reciente historia de Latinoamérica, que la sociedad en su gran mayoría, el pueblo y la clase política, no sólo ha aceptado y apoyado al FMI, sino han llegado al convencimiento de que el Acuerdo era indispensable para frenar la indisciplina e incoherencia de la política económica y los impulsos políticos del Gobierno. Antes se criticaba al FMI, era el diablo interventor, ahora se le da la bienvenida y se le considera como un vigilante salvador. Un cambio de opinión que deben interpretar todos los dominicanos. Los reeleccionistas desenfrenados deben darle a este nuevo fenómeno la lectura y mensaje que implica sobre la credibilidad del Gobierno y sus posibilidades el 16 de mayo.

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