La amenaza de Trump de poner aranceles y restricciones a las compras crea riesgos a países en desarrollo como República Dominicana. El impacto dependerá de la reacción de los mercados mundiales. Se quedó solo cuando intentó destruir las reglas del comercio mundial en la cumbre que terminó el sábado en Canadá. Le dijeron que el comercio no es un juego de suma cero, no puede pretender ganar bajo cualquier circunstancia y que todos los demás pierdan, aplicando su simple regla de América Primero, que les compren productos y contraten trabajadores estadounidenses.
El fracaso lo irritó, aumentando el riesgo de que en su cuenta de la red social escriba que con aranceles a las compras a América Latina y el Caribe elimina el déficit comercial de Estados Unidos. Y agregue que en 2017 importó 400 mil millones de dólares, equivalente a un 8% del PIB de la Región, pero que exportó mucho menos.
Como no distingue entre aliados y enemigos, grandes y pequeños, un giro aislacionista como ese de hecho modificaría las relaciones comerciales en el Tratado de Libre Comercio de Estados Unidos con Centroamérica y República Dominicana (DR-Cafta), incluso se lo podría llevar de paro, impactando negativamente en República Dominicana, aunque con nosotros los Estados Unidos han tenido y tienen superávit comercial.
Por ejemplo, en 2017 el déficit fue de 2,474.2 millones de dólares, equivalente a 3.3% del PIB. Después de Honduras somos el segundo mejor exportador de bienes, vendimos 4,660.0 millones de dólares, un 6% del PIB, pero de Estados Unidos importamos 7,134.2 millones de dólares.
El déficit comercial que es estructural tiene las siguientes consecuencias sobre nuestras cuentas macroeconómicas. Uno, es responsable de buena parte del aporte negativo de la demanda externa o saldo exterior entre exportaciones e importaciones totales al crecimiento de la economía. Además de que es muy alta la concentración comercial con Estados Unidos, de las mayores en la Región, en 2017 el 46% del total (US$0,120.7 millones) exportado se dirigió a ese país y 40% del total (US$17,700.3 millones) importado se origino allá. Tenemos que diversificarnos para reducir los riesgos.
Dos, también tiene responsabilidad en que nuestro comercio exterior resta al crecimiento del PIB. La contribución positiva ha correspondido a la demanda interna (consumo e inversión privada). Y tres, por el déficit comercial estructural es negativo el saldo de la cuenta corriente y el superávit en la balanza de pagos depende casi exclusivamente del balance positivo en la cuenta de capital.
Borrar el déficit estructural o reducirlo pasa por aumentar el valor agregado de lo que vendemos, no podemos seguir dependiendo de los productos de zonas francas, con valor agregado limitado a salarios bajos, como instrumentos ópticos y médicos, que representaron 20% del total exportado a Estados Unidos, tabaco 10%, zapatillas 10% y productos diversos de joyería 5%. Las cifras del 2017.
Si Trump, alimentando su fundamentalismo aislacionista, vía Twitter rompe la relación comercial mundial que ha prevalecido e impone aranceles masivos a productos que Estados Unidos importa de América Latina y el Caribe, empeoraría nuestro déficit comercial. Bajo ese escenario, para proteger las cuentas externas y el equilibrio económico general, no tendríamos otra opción que responder igual.