Ciudadano ejemplar que contribuyó en todas las áreas del conocimiento
El domingo en la tarde, a través del amigo Manuel González (Manegonte) recibí la desagradable noticia del triste fallecimiento del doctor Pedro Julio Jimenes Rojas, un ícono de la agropecuaria dominicana.
En él convergieron recias virtudes morales y los mandatos de la doctrina cristiana se hicieron verbo en su conducta límpida a través de toda una existencia rica en años útiles.
Era un ciudadano ejemplar que hizo contribuciones estelares en todas las áreas del conocimiento haciendo énfasis en la agropecuaria y en la docencia universitaria. Era un ser excepcional, con una alta calidad humana, amigo, solidario y dueño de una envidiable vocación por la alegría, por la vida. Pertenece a la primera promoción de ingenieros agrónomos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), con un doctorado en fisiología vegetal en París.
Sus amplios conocimientos en la materia estaban siempre a disposición de los que reclamaban su asistencia. Fueron sus compañeros de aula los reconocidos profesionales del agro Bambán Abud, Alberto Mayreles, Nicolás Concepción, Marcos Cabrera, Rafael Martínez Richiez y Juan Antonio González (Macobi), entre otros.
Pedro Julio entregó los mejores años de su vida a la agropecuaria, haciendo énfasis en el uso y aplicación de las técnicas modernas que recomiendan la ciencia y la tecnología, conceptos que exponía en sus cátedras en centros de altos estudios, en la finca experimental de Engombe y en el Ministerio de Agricultura, institución en la que laboró por más de 30 años ininterrumpidos.
Sencillo, trabajador y defensor de los más débiles, era un ser inimitable. Jamás hizo galas de sapiencia. Sapiencia, sin embargo, era lo que le sobraba. Supo granjearse el cariño y las simpatías de cuantos le trataban. Tuvo proyección en los medios de comunicación donde regularmente hacia sus aportes sobre temas de interés nacional. Las últimas colaboraciones las publicó en el digital Acento.
Pedro Julio era eso… una persona que podía pasar inadvertida, porque jamás procuraba sobresalir, aunque condiciones le sobraban.
Mis relaciones con PJ se establecieron en la década de los 90, durante la gestión de Nicolás Concepción en la Secretaría de Agricultura. Los vínculos se ampliaron cuando fijó residencia en el sector Bella Vista, en un condominio donde también viven unos compueblanos, miembros de la familia Avila-Rondón, de gran aprecio para el autor de esta nota.
En los últimos tiempos, en las primeras horas de la mañana de cada día, en la entrada a la sede del ministerio, hacíamos una parada para comentar los acontecimientos más sobresalientes sucedidos en la víspera.
Era fascinante la elocuencia como exponía el comportamiento de los precios de los insumos agropecuarios a nivel internacional.
Con la sentida partida del Dr. Jimenes Rojas las escuelas de agronomía de las universidades y el campo dominicano pierden a uno de sus hijos más preclaros. Su capacidad, dedicación y su buen trato constituyen un valioso legado para su familia y sus relacionados. PJ: que orgulloso nos sentimos de haber disfrutado del rico privilegio de tu amistad; de haber visto proyectarse toda la grandeza de tu espíritu excepcional, compañero de labores; de haber recibido la permanente lección de tu ejemplo como ciudadano. Hoy pedimos al Dios Todopoderoso que acoja en su morada al siempre recordado PJ.