El ahorro de combustible a largo plazo

El ahorro de combustible a largo plazo

POR JOSÉ LUÍS ALEMÁN SJ
Todos los adultos contamos con un conocimiento abierto y un conocimiento oculto. El abierto abarca todas las experiencias, conocimientos,  habilidades y formas de razonar de las que somos concientes al exponer nuestras opiniones.

 El “oculto” está formado por una inconciente capacidad o propensión a utilizar maneras de discurrir, de exponer y de defender nuestro muy personal modo de presentar hechos y argumentos que nos permite y nos condena a ver el mundo de acuerdo al color del cristal con que se mira. Raíces típicas del conocimiento oculto son experiencias aterradoras o reconfortantes vividas en la niñez: cariño o desamor en el hogar, abusos físicos humillantes, pobreza extrema o riqueza, etc.

     Hoy al tratar la omisión llamativa por  nuestro Presidente del  ahorro de combustible fósil a favor del biogenético renovable, etanol por ejemplo, tan exitoso en Brasil me pregunto si mi sorpresa tiene que ver con falta de conocimientos abiertos o con preferencias ocultas. Entre estas preferencias ocultas o reprimidas  figuran mi conciencia de la extrema pobreza de las antiguas zonas azucareras, mi creencia de que a largo plazo nuestras soluciones socioeconómicas irán de la mano de las de Haití, mi aprecio personal a Omar Bross promotor del etanol o mi desencanto o falta de simpatía por el Gobierno. De todo habrá y nunca podré saber en qué proporción influyen en mí. Sabia disposición de la naturaleza para la auto evaluación.

      Antes de entrar en el tema. ahorro a largo plazo de combustible fósil, unas líneas sobre el conocimiento abierto que me provoca la ausencia de toda mención  sobre la opción  etanol. Existe un país, Brasil, gran productor azucarero de toda su historia pero también de petróleo que ha desarrollado una tecnología eficiente para el uso del etanol en  automóviles. El sentido común económico, tal vez no el financiero, debiera sugerirnos a los dominicanos seguir su ejemplo o al menos tomar en serio su discusión.

     Muchos medios reportan el parecer de economistas norteamericanos sobre el sinsentido económico de usar el maíz, el sorgo o la soya para producir combustibles. Tienen razón para producir un barril  de etanol de esos insumos  hay que gastar más de 0.7 barriles de petróleo. La productividad es muy baja. En esas circunstancias hace sentido hablar del pernicioso desvío de tierras donde se cosechan alimentos a etanol. Pero cuando se habla de etanol proveniente de la caña de azúcar que produce más de 4 veces el petróleo consumido y hablamos de antiguas tierras cañeras casi ociosas como pasa en República Dominicana la crítica luce fuera de lugar.

Así pues a nivel de conocimiento abierto me encuentro bien situado al expresar mi sorpresa por el silencio antietanólico,

Pasemos a tratar la sustitución propuesta por el Presidente Fernández para ahorrar combustible: gas natural.

1. Cambio de estrategia energética.

1. Elementos clave de la anterior estrategia  energética.

Hasta ahora podemos afirmar que las líneas maestras de la estrategia gubernamental de ahorro de energía seguían tres caminos: nuevas plantas energéticas de carbón, utilización de bombillas  por otras de bajo consumo y de semáforos inteligentes que hagan más fluido el tráfico vehicular, e instalación de un  Metro que ahorre combustible y desconcentre el tráfico de  guaguas.

a)   La imposibilidad de lograr financiamiento favorable para la instalación de  dos grandes plantas energéticas de carbón ha sido uno de los grandes fracasos de esta gestión gubernamental.  Aunque desafortunada desde el punto de vista ambiental y probablemente también del geográfico la idea era buena para bajar el costo de energía y poder satisfacer una demanda futura creciente.

El monto financiero exigido parece haber superado la capacidad de las empresas triunfadoras (prácticamente sin oposición) o, lo que se me hace más probable por conocimientos ocultos, el historial de nuestras empresas eléctricas con su cola de deudas sobre deudas sugería garantías peligrosas para el Estado Dominicano: letras de crédito a corto plazo por el valor aproximado de  la obra. Hay que reconocer también que la estrechez del mercado de metales y la casi nula capacidad de las grandes empresas para suministrar nuevos equipos, ambas acentuadas por la demanda asiática, tienen que haber casi duplicado el monto de la inversión.

De cualquier manera que haya sido el silencio presidencial sugiere el abandono práctico de la estrategia de carbón.

b) La sustitución por bombillas de bajo consumo y los semáforos inteligentes presentan dificultades de educación y de financiamiento pero, sin duda, son aportes importantes para reducir el consumo de energía en las viviendas y en los vehículos. El atractivo político, sin embargo, es relativamente pequeño por no apreciarse de modo claro y la exigua capacidad administrativa de las oficinas públicas para estas cosas “pequeñas”.

c) La más costosa y atacada prioridad estratégica de ahorro de combustible es el Metro. Además del costo de inversión y mantenimiento (casi igual al de las dos plantas de carbón) y de los correspondientes costos de oportunidad de no ofrecer otros servicios públicos sociales prioritarios, es dudoso su aporte tanto a la descongestión vehicular como al ahorro de combustible. Sin duda un ritmo sustancialmente más lento de construcción hubiera disminuido la carga fiscal a corto plazo. Pero, definitivamente: política es política.

Conviene aquí recordar el ejemplo opuesto de Curitiba, la tan famosa  metrópolis modelo brasileña. Jaime Lerner, su futuro síndico se enfrentó en los 1960, cuando Curitiba contaba ya con 500,000 habitantes y era la ciudad de más rápido crecimiento de Brasil, a ofertas espléndidas de empresas que le ofrecían financiamiento para la construcción de un Metro  con tecnología de punta. En lugar del Metro consiguió que los munícipes de Curitiba optasen por una red de autobuses que cubrían mucha más territorio a un costo 200 veces menor.

El nuevo sistema  subvencionaba a las compañías de autobuses de acuerdo al número de kilómetros que recorrían y no al número de pasajeros. Se logró así  evitar el entaponamiento del centro de la ciudad por cientos de autobuses y su ausencia en los barrios. El Ayuntamiento asigna los recorridos y construye cientos de kilómetros de carriles reservados con elegantes paradas donde se paga antes de subir al autobús.

Resultados a los treinta años: mientras que en 1972 uno de cada treinta habitantes usaba el transporte público, ahora lo hacen tres de cada cuatro;  cada dos minutos pasa en promedio  un autobús : ocho de cada diez trayectos se hacen en autobús;  todas las líneas son totalmente rentables y Curitiba se convierte en la ciudad más agradable y limpia  de Brasil con consumo de carburante por habitante 30% menor que el promedio de sus ciudades (Para el resumen de datos ver Darnil, S., Le Roux, M.: Cambiar el Mundo, Aguilar, 2006, pp. 220 s.).

Hay que aceptar que el traspaso de instituciones de un país a otro resulta siempre problemático. Hay diferencias de densidad de población por kilómetro cuadrado, de áreas verdes, de organización de las líneas de transporte, de cultura y práctica políticas, etc. Lo importante del ejemplo está en  su potencial de negación de la relación universal Metro-modernidad y en la consideración de otras alternativas vehiculares.

2. La nueva estrategia energética

a) La nueva estrategia de ahorro energético descansa en la importancia concedida a la solución gas natural  y en la prudente omisión de energía eléctrica basada en el carbón  Supuesta la existencia de una oferta confiable de gas estamos ante una mejor estrategia que permite usar el mismo carburante para plantas energéticas y para vehículos. El costo por kilovatio hora de producción de energía eléctrica es muy similar a la del carbón y la generación por gas prácticamente elimina los serios problemas de contaminación ambiental de ésta  tan problemática en un país pequeño con altísima densidad poblacional.

Las inversiones requeridas por la ejecución de la nueva estrategia son considerables  pero estamos ante una situación inevitable: el abandono forzado  de muchas inversiones previas  por el alza de los precios del petróleo.

Acepto que me sorprende el silencio total sobre la producción de etanol como carburante; un proyecto con potencial nacional para inspirar nuestro desarrollo y para superar el pesimismo en el que  nos arropa la crisis mundial  de petróleo.

b) La estatización de la Refinería es el otro elemento nuevo de la estrategia energética. Es posible pero no hay aún señales unívocas que de esta manera se pueda aumentar sustancialmente el financiamiento favorable por Petrocaribe de nuestras importaciones de petróleo. La supresión de la volatilidad de los precios del petróleo, tan mortificante cada sábado,  combate la irritabilidad que originan en los consumidores precios  muy variables.

De hecho, sin embargo, el problema de la volatilidad no parece estar en la sábana, la variabilidad misma de los precios al consumidor, sino en los mercados tan propensos a modificar  precios por expectativas fundadas en causas reales pero magnificadas especulativamente e imposibles de ignorar por empresas que operan en mercados futuros.

La  Refinería estatizada sí puede fijar precios fijos para los carburantes, al menos  para unos meses aunque corriendo el riesgo de cargar ella con la volatilidad de precios ya que, por una parte, los precios del carburante importado seguirán variando y, por otra parte, el Gobierno recibe cuantiosos ingresos tributarios y se supone que también la mitad de las ganancias.

Hablando con sinceridad reconozco que mis objeciones a la nacionalización de un oligopolio tan poderoso como la refinería y, por lo tanto, no totalmente objetable sobre todo si cae en manos incompetentes, se basa en el conocimiento abierto de la ineficiencia gerencial estatal por razones políticas más que administrativas que abarcan no sólo creación de empleos y remuneraciones  extravagantes (cualidad esta última en modo alguno ajena a la dinámica empresarial privada), posibilidades grandiosas de corrupción y de manejo administrativo opaco  sino sobre todo por la tacañería estatal en emprender inversiones tecnológicas necesarias  o promisorias y en establecer sólidas relaciones con empresas internacionales líderes en tecnología, mercadeo y financiamiento Hay que ser ingenuo summa cum laude para negar estas “propensiones” al menos cuando las empresas estatales y nuestros mismos Gobiernos de hecho irrespetan las leyes de comercio  a las que deberían estar por lo menos tan obligadas como las empresas privadas.

Reconozco que en este juicio tan negativo sobre la nacionalización de la Refinería deben influir conocimientos ocultos, aquellos de los que hablaba al comienzo. Me atrevo a preguntar, sin embargo, a quienes opinan de otro modo,  si ellos no sufren del mismo mal.

Para dejar tranquila mi conciencia de economista debo añadir unas palabras sobre el riesgo país implícito en toda   “nacionalización” (palabra más fácil de pronunciar pero menos exacta que “estatización”): quiebra la confianza en todo inversionista de que el país mantendrá las reglas de juego más elementales. Lo digo por saberlo: la nacionalización de La Rosario, a pesar de haber sido hecha de acuerdo a todas las reglas de mercado en cuanto se refiere al precio de compra, limitó apreciablemente la concesión de financiamientos internacionales que hubieran hecho menos dolorosa socialmente  la devaluación del peso en 1985. Uno puede cambiar reglas fundamentales y los demás tendrán que vivir con las nuevas pero no olvidarán y entonces seremos nosotros quienes viviremos con ellas.

3. De nuevo la opción etanol de azúcar de caña

La crisis energética del petróleo, lo insinué anteriormente, era una ocasión única  para  proponer  un verdadero proyecto de Nación con potencial económico esperanzador para este nuestro pequeño país por presentarnos una opción real si no de independencia energética, algo imposible de alcanzar por país alguno, sí de capacidad real de resistencia frente a la absurda trama mundial  político-económica del petróleo.

a)  La gran ventaja del etanol no está en su precio. Mientras haya gas natural en cierta abundancia el precio del gas será menor. Además la producción rentable de etanol sólo será rentable si el precio del petróleo supera los cincuenta dólares el barril.

Sin embargo la totalidad del valor del gas natural importado dejará el país y con él la posibilidad de que fluya a otros sectores el circulante activado por pago a factores en  la producción alterna de etanol: el valor agregado nacionalmente al carburante final y con él el empleo serán menores, la pobreza rural mayor al igual que nuestra dependencia energética.

b) Los negocios no son el fuerte de los economistas. Me pregunto por qué no hay una fiebre de inversiones del sector privado en el área y por qué el Gobierno prefiere una estrategia de sustituir importaciones de gas por las de carbón y petróleo.

Se me ocurre que siendo Brasil el país líder tecnológico de producción de etanol la rentabilidad  de producirlo aquí para su exportación al enorme mercado norteamericano supera la de su venta en la nación lo que nos dejaría con mayor empleo y valor agregado pero poco combustible. El peligro es bien conocido. Los grandes ganaderos de Argentina, por ejemplo, obtienen mayores ventajas de la exportación de sus carnes que del suministro a las necesidades nacionales, lo que origina frecuentes enfrentamientos con el Gobierno

b) Me imagino  que las grandes empresas internacionales comercializadoras de petróleo, entre las que ya figura para nosotros Petrocaribe, tienen vinculaciones mucho más estrechas con las empresas productoras y transportadoras de gas que con empresas brasileñas de etanol. La posición misma contraria al etanol de Cuba, con  mayor potencial para la producción de etanol que nosotros, y de Venezuela sugiere asimetría de intereses económicos a largo plazo y no sólo interés por la oferta alimenticia destinada a los países pobres.

c) Finalmente tenemos que recordar que la lucha entre inversionistas, financiadores,  promotores, dueños de medios y propietarios de tierras azucareras o de negocios afines al petróleo y gas luchan entre sí por ganar las posiciones más ansiadas y no vacilan en recurrir a cuanto parezca tener algún poder legítimo o espúreo. Este es el sino en una sociedad de libres mercados de los grandes proyectos. En realidad el conflicto entre capitalismo y socialismo estatizante  se me parece a una lucha entre cíclopes que ansían cierta seguridad, bastante pasajera,  a través del Estado para desde allí ordeñarla unos años  hasta reempezar de nuevo la lucha por la propiedad de los espolios.

El etos de una competencia para el triunfo de la mejor calidad es cosa del pasado si alguna vez lo  fue.

4. Nota Final
Para cuantos duden de la bondad de una estrategia energética con base, no única, en la producción de etanol dos simples observaciones: la prensa económica especializada está dando señales de duda sobre la posibilidad de

aumentar la producción de petróleo ya para el 2010; los norteamericanos de hecho están concediendo grandes incentivos a los productores de etanol no basado en la caña de azúcar sino en otras fuentes biológicas de peor productividad y rentabilidad. ¿Algún comentario?

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