POR FRANCISCO ALVAREZ CASTELLANOS
En nuestro país siempre ha existido la costumbre de, para homenajear a alguien, se le ponga su nombre a una calle… que desde hace decenios ya tenía nombre. Y, hasta el momento, hay muy pocos, poquísimos casos que hayan tenido buen éxito.
Por ejemplo, en el siglo 19 le cambiaron el nombre a la calla El Conde y le pusieron Separación, nada menos por el hecho de que en la Puerta del Conde se dió el grito de independencia. El cambio fue un fracaso absoluto, porque la gente siguió llamándole El Conde a la calle.
Lo siguiente pasó nada menos que en la Era de Trujillo. La calle más emblemática de Santiago de los Caballeros es la llamada calle El Sol. Bien, en una ocasión le cambiaron el nombre por el de…¡ Presidente Trujillo ! A pesar de que Trujillo estaba en su apogeo, la gente siguió llamándole El Sol a calle. Y al final se impuso la cordura y, sin mucho ruido y menos publicidad, una mañana la calle volvió a lamarse El Sol.
Aquí, en esta capital, hay una avenida a la que todo el mundo conoce como «la 17». Hará casi 40 años que el Ayuntamiento del Distrito Nacional le cambió el nombre (que no decía nada) y la bautizó con el nombre de «Padre Castellanos».
El padre Rafael Conrado Castellanos y Martínez fue un sacerdote puertoplateño que primero se opuso a la intervención norteamericana y luego a la dictadura de Trujillo. Llegó a ser jefe de la Iglesia en el país y está considerado uno de los tres más notables oradores sagrados del país. Los otros dos fueron monseñor de Meriño y monseñor Nouel.
Pues bien, no importa el tiempo que ha pasado, todavía es mucha la gente que sigue llamando «la 17» a la que es avenida Padre Castellanos. Pero tambien es cierto que cada día es más la gente que la llama como es.
Entonces entramos en la parte áspera de la cuestión. Al Aeropuerto Internacional de las Américas (AILA) le agregaron el «Doctor José Francisaco Peña Gómez», haciendo el nombre interminable y de difícil «digestión». Resultado, el 99 por ciento de la gente sigue con el nombre de «Aeropuerto Internacional de las AmÉricas», abreviándolo con el de «AILA».
Y así pasa con el famoso aeropuerto de El Higüero, al que han bautizado con el nombre de «Joaquín Balaguer». Pero si usted lee todo el barraje de noticias que produjo el decreto presidencial fallido que daba 15 días para el desmantelamiento del aeropuerto de Herrera y todo lo que eso produjo, se verá que es muy difícil encontrar una información en la que aparezca el nombre de «Aeropuerto Internacional Joaquín Balaguer». Este lugar será siempre llamado con el nombre de «El Higüero». Y, ¿qué me dicen del hospital Robert Reid Cabral, del hospital Luis Eduardo Aybar y del Centro de los Héroes? La gente seguirá llamándolos «hospital Angelita», «hospital Morgan» y «la Feria».
Entonces, ¿por qué bautizar calles, avenidas, autopistas, etc. con nombres que jamás serán utilizados?
Démosle a nuevas obras los nombres de personas que, como Peña Gómez, Balaguer y otras, se lo merecen. Pero no les quitemos a las viejas obras los nombres con los que el pueblo las conoce desde siempre.-