Que los muertos por ingesta de bebidas adulterada pasen de 100 es un problema que nos llama a la reflexión, pues este negocio informal tiene años en todo el mundo, pero en nuestro país está a la vista de todos en los sectores populares.
Las autoridades deben ser más fuertes en ubicar las fábricas clandestinas; no es posible que en un colmado se venda este tipo de bebidas sin ningún control, dando como resultado los últimos hechos lamentables.
Es una acción fácil de investigar, ya que los consumidores son muchos que acuden a colmados, suplidos por el fabricante, a los que hay que someterlos por asociación de malhechores como lo estipula el Código Penal en su artículo 265, “Toda asociación formada, cualquiera que sea la duración o el número de sus miembros, todo concierto establecido con el objeto de preparar o de cometer crímenes contra las personas o contra las propiedades, constituye un crimen contra la paz pública”.
Tanto las autoridades en sus distintas dependencias en asociación con el sector privado, en específico las empresas de bebidas alcohólicas, deben elaborar planes que contribuyan a eliminar este negocio maligno que genera grandes ganancias.
Hay una industria que llega a todos los sectores, incluyendo bares, restaurantes y discotecas, pues con un buen plan del gobierno en alianza con el sector privado pueden lograr parar este negocio mafioso.
También, debemos informar más a la sociedad en el uso de las bebidas, como lo están haciendo una de las casas de licores más grande del país.
Las bebidas adulteradas son una pandemia peor que el COVID-19, ya la suma de fallecidos diarios por ingesta de estos líquidos sobrepasan a la enfermedad que nos ha encerrado por más de un año.
Es hora de actuar ante esta problemática que está afectando al país, hay que ejecutar ya, pues se nos hace tarde para eliminar esta otra «pandemia».