El presidente de Argentina está en una misión para hacerse de los superpoderes. Respaldado por cómodas mayorías en ambas cámaras del Congreso, Néstor Kirchner tiene asegurada la aprobación sin contratiempos de dos leyes nuevas que le permitirán al ejecutivo alterar el gasto del presupuesto sin necesidad de la aprobación del Congreso y normalizar su capacidad de utilizar decretos de emergencia del ejecutivo.
Ambos poderes fueron empleados por Domingo Cavallo, el ex ministro de Economía, durante la crisis de 2001, pero el intento del señor Kirchner por retenerlos como herramientas permanentes en su caja ha provocado críticas feroces de la oposición, los académicos, expertos constitucionales y los medios. Sin embargo, la oposición está demostrando ser demasiado débil para bloquear los proyectos.
Como en el caso de la ley aprobada este año para alterar el consejo judicial argentino, que fue criticada porque daña la independencia de la judicatura, los proyectos de ley enfrentan poca resistencia.
Ya aprobada por el Senado, el proyecto que tiene que ver con los decretos, que no se puede utilizar para cambiar las leyes relacionadas con los impuestos, las sanciones, los partidos políticos o los sistemas electorales, pero que en el pasado se han utilizado para las pensiones, el gasto social, problemas de energía, desastres naturales y el pago del sector público, se esperaba que fuera aprobado por la cámara baja al cierre de sus actividades ayer.
El proyecto de superpoderes, para aumentar los poderes sobre el presupuesto, se espera que se convierta en ley el dos de agosto. Mientras que la administración del señor Kirchner dice que los superpoderes sencillamente le permitirán gobernar de manera más eficaz, la oposición dice que confirman una tendencia hacia la concentración del poder en el ejecutivo.
Alega que Argentina ha avanzado de la crisis económica de 2001, que justificó los extraordinarios poderes presupuestarios originales, poderes por los cuales los funcionarios del gobierno actual, entonces en la oposición, votaron en contra. Mauricio Macri, el líder del partido de centro-derecha Compromiso por el Cambio, asemeja el intento del señor Kirchner de incrementar el poder al infame auto golpe del ex presidente peruano Alberto Fujimori, en 1992, en el cual con todo éxito le arrebató el poder a su propio gobierno.
El efecto Fujimori se debe al cierre virtual del Congreso, con la pérdida de todos sus poderes para tomar cualquier decisión. Es realmente un `Fujimori plus´, porque tiene el poder de su propio partido, que asiente a la destrucción del sistema de división de poderes, dijo al Financial Times.
El poder en manos del presidente ahora no tiene precedente en los gobiernos democráticos de Argentina, y demuestra que su asociación con el presidente Hugo Chávez, de Venezuela, no solo es de interés personal, sino ideológico, dijo el señor Macri, indicando que el señor Chávez había comprado más de US$3 millardos de deuda argentina durante el último año.
El señor Kirchner desprecia las críticas de la oposición. Ellos no quieren dejarme gobernar, dice, mientras admite estar avergonzado de la oposición, a quien acusa de extorsión y de que solo quiere poder asegurarse favores. Él y su esposa, Cristina Fernández -la senadora que introdujo la legislación y de quien en general se espera que se postule para la presidencia en las próximas elecciones si el señor Kirchner decide no buscar un segundo periodo-, ha pasado tiempo atacando las críticas de la prensa, que ven como una oposición no electa.
Las críticas de la oposición son completamente inventadas y no tienen sentido […] Hoy el problema no es el gobierno: es la oposición la que tiene problemas, dice Jorge Capitanich, un senador del partido del señor Kirchner. Él cree que los poderes son necesarios para combatir la pobreza, a pesar del alto crecimiento económico. Lo importante no es confundir los problemas administrativos con los problemas políticos.
El señor Capitanich dice que las leyes no permiten un nivel general mayor de gastos, o incrementar el nivel de endeudamiento -la parte mayor del presupuesto va a la seguridad social y los salarios del sector público, que no se pueden alterar.
Pero los críticos no están tan seguros. El año próximo es un año electoral. Uno pudiera creer que con estas superpotencias van a usar este dinero público a discreción. Yo espero que no, pero estas leyes permiten que eso pueda pasar, dice Ernesto Sanz, el líder del Partido Radical en el Senado.
Las nuevas leyes violan la constitución nacional, en nuestra opinión. Están eliminando el poder del Congreso para incrementar el uso a discreción de poder del gobierno. Eso es muy peligroso en cualquier país, pero mucho más en Argentina, donde las instituciones son débiles. Ricardo Rouvier, un encuestador y politólogo, dice que el modelo del señor Kirchner no es nada nuevo en Argentina. La concentración de poder es muy característica de la cultura política argentina.
Sin embargo, dados los altos niveles de popularidad del gobierno y la ausencia de una oposición amenazadora, comenta: No se puede justificar, a menos que el gobierno vea un enemigo que el resto de nosotros no puede ver. Yo comprendo el argumento de hacer más eficiente al ejecutivo, pero el caso es que la gobernabilidad no está en peligro.
VERSION IVAN PEREZ CARRION